Hoy, martes 13, recordamos cuando cientos de personas fueron persuadidas por una secta para acabar con su vida en Guyana en uno de los crímenes más controversiales del siglo XX.


Guyana es un país desconocido para los habitantes de Latinoamérica gracias a su difícil acceso y ser el único de la región cuyo idioma oficial es el inglés. Pero existe un hecho que le otorgó una reputación equívoca al pequeño país selvático por las dimensiones de la situación: 914 personas se suicidaron persuadidos por el falso profeta Jim Jones, líder del “Templo del pueblo” que construyó una granja colectiva en medio del amazonas prometiendo la salvación a sus discípulos.

Antes de los atentados del 11 de septiembre del 2001, nunca habían muertos tantos americanos en un acto simultáneo y a 40 años del suceso, diversos estudios tratan de explicar las razones que llevaron a la auto flagelación masiva más grande de la que se tiene registro.

¿Cómo se llegó a esto?

Jim Jones y su templo

Hijo de campesinos ingleses que se radicaron en el norte de Estados Unidos, Jones fundó el año 1955 la iglesia del Templo del pueblo donde abrazaba el autoritarismo comunista implementando por Stalin. La iglesia fue muy popular porque desde sus inicios rechazaba el racismo y los miembros de su congregación compartían el espacio litúrgico en plena época de segregación racial.

Una década más tarde, Jones se autoproclamó como una divinidad y llevó a sus feligreses hasta California para vivir en comunidad y así captar más adeptos realizando obras de caridad junto a sus feligreses.

Sin embargo, luego del asesinato de Sharon Tate por parte de la familia Mason, tantos las autoridades como la prensa pusieron especial atención a las sectas y la iglesia de Jones fue calificada como tal pese a sus obras caritativas y aparente discurso pro-equidad.

Cuando se develaron las golpizas, trabajos forzados y diferentes tipos de abusos hacia los miembros del Templo del pueblo, Jones decidió tomar medidas drásticas y abandonar Estados Unidos junto a sus seguidores para construir una ciudad utópica fuera del foco mediático.

Jonestown

Contra todo pronóstico, Jones fue acompañado de 900 personas hasta Guyana. La mayoría de estos miembros eran afroamericanos. Jones eligió este país por ser uno de mayoría de población negra donde sus seguidores no sufrirían discriminación además de tener políticas migratorias relajadas.


En medio de la selva, fundó una granja colectiva donde sus miembros sufrían hambre tras alimentarse principalmente de frijoles siendo constantemente monitoreados. En 1977, a pocos meses de la construcción de la ciudadela, Jones comenzó a realizar las llamadas “noches blancas”, donde según el informe entregado por el FBI, ofrecía 4 opciones a sus miembros: huir a la Unión Soviética, quedarse en Jonestown, marcharse a la selva, o suicidarse para protestar contra el capitalismo.

El congresista Leo Ryan decidió visitar las instalaciones de la aparente villa utópica, y al terminar su recorrido invitó a que los miembros que quisieran marcharse lo acompañaran. Cuando Ryan se retiraba con los desertores, Jones los asesinó a todos.

18 de noviembre de 1978

“Hemos obtenido todo lo que hemos querido de este mundo. Hemos tenido una buena vida y hemos sido amados…por el amor de dios, acabemos con esto” sentenció frente a la muchedumbre.

Las enfermeras y secretarias del líder comenzaron a distribuir cianuro. 900 personas murieron, entre ellas 300 niños. Jones se suicidó disparándose con una escopeta.

Los pocos sobrevivientes de la masacre, aquellos que lograron escapar de las balas de los guardias huyendo hacia la selva, hablan de un asesinato en masa donde las personas no tuvieron más opción que obedecer las instrucciones de Jones frente a la presencia de los guardias armados.

Sin embargo, todavía no existen respuestas contundentes para saber cuan real fue el nivel de persuasión de Jones dentro de la iglesia del Templo. El nivel de tortura hacia sus miembros fue terrible, donde los niños eran arrojados a pozos en medio de la noche como forma de castigo y quienes intentaban escapar eran electrocutados en sus genitales.

El ejército de Estados Unidos retiró cientos de cuerpos luego del suceso, y la opinión pública criticó la falta de rigurosidad del gobierno para frenar un crimen que pudo evitarse a tiempo.

Las imágenes pueden herir sensibilidades y se requiere discreción.




Uno de los sobrevivientes de la secta fue el encargado de prensa de esta, Michael Prokes, que ofreció una conferencia a un año de los sucesos. Su discurso, en lugar de entregar respuestas, defendió el actuar de Jim Jones asegurando que los miembros habían salvado sus almas frente a la inminente amenaza nuclear presente en la guerra fría. Tras ser interpelado por los periodistas, Prokes abandonó la sala y se suicidó en el baño.

“En el fondo se pone en juego diferentes variables de la personalidad donde destacan dos: la personalidad del líder o la líder, marcada por una tendencia narcisista capaz de identificar las vulnerabilidades de terceros”, nos contó el sicólogo Felipe Valdés, durante un reportaje que realizamos sobre las sectas.

Los testimonios de supervivientes son escasos y los hechos ocurridos en Guyana no han sido replicados de forma sistemática en los medios masivos debido a la magnitud de los acontecimientos. Jones es calificado como uno de los asesinos en serie más peligrosos de la historia, y sin embargo, la atención se concentra en otros personajes como una forma de olvidar lo que ocurrió hace 40 años, en un pequeño bastión sudamericano.