Mientras los expertos hablan de una ‘pandemia silenciosa’, para referirse a la crisis de la salud mental que se aproxima,  una de las actrices con más trayectoria de nuestro país encarna a una persona deprimida en la obra del mismo nombre. En esta conversación eso sí habla de otros síntomas: el miedo al paso del tiempo, al de una sociedad del entretenimiento que castiga a las mujeres sobre los 50 años, un mundo del espectáculo donde la brecha salarial persiste y del impacto de la cultura de los likes en las nuevas generaciones.

Hace unos días la ministra de Salud, María Begoña Yarza, habló sobre la realidad de la salud mental en nuestro país y señaló que el gobierno planea subir el gasto en salud de un 2,4% a un 5% durante este año. “cuando uno mira la realidad de la sociedad chilena, se da cuenta que hemos construido un camino complejo. En cifras prepandémicas, el 23% de la población declaró que tenía algún trastorno o síntoma relacionado con la salud mental”, dijo.

Y según el informe Felicidad Mundial 2022, Chile se posicionó como el cuarto país con el porcentaje más bajo en este ámbito. Se habla harto de la depresión. Pero pocas veces son las personas deprimidas las que hablan de padecer este trastorno de salud mental, que se caracteriza por una tristeza patológica y la disminución de la vitalidad.

La actriz Amparo Noguera (57), durante 50 minutos, encarna a una persona deprimida en la obra de teatro del mismo nombre. Una colaboración chileno-argentina, dirigida por Daniel Veronese y que forma parte de Coproducciones Mil, de la Fundación Teatro a Mil.

Y a pesar de nunca haber tenido depresión, Noguera se aventura a relatar la experiencia de una persona que quiere ser escuchada y que habla de su interacción con psicofármacos, la trillada idea de que tenemos que reparar la relación con nuestros padres, los gestos que en medio de las sesiones hacen algunos especialistas cuando con discreción miran el reloj contando los minutos, esperando terminar el encuentro. Hasta habla de retiros para encontrarse con el niño interior. Y aunque esto puede sonar insólito, el público se ríe. 

“Hay cosas que, para una mente que está en un nivel centrado, producen risa”, dice. 

¿Y quién está centrado hoy en día?

Amparo se toma una pausa antes de responder.

“Nadie (se ríe), por eso es difícil hablar de esta obra”.

¿Y cómo estás tú? ¿Centrada o descentrada? 

“Completamente descentrada. Siento culpa con la queja: me quejo mucho porque estoy agotada, cansada, y aunque tengo trabajo y salud, y uno cree que debería vivir agradecido por eso, me quejo igual. Pero es que antes estaba acostumbrada y ya no. Siempre he trabajado, desde las 8 de la mañana y terminaba a las 11 de la noche, pero después de la pandemia, cuando uno descubrió que había una vida puertas adentro y que a uno le gustaba hacer cosas cotidianas, empecé a valorar ese tiempo y con el regreso a la ‘normalidad’, meter las patas al barro de nuevo me cansa”.

La actriz Amparo Noguera (57) encarna a la protagonista de “La persona deprimida”, dirigida por el argentino Daniel Veronese.

Cuál es tu diagnóstico: ¿el mundo de la actuación se ha actualizado a los nuevos tiempos? 

“En temas de género hay cosas que siguen pasando. Alonso puede tener una pareja de 35 años en la ficción, pero yo no. Y en los sueldos todavía se refleja: una actriz puede ganar 20% menos que un hombre, aunque tenga la misma trayectoria. A veces yo creo que soy mala negociadora también”.

¿Te sentiste castigada profesionalmente cuando entraste a los 50?

“Tengo 57 y hoy día justamente estaba hablando con un compañero de trabajo sobre lo complicado de este tema”.

¿También tiene 50?

“No, tiene más. Y es complicado porque yo me junto con gente mucho menor por cosas del trabajo. Me entretienen. Es una generación con la que me llevo bien, pero es imposible no darse cuenta de esa distancia enorme y empiezo a sacar la cuenta de que en tres años más tendré 60 ¡Y qué fuerte! Tengo una perrita que llegó a mi casa, que tiene cuatro meses, ella vive bien, pero se va a morir cuando en 13 años ponte tú, y saqué la cuenta y dije: ‘Es la última mascota que voy a recibir’. Me carga la idea de envejecer. ¿Qué mala onda o no? Pero no hay nada qué hacer”.

¿Qué es lo que más te carga de envejecer?

“Que me queda menos tiempo para hacer cosas (…) Que se acaban las oportunidades en teatro y en televisión sobre todo. Es satánico. Está también esta cosa que yo siento que soy más joven de lo que me veo en el espejo. Adentro uno es más joven.  

El otro día hablábamos con colegas sobre qué hubiéramos hecho hoy, si fuéramos de las nuevas generaciones y tuviéramos el éxito que tuvimos en las teleseries de Sabatini, ¿qué habría pasado con las redes sociales? Yo creo que estaríamos locas y el trabajo se habría ido para un lugar que no me resulta interesante: la venta permanente de uno. De tu imagen. Nosotras estábamos muy centradas en el trabajo y compartíamos con actores 30 años más grandes, eso también pasa hoy, pero siempre con el celular cerca, esperando la selfie, capturar un momento para subirlo, entonces es una comunicación distinta. Es pensar en la venta del cuerpo constantemente. Vivir para afuera. Hay una generación que está presa de eso, que creen que los likes miden la calidad de su trabajo y no es así”.

¿No te consideras un producto comercial?

“No. O sea, tengo instagram. En algún momento, cuando partió la pandemia y se cerraron los teatros, me invitaron a vender saludos. Vi una oportunidad, pero duré tres días (se ríe) ¡No pude! Llamé a la persona y le dije muy amablemente que no podía. Pero todos pueden hacer lo que quieran, yo hablo por mí. Uno está pegado en una manera de ser que ya no es. Me gusta mucho esta cosa fluida que tienen los jóvenes hoy. Es notable de todas formas, porque por otro lado rompen paradigmas de estructuras familiares muy interesantes. Algo súper positivo”.

¿Por qué decidiste participar de la campaña del presidente Boric?

“Porque me parece que tiene que ver con estos tiempos: él tiene que ver con los estudiantes, con una generación que cambió Chile, la que movió el paradigma, ellos por una cosa generacional, cómo viven la vida, cómo se presentan y lo que encuentran necesario, es contingente”. 

La actriz participó en la franja del entonces candidato Gabriel Boric trayendo de vuelta uno de sus más reconocidos personajes de la televisión chilena.

Se desprestigia mucho este gobierno cuando apenas se han cumplido dos meses, ¿qué te pasa con eso?

“Sospecho. Siempre supimos que para Boric las cosas serían difíciles, pero sospecho del nivel de rabia tan rápida que hay, el nivel de lumpenaje de las protestas de plaza Dignidad. Creo que le están haciendo la cama al gobierno. Pero no me baso en nada. Son observaciones”

Si tuvieras que dar un diagnóstico del Chile de hoy, ¿cuál sería?

“Estamos todos traumatizados post pandemia. Esto de que quieran que volvamos a la ‘normalidad’ de una manera tan rápida es una completa locura”

Amparo corre a cambiarse, se sube al escenario y empieza con el monólogo. Y efectivamente, mientras avanza la historia, y su voz recorre el teatro, la interrumpen las alarmas de notificaciones de asistentes olvidadizos que no apagaron sus teléfonos al entrar. 

Y la persona deprimida, sin caer en la cólera, las escucha y orgánicamente integra estos sonidos a su relato mientras busca culpables a su malestar: ¿fueron sus poco amorosos padres los que la enfermaron? ¿Por cuántos psicofármacos debe pasar? ¿A cuánta gente de su círculo de apoyo cansa con su queja? Y más que respuestas, ella sólo encuentra preguntas. 

*La obra se presentará del 5 al 8 de mayo y del 12 al 15 de mayo en el Teatro Finis Terrae, Providencia. Las entradas están a la venta en PuntoTicket.