Este film se estrenará en Chile durante este año.
Por Juan Francisco Riumalló
Victoria Giesen tenía claro el paisaje de su película en su cabeza y se imaginó que podría coincidir con algún lugar del norte de Chile. Mar, rocas, huiros, poca vegetación y mucho viento. Hace ya casi cuatro años atrás empezó la búsqueda desde su casa. Escribió en Google: “caleta norte Chile”, y empezaron a aparecer imágenes en la pantalla, hasta que se topó con una fotografía de Caleta Sierra, que en esos días estaba en las noticias debido a un conflicto entre un grupo de pescadores que realizaban una toma y un empresario hotelero. Nunca se imaginó que ese paisaje terminaría por tomar el control del proyecto y cambiar totalmente el guión original de su película. “La naturaleza es un narrador omnisciente que observa y cuenta lo que va pasando”, explica la directora chilena mientras conversamos en el bar del cine Colosseum, en el barrio de Prenzlauer Berg en Berlín.
“Héctor” fue seleccionado para participar en la competencia de cortos de la 69 Berlinale y por estos días se exhibe en varios cines de la capital alemana. La historia transcurre en una isla en la que se cuentan historias y leyendas sobre el diablo. En ella, un grupo de jóvenes se encuentra con una mujer misteriosa que dice llamarse Héctor (Paula Hofmann). Gabriel (Armin Felmer), uno de los del grupo, empieza a sentirse atraído por este personaje que deambula por el lugar y se esconde en las cuevas que forman las rocas.
El proyecto surgió durante sus últimos meses de estudio de la carrera de diseño en imagen y sonido en la Universidad de Buenos Aires. Pero entre la idea original y la película terminada, aconteció un largo viaje de aciertos, errores, aprendizajes e incluso, desastres naturales. Ya tenía una versión del guión cuando visitó la caleta por primera vez en el año 2015. Fue a locacionar con su directora de fotografía y recorrieron durante varios días el pueblo y sus alrededores. “El mar es muy fuerte y las rocas son muy imponentes, pero al mismo tiempo es un lugar muy fértil. Es uno de los lugares más ricos de pesca”. Es una caleta pesquera escondida, entre Tongoy y Los Vilos, sin luz eléctrica, y en donde las casas no tienen acceso directo al agua potable. Al principio era un equipo pequeño de puras mujeres. “Teníamos que trasladar fierros, luces con generadores. Y así la naturaleza fue impregnando el trabajo y fue tomando poco a poco gran fuerza en términos narrativos”.
Cuando volvieron a grabar un par de meses más tarde, varios de los lugares que habían escogido para rodar la película, habían desaparecido. El fuerte terremoto del año 2015 había tenido su epicentro muy cerca de la caleta. El tren de olas que vino justo después, se llevó 16 casas y modificó el paisaje del lugar. De todas formas y pese a que tuvieron que cambiar varias de las locaciones, decidieron empezar a filmar la película a finales del 2015. “El rodaje duró un montón e hice muchas tomas y retomas de cosas que después no usé. Por ser mi primera película, siento que aprendí mucho. Me siento muy agradecida del equipo que hizo este trabajo súper colaborativo. Como directora tuve la posibilidad de explorar. En el camino también nos frustramos en algunos momentos. Pero todos apostamos por esta película”.
De a poco se fueron sumando al equipo los habitantes de la caleta. Algunos aparecen en el corto con papeles secundarios, otros colaboraron con la producción y el traslado de los equipos. Son pescadores jóvenes y se dedican a la extracción del huiro, que luego venden a compañías asiáticas. Es un buen negocio. “En la relación que fuimos generando con los chicos fue apareciendo un universo constante. En su mayoría son súper evangélicos. Casi todos tienen nombres bíblicos”. En ese contexto se fue desarrollando este corto que habla sobre historias de terror y el diablo. Pero que sobre todo trabaja a partir de la ambigüedad entre el mundo de los muertos y los vivos, entre quienes viven en la isla y quienes están de paso, entre hombre y mujer, y entre la sensación de estar encima o debajo del agua.
“Tratamos de escaparnos de un discurso que se leyera políticamente incorrecto y creo que la decisión final, apuesta por la mirada específica de Gabriel, el protagonista. Y ahí Héctor aparece asimilada a todos sus íconos, prejuicios e ideas preconcebidas. No es que yo las comparta, pero reconozco en mí también esas lógicas y formas de pensar. Si en nosotros no existieran esas lógicas, ninguno asimilaría a Héctor con el diablo. Héctor es un personaje muy complejo, que yo no sé muy bien quién es. Lo importante es que aparece, le acontece a alguien que se siente muy atraído a él, pero el mayor conflicto es que no logra clasificarlo”.
El discurso políticamente incorrecto tiene que ver con esta mujer-hombre, ambigua, que ejerce una especie de hechizo sobre el grupo de amigos que se pasa el día fumando marihuana tirados sobre la arena.
La productora chilena Rebeca Gutiérrez de Pinda Producciones, se sumó al equipo durante la etapa de post producción de la película y apostó desde el primer momento por postularla a la Berlinale. “Yo le pedí a Victoria que confiara. Yo ya había tenido un corto en Berlín en el año 2012, así que conozco bien el espíritu del festival. Teníamos que decidir con qué partir, dónde postular. Me arriesgué por una opción, como en una ruleta rusa. Apostamos todo, y funcionó”, explica Rebeca. “Victoria trabajó con total libertad desde el inicio del proyecto y yo creo que por eso la película tuvo tan buena acogida en Berlín”.
“Héctor” debería llegar a Chile durante el transcurso de este año. Tras su estreno en la Berlinale, Victoria y Rebeca esperan que el cortometraje tenga un largo recorrido por festivales en el extranjero.