El gestor deportivo falleció a los 77 años en Manhattan. La noticia fue informada la tarde del miércoles por la NBA, la liga de baloncesto más popular del planeta y que fuera su hogar por más de treinta años.
por Matias González
Las grandes gestas deportivas están llenas de protagonistas y actores secundarios. Mientras leyendas como Magic Johnson o Michael Jordan brillaban en la cancha y marcaban los 90, tras bambalinas había un abogado que cosechaba los frutos de un maratónico trabajo: salvar una de las ligas más rentables del mundo, de la bancarrota.
David Stern, el legendario gestor deportivo de la NBA, obedece a ese perfil: un actor fuera de la toma, quien dirige la obra más exitosa de finales de siglo. Acá la trayectoria del abogado que cambió para siempre las reglas del juego, no solo en el basquetbol.
El originario de Nueva York llegó por accidente a las grandes ligas. Con 24 años ingresó como un prominente y recién titulado penalista a Proskauer, Rose, Goetz & Mendelsohn, una de las firmas de abogados con mayor proyección de la costa oeste.
Al mismo tiempo, el buffet legal representaba a una incipiente asociación de baloncesto estadounidense, que cumplía dos décadas con números rojos y la amenaza de la American Basketball Association (ABA) al contratar a estrellas que eran de la NBA y focalizarse en buscar a jóvenes con potencial.
Stern era un hombre de desafios: se convirtió en asesor general de Larry O’Brien en 1978, en un momento clave para la liga: sus partidos se estaban transmitiendo en el segmento de “late night” y posteriormente, el escándalo de sus jugadores con cocaína. Solo un milagro podía revivir la liga que conocemos hoy. El salvavidas de la NBA sería la estrategia de Stern.
Ante el escándalo por drogas, inició una política anti drogas en 1983, siendo una de las primeras empresas deportivas en implementar una. Junto a ello, se centró en ligas menores con menores salarios. La estabilidad volvió -al menos- en 1985, el resto es historia.
Con mayor liquidez en el bolsillo, Stern logró revivir la disputa entre los Boston Celtics y los Angeles Lakers durante los ochenta y potenció a sus principales figuras, que comenzaban sus primeros pasos en ligas mayores: Space Johnson, Larry Bird y los espectaculares ascensos de Michael Jordan con los Chicago Bulls.
Stern lograba revivir una industria en menos de una década y desde 1984, como comisionado de la liga. Las transmisiones de sus partidos volvían en horarios de alta demanda, las marcas querían auspiciar la liga y sus mejores jugadores se volvían superestrellas de talla mundial.
Durante su gestión logró aumentar 40 veces los ingresos que generaba su programación y volvió a una empresa ad portas de la quiebra en una de las industrias más robustas de USA, con un patrimonio de US$5.000 millones.
Pero las críticas no cesaron, tanto para Stern como para la NBA: el comisionado era conocido por su irritable temple y eso despertaba críticas dentro de sus propios colegas. Además, enfrentó el racismo contra sus jugadores y el desprecio de una sociedad conservadora como la norteamericana.
El más recordado es su apoyo público a Magic Johnson cuando anunció que contrajo VIH en 1991. Para el máximo líder de la NBA, el respaldo de la institución a uno de sus mayores exponentes es algo que lo llenaba de orgullo, cuando los ojos del mundo miraban con recelo al virus. “Me devolvió la vida” comentó Magic Johnson a Jackie MacMullan para su libro “Cuando éramos los mejores”.
Stern renunció a la NBA en 2014, en su trigésimo aniversario al mando de una multimillonaria industria que forjó creyendo en su equipo y ante todo, en si mismo. Una industria que logró las recordadas medallas de oro en Barcelona 92 con el mítico “Dream Team” y que generó nuevas ligas, como la femenina en 1997 y la G League en 2001.
Actualmente, con más de 100 nuevos jugadores internacionales, Stern logró su meta: reactivar y popularizar el baloncesto a nivel mundial, convirtiendo a la NBA en su principal fábrica de estrellas.
La NBA no sería lo mismo sin David Stern.