Cómo el sello Brainfeeder está cambiando la industria de la música

Estamos en una época interesante para la industria de la música. Y no me refiero a todo esto del streaming, Apple Music, TIDAL, los lloriqueos de Kanye West o hasta Taylor Swift sacando su catálogo entero de Spotify.

Hoy la cantidad (y calidad) de sellos musicales, artistas y escenas que existen hoy en día es deliciosa, además del hecho de que crecen cada día más. Me imagino que para quienes seguimos con ganas las ambivalencias de la industria esto no suena nada nuevo, incluso ya un poco añejo o repetido, pero quiero apuntar a un nicho exclusivo que ya lleva bastante tiempo elevando el hype del circuito independiente, específicamente en Los Ángeles, CA. Este nicho se llama Brainfeeder.

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Brainfeeder es un sello, una cofradía joven de artistas que desde el 2008 lleva funcionando como el pivote experimental dentro de la electrónica moderna. Asumo que quienes ya lo conocen se han deleitado con discos como ‘Cosmogramma’ (2010) y ‘Until The Quiet Comes’ (2012) del maestro Flying Lotus, Steven Ellison de nombre cristiano.

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Es importante Ellison; es quien decidió capitanear este bote desde el 2008 y llevar a cabo la misión que, de acuerdo con Adam Stover (gerente comercial de Brainfeeder), se basa en la “experimentación (…), en ser muchas ideas en torno a una”. Con este ethos musical, el sello ha ido actualizando (y actualizándose) constantemente la escena electrónica, primero a “pequeña escala” en Los Ángeles, California, para luego expandirse, tener artistas nominados a los Grammy y, a fin de cuentas, ser los nuevos pendejos mimados de la escena.

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Si no somos porfiados y le hacemos caso a la declaración de Stover sin caer en los prejuicios de la pretensión, no es muy complicado encontrarle la médula al éxito que ha tenido el sello en los últimos 4 o 5 años. Creo. Si tuviéramos que, por ejemplo, hacer un diagrama de hacia dónde han tendido los géneros más populares en la industria musical de los últimos diez o quince años, que me perdonen los metaleros de corazón, pero creo que tendería hacia la música producida, “envasada” como algunos puristas dirían, creada por computador; la electrónica (y toda su chorrada de sub-géneros como el dubstep, el EDM, IDM, house, etc.) y el hip-hop, en pocas palabras. Corta. No creo que sea nada atroz ni apocalíptico que los artistas más exitosos de hoy estén lejos de los talentos análogos de antaño; la producción musical hoy en día se ha vuelto una de las tareas más importantes a la hora de discernir los géneros musicales y de crear grandes artistas.

Brainfeeder le está devolviendo el jazz a la gente, a las personas que usualmente no lo tienen como género favorito porque les da paja su estructura o porque simplemente no les gusta;

Sin seguir desviándome del tema (porque sí, esto es algo que da para mucha verborrea), lo que ha hecho Brainfeeder en la industria musical es, prácticamente, darse cuenta de la importancia que tiene la producción musical de estudio hoy en día y, además, afirmándose de los géneros que se han vuelto más exitosos actualmente, le dan sentido a la frase de Adam Stover antes citada. A lo que se aproxima finalmente el sello del que estamos hablando es a la experimentación y confluencia de estilos bien definidos; Brainfeeder básicamente se enfoca en la música electrónica, los beats de hip-hop y los lineamientos que tienden principalmente hacia el jazz. Ya que menciono el jazz, a mitad del año pasado la sucursal musical de Vice, Noisey, sacó un artículo que recomiendo mucho para entender el por qué Brainfeeder le está devolviendo el jazz a la gente, a las personas que usualmente no lo tienen como género favorito porque les da paja su estructura o porque simplemente no les gusta; con artistas como Kamasi Washington, Austin Peralta (fallecido pianista que es hijo de la leyenda del skate Stacey Peralta) e incluso algunos atisbos en los discos de Flying Lotus (nieto de la mágica Alice Coltrane) el sello ha podido reivindicar un género que estaba, generalmente hablando, reservado a los músicos de antaño o a especialistas.

Suena correcto pensar entonces que la gracia está en, repitiendo el mantra, la confluencia de diferentes ideas en una misma: imprimir un sello característico en la “musicalidad” que Brainfeeder realiza con sus artistas, muchos de ellos jóvenes del área de Los Ángeles que empezaron como un nicho impenetrable y altamente cerrado que, gracias al visionario Flying Lotus, pudieron ver la luz y el éxito.

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¿En qué se refleja esta “luz” y “éxito”? El año pasado, artistas del sello estuvieron más que presentes en el circuito periodístico y mediático de la música: Kamasi Washington, saxofonista que no lograba salir del circuito local de Los Ángeles, lanzó el año pasado ‘The Epic’, un disco (valga la redundancia) épico de tres horas que se pasea por todos los estilos de jazz habidos y por haber; además, el mismo participó prominentemente en el más celebrado de los discos de hip hop del último tiempo, ‘To Pimp a Butterfly’ de Kendrick Lamar como músico invitado.

Thundercat, reconocido bajista y compositor, con tres celebradísimos discos bajo el brazo, participó también en ‘To Pimp a Butterfly’ metiendo la cuchara e incluso ganó el Grammy a Mejor Colaboración en Rap junto a Bilal y Anna Wise por la canción “These Walls” del disco de Lamar.

Flying Lotus, la cabeza del sello, tiene a la crítica comprada gracias a sus últimos tres discos de estudio (el último, ‘You’re Dead’, tiene incluso una colaboración con el comentado Kendrick Lamar) y goza siendo productor, además de tener su propia radio en el GTA V y sacar singles en el sello de Adult Swim colaborando con George Clinton y Shabazz Palaces. Y, además… sí, ya adivinaron: hizo un poco de su magia en el disco de Kendrick Lamar del año pasado.

Al menos, los tres ejemplos que cité arriba son los más mediáticos y fáciles de reconocer y/o acceder. Pero la verdad es que la tremenda parrilla que maneja Brainfeeder da para muchísimos comentarios; las sesiones en Boiler Room de artistas regalones del sello como The Gaslamp Killer.

Daedelus, Tokimonsta, la prolijidad de los beats raperos de Jeremiah Jae y Samiyam, el jazz cósmico de Ras_G, la experimentación de texturas electrónicas de Lapalux, Teebs, Lorn y RYAT.

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Esto son sólo algunos de los ejemplos y frutos que este sello, que con justicia está donde las papitas queman, ha cosechado a partir de la fidelidad a lo que decía anteriormente: imprimir una calidad y estilo definido, donde la convergencia de ideas al amparo de una estética musical precisa e inconfundible, son los recursos con los que el sello seguirá creciendo y entregándonos más del excelente material del que ya lo hacen.

Por Álvaro Molina.

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