Ya está entre nosotros: premiada y esperada, la película inspirada en el caso de Martín Larrain es una realidad y se estrenará mañana jueves en los cines más importante a lo largo del país.

Aquí no ha pasado nada no sólo es interesante por su argumento, también por ser una película necesaria, tal como nos contaba en su minuto el director Alejandro Fernández Almendra (AFA). En ella veremos una pequeña radiografía al secreto mundo de la élite chilena, pero una real, no caricaturizada como nos tiene acostumbrados la TV.

Aqui No Ha Pasado Nada 1

Aprovechamos la instancia para conversar con sus protagonistas: Agustín Silva, Samuel Landea y Geraldine Neary (Dindi) acerca de Chile y sus personajes. Esto es lo que nos contaron.


Cuéntenme un poco de los personajes que interpretan.

Agustín: El personaje se llama Vicente Maldonado, es un joven con amistades medias superficiales, con una familia disfuncional en un ambiente en el que no se ve muy estimulado. Creo que tiene miedos vocacionales: a elegir, a enfrentarse a lo que de verdad le gusta. Hubo una parte desafiante físicamente que fue estar en el mar mucho rato y que después hicimos una escena en que me sacaban sangre y me dieron vahídos (…) Fue desafiante no juzgar al personaje; entrar de lleno en él y no tener una opinión sobre él sino simplemente vivirlo y confiar en el director.

Samuel: Mi personaje se llama Manuel Larrea y vendría a hacer alusión al conocido Martín Larraín. Es un personaje de la alta alcurnia muy cerrada de este país, que frecuenta balnearios elegantes como Cachagua o Ranco. Gente de colegios como el Verbo Divino, donde lo que importa es de dónde vienes: de un círculo muy cerrado.

Nunca quise ponerlo como el malo, el victimario, ni menos la víctima, pero creo que él tiene miedo a no pertenecer a este lugar que ve como su propio nicho.

Manuel es muy influenciable, yo siempre quise crear desde ahí al personaje. Nunca quise ponerlo como el malo, el victimario, ni menos la víctima, pero creo que él tiene miedo a no pertenecer a este lugar que ve como su propio nicho – entre la misma gente del colegio y tener un buen futuro y qué sé yo -. Él siente miedo a fracasar dentro de los estándares de vida que conoce. Martín es una persona real, que existe, entonces lo desafiante fue la responsabilidad de crear un personaje con características similares. Mi personaje NO es Martín, sino Manuel y aunque se deba cierta fidelidad con la realidad donde está basada la película, esto es un personaje. En algún momento Pedro Fontaine, (productor ejecutivo) me mandó un video de Martín hablando después de estar en Tribunales; me sirvió de guía, pero mi personaje se armó desde mi propia cosecha; las personas que conozco que se mueven en ese mundo.

Dindi Jane Aqui No Ha Pasado Nada 2

Dindi: Soy Francisca no más y no tengo apellido (risas); soy prima del personaje de Samuel, así que quizás soy Francisca Larrea. Ella es de la clase privilegiada de este país que tiene casa en la playa, en Zapallar, y le encanta ir allá. Tiene una especie de crisis por las convenciones sociales, en donde no quiere hacer lo que esperan de ella, porque le gusta experimentar. Francisca cuestiona todo y dice “¿por qué no me pueden gustar las mujeres?”; ella va a probar, sin que signifique que va a pololear (…) Está en esa crisis buscando cómo acomodarse en las exigencias sociales. Eso le provoca problemas igual en las mismas relaciones, es muy insegura, no sabe lo que quiere, pero la quiere pasar bien. Para eso consume drogas, aunque no lo pasa tan bien. Está en esta fiesta sin estar feliz, con una niña sin que le guste tanto y se va con el protagonista, también lo seduce a su juego hasta que las cosas se ponen serias y la realidad concreta cae y tiene que tomar decisiones.

Rápidamente toma partido por su familia y ahí, todo lo que ella defendía o quería defender se contradice nuevamente, porque hace lo que le dicen que tiene que hacer no más y ahí, bien portada, porque le tiene miedo a la ley. Los personajes son jóvenes, en sus veinte; la Francisca estudia Arte y no sé po…es una mujer de mucho bla blá, pero cuando la cosa se pone seria, es una cobarde. No está dispuesta a transar sus comodidades por otro tipo de injusticias.

¿Qué es lo más importante que tiene el caso de Martín Larrain en un contexto como el de Chile actual?

Agustín: En un sentido político, me parece impactante la facilidad con la que desvanece un caso de accidente tan evidente, y cómo explicita cuán segregado está Chile. Después del caso, cualquier noticia que pase arma dos bandos inmediatamente, y deja en evidencia el infantilismo chileno de discutir un tema. Yo creo que esta película es una oportunidad de ver este tipo de casos de manera más imparcial.

Samuel: Lo que encuentro más impactante es de parte de la familia Larraín, sin duda. Cada vez que escucho hablar a Carlos Larraín (dado que Martín nunca dio la cara) me da la idea de que se sienten como si ellos son la víctima realmente de lo que le pasó a Martincito y no a la familia de la persona que atropellaron. Es como si se tratara todo de ellos; tanta ambición por el poder me parece curiosa y rara. Eso solo se permite en un país como éste, en el que gente conocida y con influencias son finalmente los que hacen las leyes y no las cumplen. ¡A miles de personas que hacen cosas mucho más chicas como vender películas en la calle las meten presas! Ellos puedan atropellar gente y no les pasa nada.

Samuel Landea

La resolución del asunto, en que finalmente terminaron por pagarle a la señora para anular el caso, o lo que se vio ahora en el peritaje (donde también habían falsificado ciertas cosas, no sé), me parece muy turbio que la iniciativa de estas personas, lejos de ayudar a la familia o reparar el daño o contribuir haciendo alguna especie de mea culpa, sea hacerse los weones.

¿Qué papel entonces adquiere el cine para exponer problemáticas sociales?

Agustín: El de retratar cosas de la realidad que son muy palpables pero a las que nadie se refiere. También, la de entretener, informar, crear conciencia, educar, generar debate, todo lo que signifique finalmente cuestionar yo creo que es el rol del cine y de esta película al menos.

Agustin Silva Geraldine Neary

Samuel: Lo que creo que está pasando en el cine nacional, es que están saliendo películas que exponen las cosas a modo de radiografía. Tenemos ejemplos como Karadima, o No, que toman ciertos hechos sucedidos en el país, los transforman en ficción y acercan esta información que quizás las noticias no la muestran, con tanta claridad como lo hace la música o la pintura, que tienen la capacidad de mirar un poco más allá aparte de entretener, que es para mí de las funciones principales del cine, que la gente lo pase bien y que sea una experiencia.

Esta película lleva un tremendo mensaje al mostrar parte de lo que está pasando en el país, lo que se oculta desde el punto de vista del AFA (Alejandro Fernández Almendra) yo encuentro es genial, inesperado y además narrado desde el personaje de Agustín, que hace que las expectativas sobre la misma tomen un vuelco: te invitan a participar de este mundo elitista desde la visión de alguien no está integrada en él, tal como la mayoría de la población. Eso es genial porque contextualiza en distintos lugares y situaciones entregando información que la mayoría de la población desconoce; el estilo de vida de la gente con poder.

Dindi: Creo que el cine y el arte son los lugares más reales para exponer y hablar de problemáticas sociales porque podemos, a diferencia de otros medios de comunicación por conveniencia, ponerse en riesgo.

Cuáles con tus expectativas respecto a “Aquí no ha pasado nada”.

Agustín: Que mucha gente la vaya a ver, que la compartan, que desordene un poco la atmósfera, que mueva el smog jaja. Que la gente empiece a participar de un cine más cultural, más artístico, más interrogador, más atrevido; que no se queden solamente en el cine como entidad recreativa sino cultivadora y de aprendizaje, viste?

Esta película incomodaba a cierta gente y eso está bien: de eso se trata, porque el arte es para incomodar.

Dindi: Ojalá que la vean hartas personas en Chile y se pongan a reflexionar. Que la alta sociedad la vea y piense en la inercia de tomar tanto copete sin ver las consecuencias; que Chile se encante con el cine nacional, para que se haga más y se hable de estos temas, y se empiece a mover la cultura, porque eso es lo que necesitamos. Es una película que se la juega también con música chilena, soundtracks de (me llamo) Sebastián o Anita Tijoux que son artistas que no temen a hablar de cosas que no se acostumbran a hablar en el pop, en el rap. Esta película incomodaba a cierta gente y eso está bien: de eso se trata, porque el arte es para incomodar. Te lleva a cuestionar hasta qué punto estás dispuesto a transar tus comodidades por otro tipo de justicia. Creo que es bueno porque no hay que tenerle miedo a esa incomodidad donde te sacan de donde estai parado para ver desde otra parte lo que pasa, que en el fondo lo construimos todos y nadie se salva. Es bien fácil hacerse el weon, pero encuentro que es súper admirable que escritores o directores (como los creadores de esta película) se la jueguen y que estemos hablando de una historia que es bueno contarla para reflexionar y, ojalá, transformar las cosas.