Varios meses atrás, antes del COVID, Antonio Díaz Oliva (ADO) comenzó a armar una lista en Spotify con canciones sobre el fin del mundo.

La hizo antes de terminar de escribir La experiencia deformativa (Neón ediciones, 2020), su nuevo libro de cuentos que continúa el humor y las temáticas de La experiencia formativa (Neón).

Dice que son canciones —desde Cecilia Cruz hasta Odisea de Álex Anwandter— que lo acompañaron hasta que el libro salió de imprenta en medio de la pandemia.
“Algunos cuentos, especialmente el último, son medio apocalípticos, así que necesitaba canciones que me hicieran tanto bailar como llorar porque el mundo, como lo conocemos, está colapsando”, explica ADO desde Chicago, donde hoy trabaja como escritor, periodista y traductor.

“La idea era como hacer un anti-libro de cuentos, algo diferente al primero pero igual relacionado”. Publicado el 2016, “La experiencia formativa” recibió el premio a mejor obra por el Consejo del Libro y pronto tendrá una tercera edición. “En estos cuentos nuevos le subo el volumen al humor, a lo absurdo y a lo raro y distópico. Tal vez por eso a la gente le está gustando. Siento que los lectores y lectoras están aburridos de la literatura realista-costumbrista-social. Especialmente ahora, en estos tiempos COVID, cuando la realidad se ha vuelto irreal”.

¿Cómo surge este libro? Ya habías publicado el 2016 La experiencia formativa que ahora tiene, como continuación espiritual, La experiencia deformativa. ¿Cuál es el tras bambalinas de este nuevo conjunto de cuentos?

Nace de una broma con la editora de Neón. Ya habíamos publicado La experiencia formativa y un día le dije que estaba escribiendo una secuela espiritual: La experiencia formativa. Mi editora me dijo que ya, listo, cuándo lo publicábamos. Como soy una persona seria, me quise hacer cargo de la broma y me puse a escribir. Me tomó como dos años de ensayo y error hasta llegar a estos cuatro cuentos que también se pueden leer como cuatro novelas atomizadas.

¿Crees que hay cuentos hermanos entre ambas experiencias?

Claro. De hecho uno de los pies forzados que me puse fue que los libros dialogaran. Hay muchos detalles e imágenes que se repiten. Esto tiene que ver con los escritores y las escritoras que me interesan. Me gustan esos que, como arquitectos, se arman una casa propia para luego habitarla.

En la idea de una experiencia que viven los personajes y que opera como una suerte de iniciación: ¿Qué es lo que te interesa del concepto de experiencia? ¿lo ves como un eje literario en ambos libros?, ¿por qué?

Me interesa porque como que tiene una especie de generalidad… una que yo busco revertir. Juego con esa idea de la experiencia, dese acontecimiento que se vive y del cual se aprende algo. A veces me invitan a colegios en Chile (especialmente ahora, con Zoom, esto sucede más) y algunos profes creen que hablar de mis libros será una experiencia educativa. Ja. La semana pasada leí un extracto del relato Accidentes Felices, en el cual hay dos hípsters trafican poppers, y la profe fue como: Ehh, bueno.

¿Cómo describirías lo raro que rodea estos cuentos?

Es uno de los engranajes de mi literatura. Los malos libros reflejan la realidad de una forma chata y opaca. En mi caso lo raro, así como lo absurdo y lo espeluznante, son mis herramientas para sacarle brillo a la realidad. Para mentir bien la verdad.

Hay una mirada espeluznante a propósito de la configuración de distopía en el cuento El mundo de las cosas violentas y rígidos encuentros entre maniquíes y vivientes. ¿Crees que la distopía se está instalando en el medio literario como resistencia y estética de estos futuros medio apocalípticos?

Ojalá. Me encantaría. Pero creo que incluso en tiempos distópicos la literatura chilena se niega a desechar el realismo chato que hasta hoy sigue dando réditos. El problema no es escribir o no sobre la dictadura, o sobre el estallido social, o sobre eso tan líquido que es la memoria histórica, o sobre, no sé, el precio de los cuchiflíes. El problema es la paleta de colores y tonos con que se escribe. Siempre pensé que los autores y autoras nacidos en los 80 y 90 cambiarían eso un poco. Bueno. Creo que mi generación literaria peca de solmene y sensiblera a ratos. Lo digo también porque mi novela, «La soga de los muertos», era un poco solemne y sentimental. Igual era mi primera novela y no mi tercer libro y creo que ahora estoy llegando a una estética que me acomoda. Y en esa estética cabe lo que se llama ficción especulativa.

Da la impresión de que varios de tus personajes están en la constante búsqueda del encuentro con otros o lo otro; por ejemplo está el personaje de Jimin y la Señora Gonçalves en el primer cuento; los maniquíes y los seres humanos; la Miniaturista y sus fantasmas de juventud; los conejitos y la adultez. ¿Qué es lo que te interesa de esa idea de encuentro o desencuentro?

Los libros que me interesan son sobre eso: sobre encontrarse y desencontrarse. En verdad esto no lo pensé de antemano porque nunca pienso en temas antes de sentarme a escribir. Supongo que viene de vivir en un mundo donde todo está tan lejos y tan cerca a la vez. Hoy vivimos en internet. Y claro: internet es un constante encuentro y desencuentro humano. Ni lo uno ni lo otro, sino algo a medio camino. Hoy no vivimos. Flotamos en la web.

En La experiencia deformativa se hace una sátira de la alta cultura, sobre todo en la esfera del mundo de las artes, pero también de la literatura (tema también presente en La experiencia formativa) ¿Qué te interesa problematizar ahí? Es un tema que cruza varios de tus relatos.

En La experiencia formativa había un cuento, Prefiero mi mami, que es una parodia de las escuelas de escritura creativa (las llamo escuelas de escritura curativa). Cursé una maestría de escritura curativa o creativa en Nueva York y me tocó ver muchos escritores latinoamericanos que toman kombucha en un bar en Williamsburg y suben algo a Instagram súper incendiario. Estos programas, así como los doctorados en literatura y estudios culturales, tienden a concentrar un tipo de persona que no sabe diferenciar entre la teoría y la realidad. Que se saca una selfie como si fueran un mártir. Bueno. Esa es una enorme contradicción (de la cual no estoy exento) que me parece muy rica creativamente y que uso como idea en estos libros. Y si bien en La experiencia deformativa no hay una parodia del mundo literario; sí lo hay del mundo del arte. El primer cuento es sobre una señora que graba a los vecinos a escondidas y hace videoarte con esos momentos en que nadie nos está viendo. Y el tercero sobre otra señora; esta vez una señora que miniaturiza a los muertos. Me interesaba explorar y problematizar personajes mujeres (mis libros anteriores solo tenían narradores). Pero no quería escribir sobre una millennial que hace stencils sino sobre viejas que son artistas y tienen que adaptarse a estos tiempos digitales.

De alguna manera, cada uno de estos personajes se ve envuelto en situaciones que le dan un humor a cada cuento. ¿Qué te interesa de lo absurdo?

Me interesa porque por donde se le mire estar con vida es algo absurdo. Frágil y absurdo. Todo es muy frágil en esta vida y mejor reírnos de esa fragilidad antes de que esa fragilidad se ría de nosotros. Y creo que eso también cruza a los personajes de LAD. Algunos personajes se ríen de la vida. De lo que la vida les pone encima.

¿Con qué textos o autores y autoras inspiraron en estas experiencias?

Juan Emar, Wes Anderson, Leonora Carrington, Donald Glover, Rita Indiana, Luciano Lamberti, Ursula K. Le Guin y Lucia Berlín. Cuentos como «Mi destrucción» de María Paz Rodríguez, Alerta de spoiler de Daniel Hidalgo y otros de Cristián Geisse. Libros de Álvaro Bisama y Simón Soto. Los pins de Carla McKay. Mi perra Agnes Grey. Todo eso me inspira. Ah, también la frase de un escritor ecuatoriano que es un poco de culto. Se llama Marcelo Chiriboga. Fue compañero de García Márquez, Vargas Llosa, Donoso y toda esa generación de machos recios literarios. Los X-Men del patriarcado latinoamericano. Chiriboga, al igual que los mejores escritores, vivió fuera de Ecuador. Y murió en París. Su frase dice: Los jóvenes deben escribir como si no tuvieran un país. Me parece el mejor consejo literario.

*En la web de Neón ediciones se puede comprar por separado La experiencia formativa, La experiencia deformativa, o ambas en el pack Las Experiencias.

El viernes 2 de octubre La experiencia deformativa será presentado por Isabel Plant y Alberto Fuguet en un evento de la editorial Neón por Zoom. Pronto más información en el Instagram de Neón.

https://www.instagram.com/p/CFKMC5iJeAA/