Durante su juventud, Oscar Morales fue internado en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak, tras ser diagnosticado con esquizofrenia. Allí vive hace más de 45 años y su vida no es diferente a la de otro paciente del lugar, excepto por un detalle: él es artista. Sus cuadros —que pertenecen al art brut o arte marginal— han sido exhibidos en el MAVI, en galerías en París, y en mayo de este año, también ganó un premio internacional. Sin embargo, con todo el éxito que ha logrado, Oscar sigue siendo un paciente psiquiátrico, olvidado por su familia y marginado por la sociedad.

Al caminar por uno de los pasillos principales del segundo piso del edificio principal —en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak, ubicado en Recoleta—, Oscar Morales observa fijamente las paredes. No es la primera vez que hace ese recorrido. Después de vivir casi toda una vida internado en el lugar, la caminata es parte de su rutina diaria.

Sin embargo, en los últimos años, el pasillo del segundo piso se ha diferenciado del resto: sobre sus paredes hay colgados poemas y cuadros pintados a mano. Todos de la autoría de él. Su vida habría pasado desapercibida, al margen de la sociedad, como ocurre con la mayoría de las personas que sufren algún diagnóstico de salud mental en Chile, si no fuera porque su arte ha sido reconocido en nuestro país y en el extranjero. 

Sus trabajos que hoy cuelgan en el instituto psiquiátrico han estado en una galería en París y han sido comprados por coleccionistas de países como Portugal y Austria. Además, fueron exhibidas, por primera vez en Chile, en el Museo de Artes Visuales (MAVI) en 2018.  Y en su día de inauguración, la exposición de Oscar fue la más visitada en los últimos cinco años: en un mes la visitaron más de cuatro mil personas.

Entre los asistentes a la inauguración, había otros pacientes psiquiátricos, médicos y personal del instituto que conocían al artista, pero de sus familiares, ninguno asistió. Oscar no sabe de ellos desde los 25 años, casi al mismo tiempo en que le dieron su diagnóstico.

Según el Ministerio de Salud (Minsal), la esquizofrenia es un conjunto de trastornos mentales caracterizados por alteraciones de la percepción, del pensamiento y de las emociones. Estas comprometen las funciones esenciales que dan vida a las personas: la vivencia de su individualidad, singularidad y dominio de sí misma. Por lo tanto, suelen alterar de forma muy importante la vida de las personas que las padecen y también la de sus familiares y amigos. 

También se caracteriza por la aparición de alucinaciones auditivas, distorsiones y trastornos del pensamiento y síntomas negativos de desmotivación, negación de sí mismo y reducción de la emoción.

Actualmente, la prevalencia de la esquizofrenia en Chile es de 1,4 a 4,6 personas por cada mil habitantes, con una incidencia de 12 casos nuevos por cada cien mil habitantes por año. Las causas de su brote o aparición aún no se conocen con exactitud, sin embargo, algunas investigaciones apuntan a que podría ser un conjunto de factores genéticos y ambientales, que al interactuar podrían causarla. Es decir, a cualquier persona le podría pasar de un momento a otro.

Sentado en una de las salas del instituto, Oscar Morales intenta recordar su historia. Le cuesta hablar, conectar las ideas y desarrollarlas. Busca cómo comunicarse, pero se le dificulta relatar todo lo que ronda por su mente. Tiene 70 años, pero su cuerpo y movimientos parecen ser de una persona mucho mayor. Su arrugado rostro evidencia una vida de encierro y la experiencia de los peores tratamientos que se usaban hasta hace algunas décadas, como el electroshock.

Durante la conversación, el artista suele fijar su mirada en alguna parte de la habitación. Pareciera estar absorto en el espacio. Responde las preguntas sin mirar a la cara. Pero, en algunos momentos, sí logra mirar a los ojos. Él sabe cuándo hacerlo.

—¿Qué es para usted la pintura?

“Es una cosa futura, una cosa brillante, como un diamante brillante. También puede ser una cosa gigante, algo suspirante que nos hace a todos poetas, creadores e inventores”

Oscar guarda silencio por unos segundos y comienza a buscar algo entre su ropa. Debajo de su camisa, abotonada hasta el cuello, saca un collar con una insignia tallada. “En mi infancia pintaba árboles”, dice mientras toca su medalla de madera con la imagen de uno. “Es el árbol de la vida”, agrega.

—¿Qué lo motiva a pintar y escribir poemas?

“Cuando lo hago me siento contento, con alegría. Es algo que no puedo describir. El arte me lleva a mis recuerdos de infancia, la mejor época de mi vida”

Obra de Oscar Morales

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Oscar Morales nació en Copiapó en 1951 y la mayoría de las personas en su familia trabajaba en las minas. Su padre era tractorista en la Empresa Nacional de Minería y su mamá se dedicaba a cuidar a sus seis hijos. Desde pequeño realizaba dibujos, como la mayoría de los niños. Pero él recuerda que siempre estaba en un hospital, al que solía ir casi todos los días.

“No sé por qué me llevaban, estaba chiquito. Pasaba hospitalizado y me dijeron que me había dado autismo, que era un cabro autista. Después, cuando fui grande, me dijeron que los que tenemos autismo poseemos una potencia extraordinaria de la mente, somos genios”

Sus estudios los realizó en la Escuela Superior N°1 de Copiapó. Luego, a los 19, se presentó voluntariamente al Servicio Militar y el 1 de abril de 1970, partió  como soldado conscripto en el Regimiento de Ingenieros N°1 de Atacama, un sitio que durante la dictadura fue utilizado como centro de detención y tortura: un lugar del que Oscar no guarda buenos recuerdos. 

Sólo estuvo un año en el ejército, se graduó de Cabo de Reserva y comenzó a viajar esporádicamente a Santiago para asistir al Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak. En esa época, Oscar recuerda que ya presentaba los primeros síntomas de esquizofrenia: “Tenía paranoia por temor, yo pensaba que el diablo me andaba persiguiendo, me perseguía en la frente. Todo eso lo padecí en carne propia, andaba escondido, asustado y son cosas mentales no más, tomándose los remedios se pasan todas esas cuestiones”, relata.

En 1975, cuando tenía 24 años, su familia, por recomendación de los médicos de esa época, lo  internó de manera permanente. Y desde esa época, sus padres y hermanos no lo visitaron nunca más.

—¿Alguna vez supo algo de su familia?

“No. Pero yo creo que están bien. Ojalá que estén bien”

—¿Le gustaría volver a verlos?

“No”

—¿Por qué?

“Porque acá estoy bien. No los necesito”.

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El paciente con esquizofrenia que vende sus cuadros a Europa
Retrato de Oscar Morales por @pictomono en Instagram

Los cuadros que pinta Oscar Morales son catalogados como art brut o arte marginal, término creado en 1945 por el crítico de arte Roger Cardinal y por el artista francés Jean Dubuffet. Dentro de esta categoría pertenecen todos los creadores que son personas ajenas al mundo artístico y que no poseen ninguna enseñanza o formación académica.

El sicólogo Ernesto Bouey conoció a Oscar Morales en 2012, cuando fundó el proyecto Radio Estación Locura, un medio de comunicación del Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak que está  inspirado en otras radios de Latinoamérica, como Radio La Colifata, de Argentina, y Radio Diferencia, de Valparaíso. Es un espacio de independencia y autonomía como forma de terapia inclusiva y participativa, donde los usuarios tienen un lugar para crear y participar de forma libre.

Uno de los primeros en sumarse a Radio Estación Locura fue Oscar Morales, quien rápidamente se acostumbró al formato y comenzó a llevar sus pinturas y poemas. “Lo que más me llamó la atención es su escritura, sus poemas son geniales, tiene ritmo y un manejo del lenguaje muy interesante. También lleva sus pinturas, pero yo no sabía lo que eran porque no sé de arte”, confiesa Ernesto Bouey.

—¿Es común que un paciente con esquizofrenia destaque en un área artística?

“No, no lo es. En general las personas del hospital son como todo el mundo, pero Oscar es un genio. Yo les he mostrado cuadros a otros artistas visuales y se sorprenden, sin saber nada de su historia personal. Piensan que es alguien que ha estudiado arte”

—¿Y cómo reaccionan al conocer su historia?

“Se sorprenden. Encuentran terrible que dependa de una institución psiquiátrica. Sería ideal si pudiese hacer una vida normal, más libre”

Ese mismo año, Christian Berst, dueño de la galería de arte Christian Berst art brut, ubicada en París, se encontraba recorriendo Sudamérica, junto a su socio Daniel Klein. Al llegar a Chile conocieron las obras de Oscar. 

En esa ocasión, el coleccionista compró un gran número de obras para su galería, avaluadas en siete millones de pesos. “Todo lo que puedo decir es que particularmente amo las obras que muestran este tipo de mitologías personales tratando de explicar las preocupaciones metafísicas. Una gran parte de su belleza radica en su misterio. Oscar Morales ha encontrado su propio lenguaje gráfico, mezclando textos e imágenes, al igual como lo hizo Da Vinci en su código”, dice Christian Berst desde París.

Dos años después, la artista Grace Weinrib, ganadora de la beca AMA —otorgada por la fundación de Juan Yarur para impulsar el trabajo de artistas contemporáneos chilenos en el extranjero— se unió al equipo de Radio Estación Locura e invitó a Ernesto Boeuy a una inauguración de una exposición en la Biblioteca de Santiago sobre trabajos de pacientes esquizofrénicos de la Red de Salud San Benito Menni. También le comentó que estaría presente Paula Caballería, en ese entonces directora de Educación e Inclusión del MAVI, y que, quizás, podrían dar a conocer el trabajo de algunos integrantes del programa radial, entre ellos, el de Oscar Morales.

Sin dudarlo, Ernesto Boeuy asistió al evento.

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Lo primero que Paula Caballería recuerda sobre la exposición de la Red de Salud San Benito Menni, es que cada paso se dio como de forma casual. Ella conoció el trabajo de los pacientes tras recibir la solicitud de un encargado de la red de salud, para autorizar un recorrido en el MAVI.  “Me llamó la atención que vinieran casi a pedirme por favor que les hiciéramos una visita. Les pregunté por qué no iban a otros museos y su respuesta me sorprendió. En todos los otros lugares les habían cerrado la puerta porque no estaban capacitados para realizar visitas a esquizofrénicos”, cuenta.

—¿Se requiere de algún conocimiento especial para estas visitas?

“No se requieren grandes capacidades, sólo un corazón grande, un grado de sensibilidad y aceptación a la diversidad. Ellos son como cualquier persona y les hacemos la visita como a cualquier otra persona”

Tras realizar el recorrido en el museo, Paula Caballería comenzó a ir a la Red de Salud Mental San Benito Menni y notó que varios pacientes tenían un potencial en expresar sus sentimientos a través de la pintura. Tiempo después realizó un taller con ellos, el que concluía con una  exposición con todas las obras. “Me conseguí un fondo con el Servicio Nacional de Discapacidad (Senadis) para montar la exposición, pero los directores del MAVI me dijeron que no podía ser en el museo, ya que lo que ellos hacían no era arte”, dice.

Finalmente logró que la Biblioteca de Santiago en Quinta Normal, le prestara una de sus nuevas salas para hacer la exposición. En esa ocasión sí asistió parte del directorio del MAVI. “Quedaron con la boca abierta. Me dijeron que jamás imaginaron que ellos podrían hacer cosas como esas. Después de eso, la frase fue: ‘si quieres hacer otra cosa, cuenta con el museo’”, relata Paula Caballería.

En esa exposición, Paula Caballería conoció al psicólogo de Oscar y, posteriormente, al artista. Al ver sus pinturas, ella asegura que “inmediatamente supe que era arte. Quedé impresionada porque a diferencia de las obras de los pacientes del San Benito Menni, que era más arteterapia, lo de Oscar es arte, él es un artista”, reafirma. 

“Él vive en este contexto de un hospital y necesita expresar y contar lo que le pasa, lo que siente día a día. Eso lo hace a través de la pintura. El término marginado es porque no es aceptado dentro de la estética del arte, de lo académico”, agrega Paula Caballería.

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Es así como Ernesto Bouey, Grace Weinrib y Paula Caballería, comenzaron en el 2017 a trabajar junto a Oscar Morales, y otros dos pacientes del hospital e integrantes de la radio, en una exposición. Paula Caballería consiguió un espacio de dos semanas en la calendarización 2018 del MAVI, la que después se extendió a un mes, y formaron la exposición “Radio Estación Locura”.

La exposición comenzó a generar un debate sobre la situación de Oscar Morales, ya que destacaba más entre los otros expositores. Es así como un grupo de curadores de otro museo se acercó a Paula Caballería y le explicaron que la exposición era incorrecta porque estaba fuera del contexto en que se creó: el hospital psiquiátrico.

“No puedes traer los cuadros con la misma estética porque lo que había que hacer era dignificarlos. Muchas de sus obras, hechas en hojas de block, fueron enmarcadas. Eso genera un cambio y ponerlas en un museo le da un título de gran artista, al mismo nivel que otros”, cuenta Caballería. “Con su exposición me comenzaron a surgir muchas dudas desde el punto de vista social. Ahora que vende obras, ¿qué pasará con Oscar? ¿Puede manejar sus platas? ¿Se volverá independiente? No sé quién puede responder eso”, agrega.

Esas mismas preguntas le surgieron al psicólogo Ernesto Bouey, quien piensa que la situación de independencia de Oscar Morales es complicada. “Tendría que tener una fuente de ingreso estable, más allá de su pensión. Él tiene casi 70 años y no le dan trabajo, pero si pudiera vivir de su arte, estaría feliz”, dice.

Obra de Oscar Morales

—¿Es difícil para estos pacientes encontrar trabajo?

“Chile es un país especialmente prejuicioso. Si alguien escucha que hay un diagnóstico de esquizofrenia, lo primero que piensan es que son asesinos o violadores, lo relacionan mucho con la delincuencia y eso no está ni cerca de la realidad”

Un estudio realizado por el Servicio Nacional de Discapacidad en 2017, junto al Minsal, arrojó que un 75% de los empleadores señaló tener dificultades para contratar a personas con esquizofrenia, evitando el acceso al mundo laboral de los pacientes con problemas de salud mental.

Situación de la que tiene conocimiento Claudia Barrueto, psicóloga del Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak, quien trabaja con pacientes con esquizofrenia y su reinserción laboral. Ella cuenta que sus pacientes tienen dos posibilidades, una de ellas es tener un trabajo protegido, como por ejemplo, doblar cartas en sobres, los que son mal remunerados y que no permiten una independencia económica. La otra opción es simplemente mentir.

“Muchos están capacitados para tener un trabajo común, pero no se los dan porque les tiembla la mano o son más tímidos, entonces, todos los profesionales del hospital psiquiátrico, les decimos que oculten que tienen esquizofrenia. Si un paciente va a buscar trabajo en un lugar de administración y lo dice, no lo van a contratar “, cuenta Barrueto.

—¿Qué te parece esa situación de tener que pedirles que mientan?

“Que estamos locos (ríe). Es ridículo porque tenemos que decirles que cuando tienen un vacío muy grande en el currículum, que no digan que estuvieron hospitalizados en el psiquiátrico. Imagínate que ahora te discriminan si tiras muchas licencias, cómo será si dices que tienes esquizofrenia. Actualmente tengo tres pacientes que están trabajando y nadie sabe que tienen esa enfermedad”.

Desde el 1 de abril de 2019, entraron en vigencia dos reglamentos nuevos de la Ley N° 21.015 que Incentiva la Inclusión de Personas con Discapacidad al Mundo Laboral. Estos tienen por finalidad promover una inclusión laboral eficaz de las personas con discapacidad, tanto en el ámbito público como en el privado. 

Sus principales temas a abordar son que los organismos públicos y las empresas con 100 o más trabajadores y trabajadoras deberán contratar al menos el 1% de personas con discapacidad; eliminar la discriminación salarial de las personas con discapacidad mental y respetar su dignidad; fijar en 26 años la edad límite para el Contrato de Aprendizaje para personas con discapacidad; se prohíbe la discriminación hacia personas con discapacidad y que contarán con garantías en los procesos de selección laboral del Estado.

Para el psicólogo Ernesto Bouey, el futuro de Oscar Morales no cambiará por las adversidades que tienen que enfrentar las personas con esquizofrenia en Chile. “Estuvo en la exposición, vendió sus cuadros, pero creo que todo seguirá igual en su vida. No hay muchas oportunidades para él. Ojalá pudiera hacer más exposiciones, pero eso depende de alguna galería o museo que se interese en mostrar su trabajo. Me gustaría que fuera distinto, pero siendo realista, lo más probable es que Oscar siga igual”, dice.

—¿Oscar está con el alta médica? ¿Se puede ir cuando quiera del hospital?

Sí y no. Se sigue atendiendo en el hospital y si él quisiera salir caminando e irse caminando a otra parte, lo puede hacer. ¿Pero qué tan efectivo es eso? Hay personas que han estado 40 años encerrados en el hospital, como él, y salir a la comunidad no es fácil. Oscar ha vivido todo el cambio de salud mental y trastornos psiquiátricos en Chile. Los tratamientos y fármacos que han usado con él son macabros. Muchas veces lo tenían babeando por los pasillos porque todavía existe una lógica médica que no está pensada en la inclusión, al contrario, en que ellos tienen que cambiar y adaptarse a nosotros. En Radio Estación Locura tenemos el mismo pensamiento que Senadis, que tenemos que aprender a convivir con la gente que delira, no quitarles el delirio”

—¿Cuál sería el destino de Oscar si no hubiese pasado por todos estos tratamientos?

“Estaría en otro lugar porque él es un genio. Sin su talento tendría el mismo destino que tienen las otras personas: se vuelven dependientes del hospital, viven una vida de encierro y mueren ahí dentro”

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Actualmente, el edificio principal del Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak es utilizado solo con residentes de corta estadía. Oscar aún pertenece al instituto, pero vive en un hogar protegido, parte del Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría —financiado por la Subsecretaría de Redes Asistenciales del Minsal—, que busca evitar la institucionalización de pacientes de larga estadía en algún centro de salud y que no tienen una red de apoyo externa que los acompañe.

En Chile solo otros dos centros psiquiátricos cuentan con la modalidad de larga estadía. El Instituto Horwitz lidera la lista, donde la residencia de sus pacientes promedia los 4.550 días, es decir, casi 12 años en el lugar. Oscar es uno de ellos, pero él ha vivido más de 16 mil días como un paciente más. Y seguirá y morirá ahí.

El artista comparte, junto a otros pacientes en similar situación —y a los que considera parte de su familia—, en una casa en Recoleta. Todos simulan una vida normal, pero con la atención, tratamientos y cuidados de los doctores. Oscar, por ejemplo, podría salir todos los días a trabajar, pero aún sigue cesante. También podría irse, sin embargo, él sabe y reconoce que no puede armar una vida fuera del círculo de protección del instituto psiquiátrico. “Me gusta vivir aquí. El hospital se convirtió en mi familia, tengo a mis amigos que son mis hermanos, son mis compañeros. En otra parte no los tendría”, confiesa.

Antes de la pandemia, Oscar participaba en la Radio Estación Locura, leyendo sus escritos en su programa El poeta del pueblo. Escribió más poemas y tiene cerca de 50 nuevos cuadros para vender o exponer. Hoy el programa está suspendido, pero sus textos fueron incluídos en Una invitación – un poema, libro que recopila prosas de 150 poetas, entre ellos, Raúl Zurita.

Además, en septiembre de 2020, sus obras fueron exhibidas en la Bienal de Berlín, en el KW Institute for Contemporary Art, ubicado en la misma ciudad. También, en mayo de este año, sus cuadros formaron parte de la exposición web Los Colores de mi alma, la primera edición que realizó la fundación catalana Sebta-Chile, en colaboración con la Corporación Cultural de Las Condes. Entre las 70 obras recibidas, una de ellas ganó el premio Setba: la de Oscar Morales.

El dinero que recibió, lo depositó en la cuenta bancaria que maneja. Antes, su dinero era distribuido por el hogar protegido y hoy, él administra sus propias ganancias, incluyendo los cuadros que vende en Chile y los siete millones de pesos que recibió de la colección en la galería en París. También la utiliza para comprar los materiales con los que pinta los cuadros: hojas de cartulinas, pinceles, pinturas y lápices de colores marca Giotto, sus favoritos.

—¿Usted se considera un artista?

“Soy un artista. El arte es bello, pero la locura puede ser peligrosa. La locura es algo que se siente, pero puede ser pasajero. Tampoco es malo, todos los seres humanos tenemos algo de locura, puede ser de amor, de sentimientos, locura de pasión y frenesí. El arte y la locura son hermanos”

Antes de continuar, Oscar Morales vuelve a tocar su collar con un árbol de madera. Lo acaricia con sus ásperos dedos, mientras observa sus cuadros colgados en la pared. Luego fija la mirada hacia los ojos y dice:

Ojalá pueda pintar para siempre”.

Poema escrito por Morales