“Porque ha sido tan difícil llegar a ella con este tema”, nos explicó la directora ejecutiva de Fundación Daya. “Y me extraña, porque ella siendo mujer, siendo madre, médico… me encantaría, más que fumar quizá, poder conversar cara a cara con ella de estos temas”.
Ana María Gazmuri iba en tercero medio, a punto de cumplir 16 años, cuando fumó por primera vez. Estaba con sus amigos viendo las competencias de atletismo cuando alguien del grupo la invitó a fumar una cosa poca. “Me dijeron que a la primera no te volabas, entonces fumé”, dice entre risas Gazmuri quien reconoce que ese momento lo recuerda con gracia.
Al principio creyó ese mito de “a la primera no te vuelas”, pero al paso de los segundos comenzó a concentrarse en algo común y corriente y que jamás había llamado tanto su atención antes: las palomas. Se pegó con las palomas, alucinó con las palomas, sentía que nunca había visto una paloma tan extraordinaria, que nunca le había llamado tanto la atención el color de esas aves. “Les decía a mis amigos que nunca me había dado cuenta de lo lindas que eran la palomas”, cuenta quizás con la misma gracia y risa acogedora de aquella escena que vivió en su adolescencia.
Más allá de la anécdota, Gazmuri recuerda esa experiencia como un proceso bonito en el que comenzó a estar atenta a ciertas cosas cotidianas como lo puede ser el cielo y el sol pero que comenzó a disfrutar y a sentir distinto. Confiesa que se le abrió una forma de ver las cosas, de sentir los detalles, capacidad que ella agradece sonriente y que mantiene en su memoria como un recuerdo bello.
Hace cuatro años, Gazmuri (51 años) dejó atrás una carrera actoral exitosa y reconocida, para crear la Fundación Daya, organización que dirige y que vela por lo que ella considera un derecho humano vinculado a la salud y bienestar a la personas que encuentran cobijo y sanación con el uso de la marihuana medicinal.
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¿Cuál es tu relación con la marihuana?
Siempre he tenido una relación con la planta, mi primer cultivo es de hace muchos años atrás. De hecho hace unos días publiqué en Instagram una foto de mi primer cultivo de hace 26 años. Tengo entrevistas de hace 15 años en las que alguna vez me preguntaron si fumaba y yo dije que sí, pero como que en esa época no era tema y nadie lo pescaba, aunque una lo dijera. Me acuerdo que con la Luz Croxatto dijimos que consumíamos marihuana pero nadie lo pescó. Son tiempo distintos, no es algo que yo haya ocultado. Jamás lo he ocultado, porque tengo una relación linda con la planta, preciosa. Para mí han sido solo beneficios ¿Por qué la iba a ocultar?
¿Qué fue lo que te llevó a dejar de lado la actuación y pasar a este tema?
Siempre, en paralelo a la actuación, desarrollé otro camino. Me he formado como terapeuta toda la vida. Soy terapeuta floral en diferentes sistemas florales, estudié psicología transpersonal, estudié astrología, soy reikista también y me formé en psicología budista y desde esa formación, siendo coherente con un camino de vida, decidí dedicar mi vida al servicio. Justo coincidió con un momento en mi vida que estaba cerrando un ciclo. Renuncié al canal en el que estaba ya hace 10 años con un rol protagónico en un programa estelar, muy cómodo y muy bien pagado pero la verdad es que ya había cerrado un ciclo. Me fui formando de otra manera y coincidía con un momento de reflexión de mi vida en que fui a hacer unos retiros.
¿Cuál fue esa reflexión?
Mi reflexión fue que hay demasiada gente que muere en soledad, en susto y el en temor. Cualquier ser humano enfrentado a la muerte está ante una situación desgastante y atemorizante en una sociedad que oculta la muerte, que no habla de la muerte. Decidí que prepararse para el buen morir es una acto evolutivo trascendente y que uno debería vivir cada minuto de su vida con la plena conciencia que lo que viene es la muerte, un espacio de transición tan importante y tan de nacimiento como lo es el nacer. La gente no nace sola, hay cuidado, hay alegría. En el morir debe ser lo mismo y ahí comenzó mi búsqueda. Cuando estaba justo como en ese camino aparece esto de la cannabis medicinal.
“Hay que asumir el absoluto fracaso de la Guerra contra las Drogas”
No ha sido un camino fácil, Gazmuri ha tenido que enfrentarse a la argumentación falaz de quienes afirman que la marihuana es la puerta de entrada a la drogas duras, como también al lobby farmacéutico, tabaquero y del alcohol, a quien ella responsabiliza del estancamiento en el Congreso del proyecto que busca la despenalización. Eso en conjunto con grupos conservadores que, como ella asegura, solo buscan mantener a la sociedad controlada. “La élite conservadora ha apoyado durante todos estos años de prohibición toda la información falsa que se ha dado respecto a la cannabis”, dice enfática.
¿En qué está el proyecto de Ley de despenalización del autocultivo?
Está en una etapa bastante estancada, sobre todo después de lo ocurrido en el verano. Por una mayoría circunstancial de la oposición se aprobaron ciertas indicaciones que la transformaron en un engendro jurídico, con indicaciones que van totalmente en contra de lo que es el espíritu del proyecto, sumado a modificaciones anteriores.
¿Mayoría circunstancial por qué?
Por ausencia de los parlamentarios de la Nueva Mayoría en la comisión de salud. Hubo una mayoría de la oposición que se opone a los avances del proyecto.
Entonces la Ley que está ahora, con todas estas modificaciones ¿No es lo que ustedes querían?
No, y no cuenta con nuestro respaldo porque sentimos que ya se alejó demasiado de las propuestas posibles a considerar y que se ajusten a las necesidades de la ciudadanía. Cuando pensamos en una Ley tenemos que entenderla como una que cumple el objetivo, que es proteger los derechos ciudadanos y cautelar aquellas acciones que están reñidas con esos derechos ciudadanos.
¿Cuáles son esas modificaciones?
Eliminaron el porte, ya no puedes portar ¿Entonces, qué? Hoy el porte es una falta, ni siquiera es un delito. La Comisión de Salud propuso seis plantas, el ejecutivo retrucó con una, y vemos que no hay voluntad de salir de ahí ¿Qué decimos nosotros? Si aceptáramos que se apruebe una planta, incluso entendiendo que esa planta sea dentro del ámbito del ejercicio del hecho, y que el resto habría que entrar en consideración, crear una norma que va a ser vulnerada inmediatamente por toda la ciudadanía que quiere ejercer este derecho no tiene ningún sentido. Es un absurdo. Si se aprobara la ley como está hoy en día, implicaría una mayor criminalización de los usuarios que con la actual ley.
¿Quiénes crees tú que son los principales enemigos de la despenalización?
No sucede solo en Chile, sino que es un fenómeno mundial, que las farmacéuticas han financiado campañas en contra de la despenalización al igual que la industria del alcohol y el tabaco y acá en Chile el lobby del tabaco es un lobby muy fuerte. Hay farmacéuticas que trabajan con cannabis medicinal, que sus productos son en base a cannabis, y están financiando campañas antilegalización.
Actualmente ¿Qué es legal y que no es legal?
Hay un enredo, pero me remito a citar expertos como Juan Pablo Hermosilla, que para mi es un referente muy importante. Él lo dice claramente, hoy en día en lo que la ley 20 mil busca penalizar y perseguir son el narcotráfico, el microtráfico y todas las acciones vinculadas a esos actos. El autocultivo personal no tiene ni una manera de ser dañino para la salud pública. Desde una mirada restrictiva y prohibicionista podríamos decir “es que te daña a ti mismo”, pero ni siquiera eso es cierto. Evidentemente al no dañar la salud pública como bien jurídico y protegido, estás ejerciendo un derecho que está contemplado, porque en la ley lo que no está prohibido, está permitido.
¿Entonces por qué existe tanta prohibición?
Porque hay un temor a la perdida del control social, temor a que cuando la personas incorporen el uso de cannabis, empiezan a gastar mucho menos en medicamentos, en fármacos. Ojo, cuando la gente comienza a incorporar el cannabis empieza a hacer una suplantación de otras sustancias más dañinas, la gente deja de tomar alcohol, o baja su consumo de alcohol. Imagínate el caso de un niño con epilepsia, pacientes que pueden gastar mensualmente entre 500 y 700 mil pesos, de repente pueden tratarse por 35 mil mensuales, ahí evidentemente estás afectando intereses.
La Guerra contra la Drogas lleva más de 100 años ¿Cuál crees tú que debería ser la nueva política con las drogas para estos próximos 100 años?
Hay que asumir el absoluto fracaso de la Guerra contra las Drogas y asumir la responsabilidad que eso implica, que ha significado la criminalización, la vulneración de derechos humanos de millones de humanos alrededor del mundo, la muerte de millones de ciudadanos. No hay que mirar tanto al pasado ¿Qué pasa en Filipinas? Hoy con el Presidente Duterte tenemos el extremo de esta Guerra contra las Drogas, que hoy posibilita que sin siquiera existir un procedimiento judicial ni legal hay ajusticiamientos públicos contra los usuarios de sustancias y contra los traficantes. Si miramos lo que tiene que ver con el aspecto medicinal ha impedido que millones de seres humanos que han sufrido tremendas enfermedades y que han padecido sufrimientos espantosos no hayan podido aliviarse con el cannabis solamente por este sesgo ideológico cuando tenemos una historia de más de 5 mil años del uso medicinal de la planta.
“No necesitamos ni ser poderosos ni grandes científicos o estadistas, nos basta con ser ciudadanos conscientes empoderados, con ganas y decisión y que con mucho coraje se puede hacer un buen trabajo”
Desde una casona en Providencia, la Fundación Daya brinda apoyo y su opción medicinal a cientos de personas que ven en la cannabis una manera de tratar sus enfermedades, una vía de apaciguar el dolor. Sumergido en un ambiente armónico en donde se respira paz se puede ver entrar y salir a mujeres con pañuelos en su cabeza, a hombres mayores de edad de boina y bastón pidiendo una hora de consulta, familias y amigos siendo parte de esta fundación.
¿Cuál es la propuesta de la Fundación Daya?
Nuestra propuesta es que se trabaje de nuevo en un proyecto de ley serio, a partir de cero, o atengámonos a la letra de la Ley 20 mil ¿Qué dice la Ley 20 mil? El autocultivo para uso personal, próximo y exclusivo en el tiempo, está permitido al igual que el uso medicinal. Eso dice la actual ley, incluso tiene espacio para los cultivos comunitarios. Tenemos que lograr ir avanzando en ese sentido y ¿Por qué decimos que eso es así? No es que lo diga yo, es cosa de mirar una entrevista a Juan Pablo Hermosilla, probablemente uno de los abogados más importantes de este país, en la revista del Poder Judicial. Ahí dice claramente que hoy bastaría con que se respete la letra de la Ley, nada más. Obviamente como hay espacios ambivalentes y discrecionales, queríamos una Ley que mejorara eso, pero si la Ley que hace eso no lo mejora, sino que lo empeora ¿Qué sentido tiene cuando la praxis ciudadana está totalmente instalada y en acenso? Porque hoy día la ciudadanía chilena está clara de que puede beneficiar su salud y aumentar su bienestar cultivando cannabis.
¿Sientes que ha habido un cambio desde la opinión pública respecto a la marihuana desde que está en funcionamiento la Fundación Daya?
Sí, absolutamente. Ha habido un cambio radical, es cosa de salir a preguntarle a la gente qué piensa cuando le dices cannabis y responden medicina y salud. Cuando voy a los matinales y digo que fumo marihuana con mis hijos los domingos después de almuerzo, eso transforma.
¿Qué sientes al mirar lo que están haciendo con Fundación Daya?
Me llena de emoción, también desde la emoción de constatar que no necesitamos ni ser poderosos ni grandes científicos o estadistas, nos basta con ser ciudadanos conscientes empoderados, con ganas y decisión y que con mucho coraje se puede hacer un buen trabajo. En los próximos meses sabremos los resultados de nuestro estudio de cannabis medicinal en pacientes con cáncer. Por otra parte nos vamos a pegar un salto a construir el primer gran Centro de Salud y Bienestar Daya. De las tres consultas que tenemos ahora vamos a pasar a tener 10.