El black metal es de esos géneros que, morbosamente, todos conocemos algo, poco o mucho. Pero a veces, y en verdad a veces, es que realmente nos interesa por su música y sonido; para la mayoría, la estética oscura, el satanismo, las iglesias quemadas por unos giles con la cara pintada y la volada “vikinga” obvio que son mucho más interesantes. No me acuerdo cuando fue la primera vez que escuché algo de black metal; a veces, cuando uno es pendejo y anda interesado en weás raras, llega a géneros de este tipo. Supongo que algo así me pasó: siendo un púber pasado a espinillas y libido morbosa, me tiré a ver el documental “Metal: A Headbanger’s Journey” (que es algo así como un metalero que se pasea por los distintos géneros, historia, polémicas, etc. en el mundo del metal); en el segmento sobre el black metal, las entrevistas con Gaahl (quien vendría a ser algo así como el niño-malo-hardcorito más “famoso” de la escena), la piromanía de algunos noruegos “satanistas” contra las iglesias y la estética oscura-nihilista del género me dejaron para adentro.
“¿Qué onda estos locos?” pensé mientras me iba al tiro a las páginas de torrent a bajarme los primeros discos de Mayhem, Burzum y Darkthrone. Sonaban demasiado mal al principio, pero era la idea de un pendejo púber escuchando música de chicos malos para sentirse un poco más “malito” que el resto. De ahí en adelante, el black metal era de ese tipo de música que escuchaba de repente, me gustaba el sonido y algunas canciones, pero no era algo que gozara. Era, básicamente, un posero. Aunque me gustara la música, era la pose. Fin de la historia.
Pasa que desde hace ya poco tiempo que me vuelvo a encontrar con las espinillas y el morbo adolescente de cuando vi ese documental y tuve una “probadita” de lo que era el black metal. Y, lo peor, es que las espinillas no se han ido ahora está un poco de moda todo este asunto del metal negro, satánico, oscuro, épico y atmosférico. ¿Cómo? ¿El metal está de moda? ¿La dura? Pero si eso es para los guatones de pelo largo pasados a chela Becker y yendo a ver a Iron Maiden al Estadio Nacional, poh. Sí, pero ahora me refiero a otro “metal”. Ese que es un poco más pasado para la punta pretenciosa y exclusiva. Es imposible tratar de negarlo, el black metal es el metal hípster. Corta y fome. ¿Por qué es hípster? No hay nada más “alternativo” que ser un gringo hasta el pico de la sociedad, medio violento e intelectual, con contactos europeos y, sobre todo, mucha carga emocional depresiva y descargar todo eso en un género musical que no-todo-el-mundo-conoce y que suena súper rudo. Y que es más brígido que descargarlo con el punk. Y que no es para todo el mundo. Y que si no te gusta es porque eres muy “suave” o estás pasado a caca y prefieres escuchar a algún mamón con guitarra acústica hablando sobre cortarse las venas, depresión y suicidio. Y porque, además, igual eres hípster y quieres mezclar tu gusto por My Bloody Valentine con el tánatos de Mayhem o Enslaved.
A fin de cuentas, lo que pasa con el black metal es que se ha vuelto la respuesta extrema para lo hípster, mandando a la chucha a los pendejos “hardcoritos” y, de paso, a los “neo-hipsters” que han “invadido” la escena. Es como que se necesitara de un nuevo nicho inmaculado para escapar de los Coachella-bros, Lollapalooza, Urban Outfitters, de lo trendy y taquillero.
Ya, ¿y? ¿Dónde está esta moda del (nuevo) black metal? Dos aperitivos: Pitchfork, por ejemplo, la cuna del hype musical y las tendencias, hace ya tiempo que tiene una sección que se llama “Show No Mercy” en donde hacen sus propios rankings y reseñas sobre el metal. ¿Y cuál es el género más repetido? Adivina, buen adivinador: el nuevo black metal gringo que está sonando. Grupos como Deafheaven (que los acusan de ser los “niños bonitos” del género y que vinieron a Chile el año pasado traídos por Converse), Ghost Bath y Thantifaxath (sí, también a veces es requisito tener nombres impronunciables a lo nórdico) ya están apareciendo cada vez más en las listas de “mejores discos del año” de Pitchfork, Stereogum y Noisey. Además, para añadirle otros condimentos del mundillo alternativo, el barrio de Brooklyn se está convirtiendo en la nueva casita para los grupos de black metal atmosférico en EEUU: algunos buenos ejemplos son Krallice, Liturgy, Sannhet y Spectral Wound, bandas que también se llevaron su tajada de “mejores discos del año” en Stereogum, por ejemplo.
http://https://www.youtube.com/watch?v=6it-7KIzjmM
Pero obvio que Europa no se iba a quedar atrás: de Dinamarca nos llega la sexy vikinga talentosísima Amalie Bruun alias Myrkur (que tiene un disco, “M”, que suena la raja, estuvo entre los mejores del año pasado y, para remate, la mina es modelo). Otros que la llevan en la escena europea son los suecos con la banda Misþyrming (acuérdense: mientras más impronunciable el nombre, más “black metal points” estás acumulando), los portugueses con las bandas Black Cilice y Obsequiae y, como si fuera poco, los noruegos, que vendrían a ser algo así como los dueños de casa del género; las bandas emblemáticas del black metal noruego siguen (casi) todas activas y sacando discos.
http://https://www.youtube.com/watch?v=SxkwoD-87C0
El black metal no es un mundo fácil. No quiero decir con esto que “no es para todos” o “perdón, pero yo lo conozco before it was cool, así que mala suerte” o “quiero que me tomen en serio, voy a ponerme más rudo y cool, así que voy a escuchar black metal”. Creo que esas actitudes frente a la gran mayoría de los géneros musicales no sirven de mucho. Es verdad que es un género difícil, pero al mismo tiempo lo es la electrónica más dura como el glitch, el IDM, el reggaetón, e incluso el hip hop. Lo que es interesante e incluso divertido, es que el black metal haya encontrado su nicho en los medios más alternativos y tendenciosos de las redes musicales, los mismos que establecen el hype y lo que “deberías estar escuchando”. Y, aún más chistoso, es la comparación entre este “nuevo” black metal y sus orígenes; muchos de los que hoy en día critican la escena apuntan que esto ni cagando es black metal, sino que un grupo niñitos taquilla que hacen cosas más cercanas al shoegaze que al sonido clásico de Darkthrone, Gorgoroth, Emperor o Bathory. Pero, de nuevo, las etiquetas siempre van a ser sinónimo de discusión y no todos vamos a quedar contentos.
http://https://www.youtube.com/watch?v=imIMAU3tSj8
Ahora, encuentro la raja que estos medios especializados empiecen a compartir música de este tipo, por lo menos a mí me han servido para expandir los horizontes en cuanto a lo que es el black metal y sus fronteras. Pero es curioso ver cómo se empujan los límites de lo que “está de moda” o lo que es “cool” estar escuchando; quién lo habría pensado, las mismas páginas que alaban a Kanye West y Drake tienen sus propias secciones de metal profano, satánico y oscuro. Y lo más chistoso es que uno les sigue creyendo. Y sigue revisando estas secciones. Y le gustan las bandas que recomiendan. Porque, al final, es imposible negar que no se necesita de algún medio que sirva como guía con la cantidad de música proliferando hoy en día.