El yoga es uno de los productos de exportación más exitosos de oriente -si dejamos de lado el sushi y cuanta gastronomía nos ofrecen-. La cultura de India, milenaria y fértil, atrae a los cada vez más ajetreados chilenos que buscan paz en medio del smog y un gran etcétera de situaciones que tienen al país con los chacras totalmente desalineados.

El yoga se ha convertido en un estereotipo de la persona relajada, mentalmente estable, que encontró la paz luego de equilibrar su mente y cuerpo dos o tres veces a la semana; sin embargo, existe oscuridad dentro de una de las disciplinas capaces de iluminar a sus discípulos.

Bikram Choudhury creó una disciplina específica y difícil de seguir durante la década de los 70. La bautizó con su nombre y tiene millones de adeptos en el mundo y quizás hasta cientos en Santiago. El “maestro del yoga” utiliza una modalidad poco usual para practicar el deporte: aclimatar la sala a 40 grados para asemejar las temperaturas de la India con el entorno y hacer que los participantes de la disciplina realizan repeticiones de 26 posiciones.

El “Yoga Bikram” se ha vuelto tan popular que hizo a su creador un millonario al impartir seminarios de 10 mil dólares por persona; y ahora, décadas después, se reveló que Choudhury es un abusador sexual que aseguraba tener dotes mesiánicos para aprovecharse de sus clientas.

Mediante testimonios, el documental de Netflix  Bikram: yogi, guru y depredador deja en evidencia las casos de abusos sexuales perpetrados por el instructor y la forma en que convencía a sus víctimas para acostarse con él o realizarles tocaciones indebidas.

Las denuncias partieron el 2013, pero no se llegó a juicio al obligar a que Bikram pagase 7 millones de dólares a sus denunciantes mediante acuerdos extra oficiales; sin embargo, la fortuna de una de los hombres más famosos del mundo que engloba esta disciplina se estima en unos USD 75 millones gracias a los cientos de centros que mantenía tan solo en Estados Unidos.

Actualmente, el acusado que incluso significa un peligro al promover ciertas prácticas sectarias, se mantiene con prohibición de pisar suelo americano, pero esto no ha impedido que continúe impartiendo clases y seminarios en países como México y España.

“Ellas me rogaban que tuviéramos relaciones”, sostenía el llamado “gurú” cuando era cuestionado sobre su comportamiento. Su directora, quería realizar este documental desde hace tiempo, cuando el movimiento #MeToo impulsó a millones de mujeres a denunciar traumas y abusos sufridos durante su vida.

El maestro del yoga vive en Acapulco en donde todavía se encuentra activo.  “Actualmente está en Acapulco impartiendo clases de formación de maestros”, señaló Carla Minnard, abogada de Jafa-Bodden, en una entrevista con la agencia France Presse.