El día de ayer Apple presentó el epítome, de lo que creen es el futuro en conectividad y comunicación. Un reloj que hará incluso más íntima la relación que tenemos con nuestros smartphones y que promete revolucionar nuevamente al mundo.
“Ahora enviar y recibir mensajes, llamadas y correos es aún más fácil. Además puedes expresarte de formas nuevas y muy personales. Con el Apple Watch, comunicarse no es leer frases en una pantalla. Es crear una conexión real” Nos dice la compañía de la manzana con un tono casi hipnotizante. Años atrás hubiese aplaudido, pero en el contexto actual sus palabras simplemente resbalan.
La razón es sencilla, pero se debe a una contrarrespuesta al reloj en una era post iPhone.
Apple, buena onda, pero post smartphones, lo último que quiero, es seguir estúpidamente conectado como hasta ahora. Hoy en día revisar las manoseadísimas redes sociales es un ejercicio a tu paciencia en el que ves a la gente mostrando lo mejor (pero en realidad lo peor) de si con tal de un like. De hecho esa es la razón por la que me encanta Snapchat hoy en día. Son junto con Whatsapp los medios de comunicación más puros hasta ahora, y si sabes mantenerlos a raya puedes convivir y darles una utilidad real.
(Eso hasta que se meten las marcas, pero eso es harina de otro costal)
¿Por qué parto contándoles el asunto del Watch y redes sociales? Simplemente, porque luego de digerir el tema, quedé con sentimientos encontrados luego de conocer a una persona cuya carrera profesional despegó gracias a esta conectividad y su millón y medio de seguidores.
Digo ¿Imaginan ustedes el nivel de relevancia que darían marcas y medios en Chile a una persona con esa cantidad de seguidores? Para que se hagan una idea, Vesta Lugg tiene 225 mil seguidores y la consideramos toda una celebridad. Desde esa perspectiva me parecía inconmesurable y al mismo tiempo interesante hablar de números de ese tipo.
Todo parte en la estadía en Boston para conocer los Headquarters de New Balance. Por suerte he pulido mis habilidades sociales y en cuestión de horas, ya soy buen amigo de todos los invitados de la marca, que básicamente se clasificaban en bloggers y runners. De todos los invitados, junto a nosotros estaría esta chica cuyo logro era el impacto mediático que tenía en su país y de quien podías esperar dos cosas: que fuese una verdadera rockstar, que no nos tome en cuenta ni por lástima y sobre quien gire toda la atención durante el periodo, o al contrario, que se trate de una persona bastante “aterrizada”, con ganas de compartir con el resto sus experiencias y eventualmente dar ciertos consejos validada por los :v:logros:v:.
Hasta esta parte es importante mencionar que el average blogger o “aspirante a”, considera que su carrera llegó a la cúspide en el momento que le pagan básicamente por respirar, comer y viajar.
Baby, you are so fucking wrong. Ahora te explico por qué.
Thássia Naves es la chica de las que les hablo. Cuando revisas su Instagram, es una verdadera obra de arte, con fotos muy bien tomadas, en locaciones increíbles y donde todo está perfectamente orquestado. Comparar su Instagram con el tuyo, salvo que no te importe, es un acto de masoquismo extremo.
Cuando revisas las fotos entiendes la razón de sus 1.4 M de seguidores. Digamos que es algo así como una puerta a un mundo donde cualquier niñita o niñito amante de la moda y los viajes, quisiera vivir. “Muero por ser Thássia” dice el aspirante a internet celebrity cuando revisa ese timeline, mientras reparte likes y comentarios estratégicamente a ver si consigue uno de vuelta por goteo.
Pero en fin, volvamos a Boston.
Durante el primer día, en la mañana, poco a poco comienzan a llegar los invitados al desayuno en el hotel. Por lo general se ven caras de sueño, mucho sueño, pero todavía no son ni las 10 de la mañana y Thássia ya tiene fotos publicadas en su Instagram con “looks” en lugares estratégicos de la ciudad. Harvard entre ellos.
(El resto con suerte alcanzó a estar a tiempo en el lobby del hotel)
Ya en la oficina central de New Balance, nuestra amiga guarda silencio durante toda la presentación junto a su hermana. Cuando se permite tomar fotografías, ellas simplemente se lucen, dando las mejores ideas de encuadres y ángulos con los productos. Al almuerzo, cuando recién te conectas al wifi del restorán, Thássia ya tiene actualizado su Instagram, con lo que comió, su look y fotos de las zapatillas que nos enseñaron.
El resto recién va en el postre.
¿Wait, cuándo pasó esto?. Veo las fotos y lo que allí sale te parece más increíble que la misma realidad. Esos filtros de VSCO hacen milagros, se escucha más allá en la mesa.
Por la noche visitamos un restorán, y más tarde nos prometen fiesta, aunque ni Thássia ni su hermana nos acompañan a ella, así que luego de una copa de champaña y 100 fotos se retiran. A esa altura logramos cruzar palabras y al menos sabemos de qué ciudad vienen.
Al otro día nos vamos a conocer las fábricas de New Balance, pero hasta entonces no hay tiempo para intercambiar mayores palabras con las brasileñas. Todo momento de libertad, es para tomar fotos, editar y subir; esa es la maquinaria que da vida a ese Instagram fantástico.
Incluso cuando visitamos el mítico Union Oyster House las cosas se volvieron un tanto deprimentes. Eventualmente la comida de ellas estaba fría pues lograr la foto perfecta estaba siendo más complicado de lo habitual y ni hablar de irse de fiesta en modo camaradería como el resto.
Cuando la van nos dejó en el hotel, ya era bastante tarde y nuestra “comitiva” con representantes de Perú, Colombia, México y Costa Rica tenía claro que existían dos caminos a esa altura de la noche: obsesionarse tomando fotos para presumir, o irnos de copas a un teatro que estaba cerca del hotel.
Obviamente preferimos el teatro, y allí, junto al vodka surgieron las conclusiones.
- Cuando estás en tu cúspide profesional como blogger de lifestyle, contrario a lo que imaginas, tendrás que trabajar más y más duro. No existe el concepto de “existir es mi trabajo”, porque…
- Gran parte de lo que ves a través de redes sociales, es una mentira o una ilusión. Se trata de un montaje en el que cada elemento de la realidad ha sido estratégicamente posicionado, para que tú y todo el mundo entregue su unidad básica de validación digital, que es un me gusta. La realidad es que los protagonistas de la foto en realidad están aburridos, su comida ya está helada, están agonizando por tener que hacer fotos bajo granizos e incluso la ropa muchas veces ni siquiera les pertenece.
Si te convertiste en alguien por compartir una vida envidiable en redes sociales, ya estás en el círculo vicioso de esta maquinaria, en la que decidiste anteponer un encuadre en el que todo luce mejor, antes que la misma realidad. Es problema es cuando tu vida no esté siendo lo suficientemente fabulosa, podrías terminar recurriendo a Photoshop o mentiras, y allí si que llegaste a un punto sin retorno.
Personalmente después de ese momento dejé de seguir a toda esta “gente fabulosa” que te agota, y decanté mejor por seguir a deportistas, cuyo estímulo además de llevar menos ropa, al menos te incentiva a hacer y pensar cosas positivas.
Para cerrar les dejo una casual fotografía de Chiara, una niña que día a día estimula tu instagram con autenticidad y cosas positivas.