Con un capítulo piloto arrebatador que se encadena a los grandes éxitos de Martin Scorsese, –Uno de los creadores de la serie de HBO, junto con Terence Winter y Mick Jagger- Vinyl se levanta como el hermano adicto y nihilista de Mad Men, y también como el retrato de una época decadente y artísticamente explosiva.


Por Fernando Delgado.

Nueva York, comienzos de los setentas. En los albores febriles del punk, el funk y la música disco,  a Richie Finestra (Bobby Cannavale, quien da un salto cuantitativo desde los tiempos de Will&Grace), la vida se le cae literalmente a pedazos; Hay un cadáver fresco que lo atormenta, su matrimonio pende de un hilo, dirige un sello discográfico con problemas de liquidez, y la adicción a la cocaína le está cobrando una engorrosa factura. Son años locos, está claro, la ciudad tiembla con espasmos de contracultura y voces autorizadas, como lo son las inclusiones de Andy Warhol, David Bowie, Alice Cooper y Elvis Presley. Las noches son frenéticas y los días también, el Hotel Chelsea rebosa de furor creativo e irreverencia y los salones del Max’s Kansas City dirigen el horizonte musical y literario de lo que luego sería incluido en las enciclopedias. (Qué retro pueden sonar algunas palabras hoy).

En Vinyl todo suena y resuena; los demoledores jales de Richie, los gemidos del sexo casual, las peleas de oficina, los disparos de la mafia, todo.

En Vinyl todo suena y resuena; los demoledores jales de Richie, los gemidos del sexo casual, las peleas de oficina, los disparos de la mafia, todo. Sonar acá es un amplio verbo que reverbera mediante sus protagonistas, todos vibran y esperan trascender, con menos lumpen y huesos rotos que en Goodfellas (1990), o El lobo de Wall Street (2013). Pero si con las mismas ansias que les da a sus personajes una apariencia de insomnes, como presos de una gran resaca que no está ni cerca de acabarse. Todos son un poco vampiros del éxito y las drogas en una era pre internet, pre generación X, pre millenials. Pero también es urgente y hedonista, – como ahora- ese es el momento cuando la voz del director de Taxi Driver (1976) cubre al guión con dos tópicos claves: las bases de la corrupción en Norteamerica y la ambición descarriada, esa que podría empujar a Richie –un antihéroe Scorsesiano rodeado de tentación y aspereza- a vender a su abuela con tal de dar un golpe en la industria.

HBO Vinyl

Aunque después del primer episodio se advierte un cambio que desacelera la velocidad y pasión del relato general, Vinyl no defrauda. Dejándose ver y oír como un disco antológico de grandes éxitos del pasado reciente. Uno en que cada composición expone todas las fiestas del mañana, esa orgía de abusos físicos y morales donde casi todo fue posible, una bacanal en que el underground comenzaba a teñir a la cultura oficialista con escenarios y movimientos rabiosos, donde los invitados eran heroinómanos, travestidos y suicidas hasta ese entonces siempre marginados del gran baile. Un hito necesario en el que los sobrevivientes de las sesiones de jeringas y anfetaminas dejaron un legado consistente y único, uno como Vinyl.