De seguro si eres un ciudadano común y corriente del siglo XXI debes haber visto en su momento ese reportaje de CNN o el de Washington Post con el que todos quedamos sorprendidos debido a que tanto las hamburguesas como las papas fritas de McDonalds no se descomponen. Si bien el reportaje logró sacar a la luz pública una realidad que se había comprobado hace muchos años atrás gracias al museo de hamburguesas de Len Foley, desde entonces poco o nada ha cambiado en el negocio de la gran M, y sus big macs y cuartos de libra siguen vendiéndose como churros.

Ahora, de seguro la justificación natural e instintiva que tuviste al ver ese documental, fue la de que “deben estar hechas de tantos químicos, que ni el moho se los come”, y si, tienes mucha razón, pues incluso el pan, un alimento que inherentemente se llena de hongos muy rápidamente, vive protegido de la vida microscópica durante décadas:

Según McDonalds, su pan está hecho de ingredientes que me hacen babear de sólo recordarlos:

Harina enriquecida (harina de trigo blanqueada, harina de cebada malteada, niacina, hierro reducido, mononitrato de tiamina, riboflavina, ácido fólico, enzimas), agua, jarabe de maíz de alta fructosa, azúcar, levadura, aceite de soja y/o aceite de soja parcialmente hidrogenado, contiene 2 % o menos de lo siguiente: sal, sulfato de calcio, carbonato de calcio, gluten de trigo, sulfato de amonio, cloruro de amonio, acondicionadores de masa (estearoil lactilato de sodio, DATEM, ácido ascórbico, azodicarbonamida, mono-y diglicéridos, monoglicéridos etoxilados, fosfato monocálcico, las enzimas , goma guar, el peróxido de calcio, harina de soja), la soja propionato de calcio y sodio propionato (conservantes), lecitina.

Volviendo al tema de las hamburguesas, la respuesta es un tanto menos obvia, pero la respuesta es compartida por un puñado de alimentos procesados, como salchichas o alimentos congelados que tampoco entran en descomposición, y la razón está en su altísimo contenido de sal, que de por si es un conservante utilizado por el hombre hace miles de años (incluidas las momias de Egipto).

Teniendo todo lo anterior en mente, el ser humano es el único animal de la cadena alimenticia capaz de percibir una hamburguesa de McDonalds como alimento, y cuando hablamos de toda la cadena alimenticia, estamos incluyendo incluso a los hongos, que usualmente arrasan hasta con estiércol de animales.

En el otro polo de esta historia, tenemos a la Soja, un alimento que me parece francamente mucho más peligroso que un McDonalds por una razón sencilla, y tiene que ver con la falsa percepción que hay, de que supuestamente es sana.

Digo, mis amigos, los muy musho, me ponen cara de asco cuando entro a McDonalds por mi querida triple queso, porque tiene la idea, muy errática por lo demás, que ese sandwich con hamburguesa de soja que les prepara su mamá es mil veces más sano y saludable que el pedazo de mierda que estoy comiendo yo, pero en realidad ambos estamos haciéndonos daño, con la diferencia de que yo al ser consciente,de lo que como, puedo medir y regular, en cambio ellos no.

Todo el tema con la soja, parte de un mito, y es ese de que supuestamente en China y Japón, era un alimento base y fundamental dentro de su dieta, pero la realidad distaba mucho de eso. En China la soja se utilizaba como fertilizante, y no fue hasta que aprendieron a fermentarla que el poroto de soja empezó a consumirse, aunque más que todo como un “detalle culinario” (parecido a lo que sería el perejil para nosotros hoy en día). Para los japoneses la historia no cambió mucho, y un estudio realizado en 1998 dijo que los japoneses consumía algo así como 8gr de soja diario, lo cual es francamente NADA.

Via Rincón Natural
Via Rincón Natural

El origen de las especulaciones respecto a la soja, partieron en a mediados de siglo, cuando se puso de moda decir que este alimento era nutricional y terapéutico a la vez, mientras la industria productora lo marketeaba diciendo que ayudaba bajando el colesterol, combatiendo el cáncer, protegiendo el sistema cardiovascular y ayudando a reducir el hambre en el mundo gracias a su “alto contenido proteico” y bajísimo costo.

¿Por qué hablamos de especulaciones? Porque en la medida que ha pasado el tiempo, estudios de todas partes del mundo han comprobado que la soja al final del día nos genera más problemas que beneficios.

Por ejemplo a pesar de que tiene alto valor proteico, es deficiente en aminoácidos esenciales, además no se puede degradar ni sintetizar bien por nuestro organismo, salvo cuando es fermentada en procesos que van de varios meses hasta tres años (lo que corresponde al 1% de la soja que hay hoy en día en el mundo). Al final del día tienes un alimento con un valor nutricional paupérrimo, que genera trastornos gástricos, problemas de digestión, déficit de crecimiento y carencia de la tan preciada B12.

WWF: EL MERCADO DE SOJA EN EUROPA
WWF: EL MERCADO DE SOJA EN EUROPA

Hasta ahí nada tan mal. Al final la soja es un alimento que no es tan nutritivo como pensábamos. Lo interesante aparece ahora, cuando descubrimos sus “antinutrientes”.

El ácido fítico previene la asimilación de minerales claves, entre ellos el zinc, responsable de la producción de testosterona (bienvenidas man booobs), las hemoaglutininas aglutina los glóbulos rojos y reducen la absorción de oxígeno, deprimiendo al mismo tiempo el crecimiento ya que sus lectinas reducen la absorción de nutrientes. La soja tiene una concentración extremadamente alta de manganeso y fósforo lo que disminuye la dopamina y genera cuadros de fibromialgia, además de reducir la absorción de calcio por parte de los huesos (alguien dijo osteoporosis). La soja además cuenta con la presencia de fitoestrógenos, que es de los aspectos más peligrosos de este alimento y sus derivados. Este es un mecanismo de defensa de la planta para enfrentar plagas y genera trastornos endocrinos, infertilidad, leucemia e incluso cáncer cuando se le da soja a mascotas y animales.

Dos cucharadas diarias de poroto de soja, son suficientes para generar hipertrofia tiroidea y pancreática, hipotiroidismo, fatiga y más.

Podríamos seguir hablando toda la mañana de toda la mierda que genera la soja en el organismo, pero para cerrar, les quería contar grandes noticias.

Monsanto tiene una nueva tecnología para la soja, el RR2 Pro, que puede incrementar un 10% la producción de este espectacular alimento, algo que puede ponernos muy felices a todos, ya que ANASAC vendió sus activos por semillas de maíz y soja a la transnacional.

Que rico, siempre quise saber cómo sería el día que las hamburguesas de la salida del metro fuesen auspiciadas por Monsanto.

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