Sabemos que Apple ha tenido varias eras: la era hippie, la era gris y minimal, la era iPod blanco brillante, la era del iPhone dorado y ahora la era de las Vision Pro y las fotos espaciales. Pero hubo un momento muy específico, en los 80, donde la marca coqueteó con algo que hoy suena a fake news: la moda. Y no cualquier moda, sino moda noventera en su máxima expresión. Ropa colorida, tipografías tipo juguetería y una pequeña colección que incluyó… zapatillas. Sí, Apple hizo zapatillas.

No estamos hablando de una collab con Nike o un lanzamiento tipo Apple x Supreme (aunque eso estaría buenísimo). Hablamos de unas zapatillas reales, físicas, de cuero blanco y con el logo de la manzana arcoíris bordado en la lengüeta. Y como todo lo que Apple hace, estas también se transformaron en una pieza de culto. Solo que esta vez, no fue por su funcionalidad ni diseño ergonómico, sino porque son una especie de leyenda urbana. Hasta ahora, nadie tenía certeza si realmente existían o si eran el Mandela Effect hecho calzado. No se pensaron como zapatillas mujer ni como zapatillas hombre. Eran unisex, democráticas, con esa vibra techie noventera donde el género daba lo mismo mientras tuvieses el logo correcto bordado en algún lugar visible. Un solo modelo, una sola talla por ahí suelta, y sin grandes pretensiones de entrar al mercado masivo. Literalmente se hicieron para la gente que trabajaba en Apple. Un gesto de branding interno que hoy, tres décadas después, vale más que cualquier NFT de mono deprimido.

La historia completa suena como un buen guión de A24: estamos en 1986, Steve Jobs recién había sido echado de su propia empresa (qué plot twist), y Apple lanza The Apple Collection, una línea de merchandising que mezclaba el look Memphis Milano con vibes de Esprit y Benetton. Pantalones, chaquetas, mochilas, viseras… y un prototipo de zapatillas blancas, similares al modelo Powerphase de Adidas, sin mucha info oficial, ni fotos claras, ni confirmación de colaboración. Y como si fuera un episodio perdido de Los Archivos Secretos X, ahora apareció un par.

Según Ebay y la casa de subastas Heritage, hay un único par en estado impecable, en talla 9.5, y su precio de partida es de 15.000 dólares (aunque esperan que llegue a los 36.000). El dato freak es que en 2007 alguien vendió un modelo similar —más chico, con uso— por solo 79 dólares. O sea: una revalorización de más de 45.000% en menos de dos décadas. Esto no es economía, es religión.

La cosa se pone aún más sabrosa cuando sumamos el factor “misterio”: nadie sabe cuántos pares existen, si realmente Adidas colaboró o si esto fue un capricho que alguien mandó a hacer a medida. Lo único cierto es que visualmente son clean, minimal, muy tech bro pre-Silicon Valley y sin logos visibles de Adidas. Si se confirmara que fueron parte de una colaboración real, estaríamos frente a un momento fundacional del streetwear moderno. Pero no. Son solo rumores, mitología y un post en Ebay.

Hay quien dice que rivalizan con las Air Jordan III, las Nike de Back to the Future, o esas Reebok que Chanel hizo solo para la pasarela. Pero en realidad, lo que las hace tan únicas no es su diseño ni su rareza, sino el hecho de que no tienen sentido. Son unas zapatillas de Apple. Y eso, por sí solo, es un glitch en la Matrix que justifica cualquier precio.

Porque sí: puede que pagar 36 lucas verdes por unas zapatillas sea ridículo, pero también lo es gastar eso en un NFT de un mono triste. Bienvenidos al siglo XXI.