¿Qué se necesita para pasar de un touch and go a una relación? ¿Cuál es el hito que dice ´sí, démosle´ e induce a la formalidad?
Carolina, 27 años. Santiago de Chile.
Hace 3 meses hice match en Tinder con un hombre con el que he roto todas mis reglas. La primera, no tirármelo la primera noche (y lo hice) y desde ahí, como nunca antes en la vida, hemos tenido sexo casi a diario, porque no nos hemos dejado de ver. La química es impresionante. Tengo 27 años y nunca había sentido algo así, ni siquiera en la adolescencia.
Estamos entrando en la fase donde, además de tirar como animales, nos reímos de las mismas cosas, sabemos cuál es el bajón favorito del otro, conocemos perfectamente nuestras alarmas y yo me sé de memoria cuánto tengo que esperar para que salga agua caliente por su ducha en la mañana. Tengo mi lado de la cama (en su cama) y hace poco él me compró un cepillo de dientes para que yo tuviera uno en su baño.
Estaba a punto de decirle te quiero, pero me imagino que esas cosas le dan miedo a todo el mundo. Porque a mí se me cortaba el cuerpo. Y siento que él también quería decírmelo a mí. La próxima semana estaré de cumpleaños y me moría por invitarlo, que conociera a mis amigas, a mi familia, y que compartiera conmigo. No es mi tira amigo ya. Es alguien que me escucha, me apoya y me hace reír cuando las cosas no salen bien.
Pero cada vez que intentaba pronunciar lo que siento por él, me frenaba. Hace una noche, después de una bondadosa rutina de sexo, me tiré un pedo. Así, tal cual. El sonido no pasó desapercibido y yo rápidamente sentí cómo se me ponían rojas y calientes hasta las orejas.
Lo miré con ojos de huevo frito y él me miró de vuelta. Sostuvimos la tensión por los cinco segundos más largos de mi vida, hasta que nos largamos a reír. Y me tuve que tapar con la sábana. Él se rió más de ese gesto, porque incluso me dijo: ‘Allá abajo no están mejor las cosas´
Yo estaba muerta de vergüenza. Atormentada por algo tan humano y corriente como un pedo. Y de verdad quería que me tragara la tierra. Pero el pedo coronó esta buena racha: él me tomó la cara, siguió sonriendo y me dijo “qué tierna te ves cuando te pones así”, me dio un beso, nos abrazamos y a la mañana siguiente (y después de recordar lo que había pasado entre risas) me preguntó si esto era exclusivo o no. Me dijo que quería formar parte de mis espacios. Y que quería escuchar más pedos míos, por un buen rato. Le dije que lo quería, él respondió que me quería más.
Necesitábamos un poquito de humanidad. Un poquito de realidad. No somos perfectos. Estamos llenos de pedos. Parece que a veces hay que sacarse tanto filtro de instagram y volver a ser humanos comunes y corrientes (y esto me lo repito a mí misma todos los días)