Llámenme conservador, pero considero que el karate, la música fuerte y el alcohol y/o otras sustancias nunca jamás en la historia debieron mezclarse.

Que no me interprete mal la gente, nunca he sido de los que le hacen el quite a un buen slam (¿muy viejo decir slam?). Al contrario, a pesar de mis 33 otoños, sigo disfrutando de saltar como mono y de preferencia sin polera en un mosh al ritmo de mis grupos favoritos.

dez

Me voy a sincerar: Soy aggro, que tanta hueá. Estoy consciente de que a estas alturas de la vida es medio impresentable pero en mi forma de ver las cosas es importante mantenerse consecuente a ciertos valores, en tiempos de completo relativismo moral. Dejo explicitado esto para dar a entender que desde hace más-o-menos 15 años que he nadado en las sudorosas, llenas de pelo y calientes aguas de cientos de moshpits, tanto en conciertos grandes como en tocatas más bien chicas.

Es algo que me gusta. Lo disfruto. Encuentro que es una buena forma, aunque un poco torpe y bruta, de fraternizar con gente que no conoces pero que conecta con la misma música que uno, cosa que muchas veces ni siquiera ocurre con los amigos.

Subirse al escenario y hacer stagediving también lo encuentro bonito, siempre y cuando haya cuidado con donde aterrizan rodillas y codos.

Entonces ahí estoy. Sábado/domingo 2 y media AM. Bar Remolienda. Barrio Bellavista. Varias cervezas adentro. Celebrando los 15 años de carrera de Ribo en el lanzamiento de su nuevo disco “Máscaras”. Todo más que bien. Una tocata íntima. Potente. Un grupo pequeño (léase como Felo) de alrededor de veinte personas saltando como con resortes en los pies y resbalando en una actitud de total respeto y buena onda, dentro de los empujones casuales y lo normal que es a veces irse de raja al suelo pero inmediatamente ser levantado o levantar al hermano caído.

ribo

(Yo soy esa mancha blanca)

Hasta que, cobarde y mal intencionado, arremete como una bestia jalada y con epilepsia desde el fondo del bar un concha-de-su-madre igual a este.

Si. Una puta pesadilla. Un maldito refrigerador de carne y hueso acercándose como un huracán.

hardcore

Nada que hacer. Todo parece indicar que un hueón sin polera es el blanco predilecto de estos enfermos mentales porque como una mosca a la mierda se me vino encima y con una elasticidad improbable levantó una pierna/jamón por-atrás-de-su-nuca en un giro salvaje.

¿Qué estará pensando? ¿Lo estará pasando bien? ¿No estoy entendiendo los nuevos códigos de hacer mosh? ¿Me agacho? ¿Me corro?

El horror.

Gracias al universo ocurrió ese fenómeno de segundos de cámara lenta que aproveché para poner el antebrazo frente a mi cara y entonces vi estrellas de colores pero sobre todo azules. Mi muñeca se dio vuelta y quedé en posición fetal sobre el pegajoso suelo agarrándome la mano (y casi llorando). Por unos dos o tres segundos.

mano

(Se ve cool y medio Michael Jackson, pero duele un carajo y cuesta tipear)

No les miento cuando digo que nos pasamos buena parte del resto de la tocata apretados contra el escenario mirando con un poco de miedo-y-confusión-y-rabia al enajenado repartir patadas voladoras y giratorias y aletazos al aire. Era un espectáculo realmente impactante.

¿Cuál es la idea, loco?

Antes de ser tildado de mamita, que puede ser, dejen decir que no estoy solo pensando que esto del hardcore dance o karate dance está mal. Chris Fehn, percusionista de Slipknot, que obviamente no es ningún mamita, piensa parecido: “Creo que el moshing se ha transformado en una forma de bullying. Siempre hay un grandulón parado en medio atropellando a los más pequeños de alrededor. Eso no está bien y no es de lo que se trata un mosh. Esos tipos deberían ser expulsados. Un buen mosh es un gran lugar para estar en grupo y saltar y bailar”.

Me gustan las artes marciales. No practico ninguna pero me gustan. No soy un fanático de la danza pero bueno, está bien también. El consumo de alcohol y sustancias tampoco podría tener el descaro de condenarlo. Pero tengo la impresión de que mezclar las tres cosas no está nada de bien.

Quizá soy yo, quizá estoy viejo, pero mi idea de pasar un buen rato no involucra recibir una patada y/o aletazo en la cara. Aparte de eso, lo pasé excelente.