Con un sonido que mezcla la cumbia villera, el trap y el reggaetón, el argentino Bandido debutó hace unas semanas con Turromántico, su primer estreno musical desde que dejó la carnicería familiar en la que trabajaba hasta el año pasado, y el que trae todo el flow de la zona oeste de Buenos Aires.

Hace poco más de un año que el argentino Maximiliano Villalba, hoy conocido en el mundo del trap como Bandido, dejó los cuchillos carniceros por las rimas y los beats. Aburrido de su trabajo en un frigorífico -el que complementaba con su propio almacén de barrio-, renunció al negocio familiar y emprendió camino a sus 26 años en lo que siempre soñó: dedicarse por completo a la música.

A los 11 aprendió a tocar el característico güiro que resuena en las cumbias de Damas Gratis (una de sus bandas favoritas), y a los 25 se aventuró con un canal de Youtube dedicado a las canciones que de vez en cuando grababa en sus tiempos libres. Entre las más recientes está el remix de No Me Conocen, canción que ya acumula más de 45 millones de reproducciones en Spotify y en la que comparte versos con otros exponentes del género como Duki, Rei y Tiago PZK.

Influenciado por la cumbia villera y la cultura del West Side bonaerense (como se le llama a la zona oeste de Buenos Aires, conocida como la cuna del hip hop), Bandido busca reivindicar la cultura de los turros con su primer EP llamado Turromántico, el despegue oficial de una carrera que aunque un poco tardía, ya toma vuelo propio en el género urbano latino.

En marzo del 2020 dejaste tu trabajo como carnicero para lanzarte oficialmente a la música. ¿Cómo fue ese cambio?

“Fue algo muy loco.  Fue en una etapa de mi vida en donde sentí la necesidad de arriesgarme porque si bien estaba trabajando, no me hacía feliz. O sea, estaba agradecido de tener la oportunidad de laburar, pero si no podía hacer música no me sentía a 100% completo conmigo mismo y ahí fue donde decidí probar. Hablé con mi viejo y le dije ´mirá este año no quiero trabajar y voy a arriesgarme con la música´, y a raíz de esa decisión se fueron dando las cosas.  Corrí ese riesgo que gracias a Dios valió la pena”

¿Cómo fue empezar una carrera musical de cero a esta edad? Porque en el género urbano también hay gente que parte muy joven y aunque llevas muchos años haciendo música,  antes tenías otro trabajo. ¿Ha sido muy difícil? 

“Fue difícil desde el día donde decidí ponerme los botines y salir a jugar, pero el amor a la música hace que se vaya tornando más fácil. Eso hace que uno vaya poniéndole voluntad y ganas. La oportunidad estaba ahí y yo tenía que salir a buscarla. Me lo propuse y recorrí un montón de lugares experimentando, nutriéndome, rompiendo etapas de a poco y eso me fue dando la experiencia. Los chicos en Argentina están muy adelantados, a los catorce años ya están muy avanzados musicalmente”

Tu música explotó con el remix de No me conocen junto a Duki, Rei y Tiago PZK, y ya muy poco tiempo desde que empezaste esta aventura, me imagino que igual pegar así tan fuerte repentinamente también debe ser impactante. 

“Fue algo muy loco. Recuerdo que la primera vez que llegué a los 10 mil reproducciones en un tema hice un asado con mis amigos, lo festejé como si hubiese ganado la Copa América. Estaba súper feliz y siempre me preguntaba a mí mismo ´¿será que alguna vez llegaré a un millón de visitas? ¿Cuál será la canción que me llevará al millón?´ Lo que pasó con el remix superó demasiado todas las expectativas que tenía, porque fue un boom así de repente. Trato de disfrutarlo porque viste que cuando pasan ese tipo de cosas uno piensa “qué bueno que me está yendo bien, me relajo” y no. Aquí es donde más tienes que ir para adelante, donde uno empieza a tener miles de responsabilidades. Trato de sacar provecho de esa responsabilidad pero al mismo tiempo disfrutarlo al 100%.

Entraste a la música a través de la cumbia villera, que en Argentina es un género que pega muy fuerte. ¿Cómo fue que te marcó ese estilo?

“Mucho. Yo vengo de un lugar donde se escuchaba fuerte la cumbia. De hecho la mayoría de los grupos salían de la zona donde yo me crié: en González Catán, al oeste de Buenos Aires. Al salir a la vereda se escuchaba cumbia, en la escuela también. En el barrio habían amigos que tenían sus bandas de villera, y por inercia de eso me nutría yo. Era como el trap y el género urbano que escuchan hoy los adolescentes, pero en vez de trap era todo cumbia. Así fui aprendiendo lo básico como tocar el güiro, los bongos, y a sacar notas con el teclado”

Yo sé que tienes un tatuaje dedicado a tu barrio, y que le guardas un cariño especial al lugar donde te criaste. ¿Cómo te inspira ese lugar para hacer música? ¿Qué tiene tu barrio que te define tanto?

“Tiene todo, gracias a mi barrio es que hoy en día puedo estar haciendo esto. Ahí fue donde conocí la música, donde pude formar parte de mi primera banda e ir a mi primera sala de ensayo. La primera vez que canté fue en las jodas de acá. También mis primeros amoríos, mi primera pelea. Todas las experiencias que viví, después las fui plasmando en mis canciones. Por eso le tengo tanto cariño. Hoy me muevo por varias partes de la ciudad, pero siempre necesito una dosis de mi barrio. Uno nunca se va a olvidar de dónde viene”

Tu primer EP se llama Turromántico, haciendo alusión a los turros, que en una época estuvieron muy de moda en Argentina y acá también por los Wachiturros. En esos años fueron bastante estigmatizados y vilipendiados. ¿Por qué elegiste este nombre? ¿Tiene que ver con una especie de reivindicación a la cultura de los Turros que se miró tan mal en algún momento?

“Yo pienso que igual están los wachiturros y lo turro. Antes de que salieran los Wachiturros, en mi barrio los pibes ya se decían turro el uno al otro. Esto venía de mucho antes, la palabra se usaba incluso para hablar de un atorrante o se comparaba con eso. En el barrio ser turro era cortarse el pelo de tal manera y vestirse con conjuntos deportivos cuando todavía no se habían popularizado los Wachiturros. Yo lo adapto más a lo que me quedó a mí del barrio. Turromántico es porque puedo hacer cualquier estilo, pero el que más me identifica es el romántico”

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Antes me contabas que la escena en Argentina está muy unida, pero hace unos años en la escena latina hubo harto beef ¿Cómo lo ves tú ahora? ¿Cambió la idea de que tiene que haber mala onda entre artistas del género?

“Desde mi punto de vista, hay madurez. A la mayoría de los pibes el género los agarró en una etapa de adolescencia en donde no tenían los conceptos todavía muy claros.  De ahí fueron recorriendo camino, y eso les dio cierta madurez. Se dieron cuenta que lo mejor era estar todos reunidos y representar a la Argentina como tiene que ser, eso es lo que está pasando ahora. Y por eso estoy muy contento de justo entrar en esta etapa, no sé si me hubiese  gustado vivir en el momento donde había mucho beef. Yo no soy de prender fácil, pero gracias a Dios estoy aquí donde están todos tirando todo para el mismo lado. Estoy muy contento de estar viviendo esto recién ahora y no antes”

Por último, quería preguntarte qué opinas de esa idea que se creó en el mundo urbano sobre tener muchos millones, mansiones y grandes lujos. ¿Se alinea eso con tu propio sueño? ¿Crees que ahora está cambiando eso de que la música urbana tiene que ser ostentosa?

“Yo pienso que cualquier persona que viene de un barrio bajo sueña y fantasea con esa idea de tener esos lujos. En algún momento de tu vida se te va a cruzar por la cabeza dártelos, pero siempre hay que estar con los pies sobre la tierra. Mi mayor sueño es que mi familia ya no trabaje más y yo pueda estar viviendo de lo que amo que es la música, eso es lo que siempre quise. Quiero que el esfuerzo mío y el de mi familia valgan la pena. Yo no soy mucho de querer ostentar y todas esas cosas. Más de adolescente sí, pero como que ahora tengo otro tipo de pensamiento. Me gustaría más recorrer el mundo, no sé, eso flasheo hoy”