Advertencia: lo mejor no está en los singles.


No ha pasado mucho tiempo desde que Ariana Grande nos entregó el Dangerous Woman tour junto a singles que sonaron sin parar durante todo el 2017 (ejemplo de ellos es Side to Side con Nicki Minaj y su coreográfico video en bicicletas estáticas).

Sin embargo, fuera de los éxitos que sonaron para el público mainstream y los acontecimientos que rodearon la vida personal de la cantante, existe un talento único carcomido por el machismo de la prensa y el funcionamiento banal de las redes sociales.

Fan o no fan, es innegable que Ariana Grande tiene una voz excepcional y quienes hemos ahondado en su lírica y calidad como artista entendemos que la transición para ser más que una intérprete desechable producto de un buen manejo por parte de un equipo que lleva años asesorando a estrellas pop.

Sin embargo, esa transición no llega hoy, aunque se encuentra muy cerca.

El cuarto disco de Ariana Grande no tiene la fuerza para convencer a los fans tibios pero sí logra cumplir con las promesas que hizo durante el año en el que duró la producción de Sweetener por las siguientes razones:

Comienza con Raindrops, como una forma de introducción a capela para seguir con Blazed junto a Pharrel Williams (una de las colaboraciones presentes junto a Missy Elliott y Nicki Minaj) en una pista que nos recuerda mucho el R&B de los noventa, y ojo que en el disco hay mucho de eso: sonidos rescatados del 97 con tintes a No Doubt y si Ariana Grande fue comparada desde un inicio con Mariah Carey, las semejanzas entre ambas se reafirman más que nunca -pero de una forma sutil que no cae en el plagio-.

Seguimos con The light is coming junto a Minaj, single que contó con un video musical de bajo presupuesto y sirvió como un comercial de Reebok que pasó muy piola por ser una pista floja que no explora la calidad vocal de ninguna de las dos. La situación cambia con R.E.M -una de las mejores y más elaboradas pistas dentro de Sweetener- y God is a Woman, considerado el primer trap de la cantante y que no batió los récords que su equipo esperaba pese a contar con la presencia de Madonna en el video musical pero donde Grande se luce vocalmente tal como lo hizo con Dangerous Woman hace dos años.


Sweetener, Succesful y Everytime cumplen con las expectativas que los fans más antiguos y acérrimos esperan al entregar sonidos similares a los que escuchamos cuando Ariana debutó con Yours Truly.

Breathin antecede a No tears left to cry, primer single y hasta el momento, la canción más exitosa de los tres sencillos lanzados de Sweetener y que incluye un claro mensaje a las víctimas del atentado en Manchester.

Frente a lo anterior, el disco termina con Get well soon dejando 40 segundos de silencio en honor a quienes perdieron la vida el año pasado en Inglaterra.


Son 15 canciones fieles a un estilo específico que no intenta caer en las convencionalidades del pop como sucedió con My Everything el año 2014.

Es un disco que le hace honor a su nombre: dulce, tranquilo y que induce a un relajo preguntándonos varias veces si es realmente Ariana Grande quien está cantando al extrañarnos la falta de parafernalia explosiva con que la que se nos presentó en canciones como Problem y Break Free.

Dale una oportunidad mientras te arreglas antes del perreo característico de un viernes por la noche, porque objetivamente es una buena pieza de R&B que levanta el ánimo ¿Qué más le podemos pedir al pop después de todo?