por Sebastián Herrera
El cruce entre la rima y el sonido, el beat y el cuerpo, la sequedad de ciertas imágenes que se disuelven en el hambre que espera la hora de la cena; ritmos sincopados, sobre bases lisérgicas, candentes, subyugadas a la consumación sicotrópica, que oscila entre el dub, trap, hip-hop y reminiscencias electrónicas; Magnaminity, de Somadamantina, lanzado por el sello local, Infinito Audio, trae devuelta a una figura oculta, primigenia y mítica de la escena española contemporánea.
Si hablamos de trap europeo, no podría eludirse el trabajo de Cristina Sanz o más conocida como Slim Kawasaki, Original Brillantes o, como se autodenomina ahora, Somadamantina; la madrileña que ha hecho escena entre Barcelona y Valencia desembolsa 8 tracks, que desafían el filo, margen y las dosis de THC que creíamos tolerables, para llevarnos a un viaje de desamor, melodías cadenciosas, contemplativas, adictivas y sugerentes.
Un álbum acompasado, que pronuncia al cuerpo que se aproxima a la sudoración del otro, a beats con glamour y oscuridad; música underground para susurrar sobre los labios, dentro de la boca, para bailar dopado en el desamor, para deslizarse a la velocidad de la lengua, entre papelillos apunto de calcinarse en la neblina del vapor molecular y químico; fugaz y emocional, lánguido y seductor.
Cada pista es una atmosfera de espesas dosis de colocón amoroso, que en la simpleza rítmica de beats, voz y efectos, consigue dar con hondas bocanadas de ritmos medidos, encadenados por sintetizadores, cajas rítmicas y sub-graves.
Después de Wet, publicado el 2017, Somadamantina retorna más melancólica y contemplativa, aunque más sensual y lisérgica, sin nunca abandonar el estilo desafiante que la caracteriza y que la ha hecho colaborar con músicos como Yung Beef. Ahora, en la humedad del deseo, articula tonalidades vaporosas, próximas a los beats que la han hecho ser un nombre ineludible de la escena trap española.
Puedes escuchar el disco acá.