Hace más de 15 años, como una respuesta a las bajas tasas de publicidad y la ceguera publicitaria, los publicistas web y diferentes editores empezaron a usar avisos en ventanas emergentes.
– Por Marco Arment
La gente odiaba los anuncios en ventanas emergentes. Tolerábamos los banners incrustados en las diferentes webs como algo inherente al navegar gratis por internet, pero nos hartamos con los pop-ups; demasiado molestos e invasivos. Muchos publicadores web reclamaban con impotencia al respecto – los avisos llegaban desde algún otro lugar y que tenían muy poco control sobre ellos decían. Necesitaban el dinero que les dejaba el publicitar de esta forma para mantenerse a flote.
No les fue tan bien a esta invención. Surgió una tecnología que lograba bloquearlos y dentro de poco tiempo, todos los navegadores modernos eran capaces de evitar que aparecieran sin casi requerir esfuerzo.
Se había cruzado la línea y hubo algunos que decidieron dar la batalla.
Están aquellos que reclaman que al usar este tipo de software viola un contrato implícito entre quien navega y el otro que publica: este último le ofrece al lector contenido de manera gratuita, a cambio, el visitante mira los anuncios del ofertante. Bonito y simple en teoría, pero es algo más complejo en realidad.
Por esa teoría del contrato implícito, los lectores debieran no solo permitir que sus navegadores carguen los anuncios, sino que debieran LEER cada uno ellos, dándose a sí mismo la posibilidad de interesarse por el producto o servicio ofertado y quizás clickearlo y hasta comprarlo. Eso también representa una linda teoría, pero claro, es ridículo pensar que alguien siquiera lo haga. Ya es una suerte para los publicistas que sus contenidos sean dejados allí y más aún el que sean leídos por los visitantes.
El anunciar un producto siempre ha sido una apuesta llena de esperanza, pues no requiere consumo. Antes del internet, la gente cambiaba de canales o hacía algo más durante los comerciales, ignoraba los anuncios de los diarios y revistas. Los anunciantes y publicistas saben bien que su trabajo es intentar mostrarnos un aviso y esperar que los veamos con atención. Saben que en gran parte no lo haremos por lo que tienen precios acorde. El peso está en los anunciantes y publicistas para crear anuncios que nos importen y presentarlos en una forma tolerable.
Los anuncios por internet son muy diferentes a lo que se usaban anteriormente en los medios. Hoy, más que estar solo impresos en papel o insertados en una transmisión, se convirtieron en software. Utilizan arbitrariamente códigos en tu computador, los que pueden (y usualmente así es) recoger datos sobre ti y tu comportamiento para enviarlos a los anunciantes. Esta técnica está tan establecida entre los anunciantes y los proveedores de analytics que pueden fácilmente seguir tu comportamiento a través de varios sitios, y construir un perfil tan detallado de tu información personal y sobre tus asuntos privados que asustaría a cualquiera.
Todo lo anterior se hace sin que lo sepas y, más críticamente, sin tu consentimiento. Del modo en que el internet funciona, la recopilación de tus datos comienza con un link. No hay forma de evitarlo, negociarlo o reconsiderarlo. Al abrir cualquier enlace, inconscientemente optas por acceder, sin importar cuál sea el objetivo, a un sinnúmero de scripts incrustados de otros sitios y redes de seguimiento que quieran recopilar, seguir, analizar y vender de ti.
Es por eso que la teoría del contrato implícito es inválida: la gente no acepta escribir un cheque en blanco y renunciar a las expectativas razonables de privacidad al hacer clic sobre un link. No sin siquiera saber el costo de visitar una página hasta que lo hagan y paguen el precio de ello.
Todo empeora y muy rápido.
Nunca antes me interesó empezar a utilizar un bloqueador de publicidad – vivo de los anuncios, tal como mis amigos y colegas y siempre he apoyado los medios gratuitos que consumo. Pero en los últimos años, posiblemente debido al dominio a las redes de avisos de baja calidad y al incremento de la navegación móvil compartida (que es por lejos menos lucrativo para los anuncios y más sensible a la intromisión de publicidad, más que la navegación), los anuncios web y la tolerabilidad han caído de golpe y las molestias, abusos, distracciones y seguimiento se han disparado.
Los publicadores web no tienen un trabajo fácil al tratar de mantenerse en el negocio, pero eso simplemente no justifica el abuso desenfrenado, la invasión a la privacidad, la repugnancia a la que muchos de ellos someten a sus lectores, sin importar si los publicistas tengan mucho que decir al respecto.
Los anuncios y rastreadores modernos de la web están por encima de muchas personas hoy y han cruzado la línea para mí también. Tal como las ventanas emergentes cruzaron la línea hace 15 años, medidas de contraataque están por venir.
No se puede confiar en los publicadores web y anunciantes con la cantidad de acceso que por defecto le entregan los navegadores y la gente tampoco está obligada a permitirles cargar todos los recursos o ejecutar todos los códigos.
Hace poco comencé a usar Ghostery en mis computadores y un bloqueador de publicidad simple que puede que puede que se libere para el inicio de iOS 9. Las mejoras en el desempeño son asombrosas y los informes de lo mucho que Ghostery consigue bloquear en las mayorías de las páginas es chocante.
Los publicadores web tuvieron las cosas muy bonitas por un tiempo. La monetización era tan simple como agrega un <script> al anuncio de un servicio a tu plantilla. ¿Buscas sumarle stats y analytics? Solo basta con otro <script> de otro servicio. ¿Los desarrolladores de negocios hicieron una gran maniobra al integrar otro servicio de analytics por algunos pesos extra? Adelante, suma otro <script> .
Esos días se terminaron. No será fácil continuar y nadie se encargará de que así sea.
Tampoco será una transición limpia ni fácil. Bloquear pop-ups es mucho más incisivo: es sencillo legitimizar a los publicadores para evitar los aspectos pobres funcionalmente de Javascript para abrir nuevas ventanas. Pero es completamente razonable para los lectores web de hoy estar tan hartos y que busquen bloquear los avisos o incluso todo Javascript. Los desarrolladores web no podrían estar más desfasados con todo este asunto, corren para darle navegadores y Javascript incluso más capacidades sin siquiera afrontar el problema fundamental que lleva a muchas personas a deshabilitar los “chunks” que afectan la funcionalidad de su navegador.
Sin embargo, los publicadores web, anunciantes y los vendedores de navegadores son todos responsables en parte por la situación en la que estamos. Nadie podría culpar a los usuarios de antaño por hacer bajar las tasas de los anuncios en ventanas emergentes. Tampoco nadie debería culpar a los usuarios del 2015 por bloquear avisos y rastreadores abusivos, invasivos, confusos y que violan nuestra privacidad, incluso si es que es un inconveniente para los manejadores de la industria.
Afortunadamente, existen métodos para una mejor monetización. Nunca fue tan fácil recopilar pequeños pagos en línea, coartando a los intermediarios de la publicidad y al vendernos directamente a sus apreciados clientes. Para los publicadores que quieren mantenerse auspiciados por los anunciantes, éticamente y por una cosa de buen gusto, se presenta publicidad nativa, tal como en los post patrocinados en los feeds y en nuestro podcast publicitario comunal. Han resultado ser más efectivos, más rentables y menos hostiles para el usuario, por lejos, al menos comparativamente los <script> incrustados.
En unos pocos años, una vez que la tormenta haya pasado, volveremos a mirar atrás a lo que son los excesos y abusos web de hoy como una vergüenza increíble. Esperemos que lo peor ya haya pasado y que al fin sea hora de dejar de demonizar a las personas que utilizan herramientas para conseguir que la sanidad llegue a sus navegadores web.