El ingenioso y perverso mundo de Acapulco Shore 3

Noches maratónicas de fiesta, sexo entre amigos y desconocidos, litros de tequila, horas de bronceado artificial, lipoesculturas varias. Una pirámide hedonista que en tiempos de crisis y convulsión social retrata a un sector de veinteañeros despolitizados, en los que priman las emociones por sobre los sentimientos.


Por Fernando Delgado.

MTV es un lugar perverso, ingeniosamente perverso, con su factoría “Shore” que lleva a su paso varias entregas (Jersey, Gandía, Geordie) propone una fiesta de dimensiones surreales a costa –o shore- de fomentar a una juventud sin poder crítico, vaciada de creencias, esbozando un falso nihilismo, una filosofía perfectamente armada por sus creativos que esconde la fórmula perfecta para crear el caldo de cultivo de un ejército sub veinticinco cargado a la derecha, reaccionario y neoliberal.

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Las jornadas de trabajo aquí son irrisorias, apenas una justificación para los posibles detractores de este reality. Nada importa más en esta dimensión de la carne que los torsos definidos y los traseros esculpidos, como una perfecta selfie ante el espejo del baño, pero en esta ocasión, masturbándose con el reflejo que este devuelve. Un apología burda a la estética YOLO (You only live once, o a lo mejor YOLO siempre fue burdo y nunca pretendió la profundidad). Un goce sin freno de mano en donde las consecuencias son fermentar a una masa manipulable y altamente influenciable, a los cuales, mientras se les garantice un estado de bienestar compuesto únicamente por un monto de dinero fijo para gastar en el placer inmediato, poco y nada les importa el desarrollo intelectual o social de quienes acepten firmar ese tramposo contrato.

¿Cuánto tiempo se puede estar de fiesta sin aburrirse? Probablemente no exista un límite, cada vez que se estrene una nueva temporada de esta marca, se extiende el promedio de vida de un modelo en decadencia que se niega a morir en beneficio de una nueva estructura social, una que nos haga partícipes a todos.

AS3 extiende entonces su triunfo al ofrecer una realidad dislocada, una gran liquidación de supuesta belleza y excesos en el marco de un verano plástico, con arena grasosa y el mar contaminado por los residuos ácidos de los depredadores de siempre, los mismos a los que en tiempos de descrédito y rabia compartida, les urge captar nuevos rostros para la permanencia del régimen.

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