A la mayoría nos dijeron lo mismo. Desde chicos, fuimos a comprar nuestra ropa en la sección que supuestamente nos correspondía, tanto por edad como por sexo. A los 8 años, idolatraba a las Spice Girls y me quería vestir como ellas, pero en “mi sección” no vendían nada parecido a lo que ellas usaban. La misma historia con el cap rojo de Fred Durst, pero esto era peor, porque sólo lo vendían en TIENDAS DE HOMBRE. Chao, sueño frustrado.
Hace rato que las mujeres nos apropiamos completamente de cuanto código de vestuario masculino pudimos identificar. Sea pantalones, relojes de tamaño importante, corbatas, para todo tenemos nuestras propias versione, ya nos hemos puesto de todo y ya es algo resuelto a estas alturas del partido. Pero, ¿Cuántas realmente iríamos a una tienda de hombre a por una t-shirt oversized? No suena mal hacerlo, sin embargo muchas veces preferimos buscar la talla más grande en nuestra tienda favorita (de womenswear), simplemente por mantenernos en “nuestro territorio”, donde supuestamente deberíamos estar. Además, algunas tiendas no lo hacen más fácil, por el tema de entrar a los probadores. Algo similar les sucede a los hombres; hay muchos que por estructura ósea o gusto personal podrían vivir plenamente comprando sus básicos en la sección de mujeres, pero también tienen un prejuicio con hacerlo. Es tema.
EXISTE EL CLIENTE OBJETIVO, PERO NO TIENES QUE SER TÚ
Hayas nacido hombre, mujer o hermafrodita, debes saber algo: existe una persona por ahí que es el cliente ideal y quiere verse idéntico al maniquí de la tienda. Y ser del mismo sexo que ese maniquí. A todo el resto, los que no estamos interesados en comprar la tenida completa y fantasear con ser alguien que no somos, nos debería importar una verga si la etiqueta dice Topshop o Topman.
Ya hay mucha gente que lo está sintiendo, y es que la moda fluye al ritmo que nosotros lo hacemos. Con el boom que han tenido los conceptos de DIY (do it yourself) y la reutilización de prendas, es cada vez más común revisar clósets ajenos y encontrarse con prendas que parecen algún tipo de experimento extraño deconstructivista, muy Margiela y todo eso. Prendas andróginas que van a ir pasando como préstamo por todo tu círculo de amigos, y nadie va a saber si el dueño original era Pablo o Macarena. Ustedes lo notarán, gente hetero; vamos a compartir mucho más clóset con nuestras parejas , y ya no hablo sólo de los polerones.