Tal como leíste: el origen de uno de los mejores acompañamientos es en la isla chilena. Y no, no tiene que ver con leyendas de la zona (al menos no por completo), sino con la exportación de algunas papas varios siglos atrás y que provocó una hambruna en más de un país, pero también en la popularización del tubérculo. Te contamos el origen de las papas que comiste ayer.

Puede que la disputa por la nacionalidad del pisco nunca llegue a su fin, pero si hay algo de lo que Chile puede enorgullecerse por originar es la gran variedad de papas a nivel mundial desde el siglo XVI. Y es que en la isla de Chiloé existen al menos 286 de variedades de papas nativas de distintos colores y formas; que incluso son utilizados de manera medicinal para tratar hemorragias y disminuir la temperatura en caso de fiebre, por ejemplo. Además de tener una leyenda de una gran serpiente marina que come la flor del tubérculo y que trae gran fortuna a quien lo atrape.  

Si bien los científicos afirman que las papas se originaron en la zona peruana de la Cordillera de los Andes, un reportaje del Economist reveló que es probable que las primeras que fueron exportadas a Europa salieron de Chiloé. Y fueron esos tubérculos los que causaron impresión en el continente, sobre todo como una curiosidad botánica que era utilizada para dar de comer al ganado. 

Sin embargo, cuando comenzaron a popularizarse se dieron cuenta que las 12 horas de luz que recibían en Latinoamérica no eran las mismas al otro extremo del mundo, y con esta conclusión llegó la plaga. El tizón de papa, un tipo de hongo que se esparce rápidamente entre los sembradíos y genera grandes pérdidas, llegó para arrasar con todo y provocó la Gran Hambruna de Irlanda y otros países en el siglo 19. 

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El reportaje reveló que mientras China, India y Rusia son los tres países con mayor producción de papas en el mundo, más del 90% del origen de sus variedades pueden ser rastreados hasta la isla chilena. No por nada en 2012 las Naciones Unidas reconocieron el esfuerzo que las y los chilotes ponen para preservar su herencia agricultora. 

Precisamente producto de la sensación de que algo se iba a perder, durante los 60’s el agrónomo Andrés Contreras comenzó una misión que le tomó décadas: documentar las papas chilotas en todas sus formas y colores. Su trabajo contribuyó a la conservación de variedades de estos tubérculos que estaban al borde de la extinción, y también en la creación del banco de papas de la Universidad Austral de Chile, donde cultivan y preservan variedades difíciles de encontrar. 

Así que cuando comas una papa en formato frito, puré, en la cazuela o en el que más te guste, podrías estar comiendo una que recorrió el mundo desde Chiloé para llegar a tu casa.