De vez en cuando leo en redes sociales a influencers —particularmente escritores argentinos bien instalados en El País de España— decir cosas tipo “¿Seré el único que no entiende los memes de Los Simpson?”.

El viejo truco de la distinción ante fenómenos populares para establecer superioridad.

call my agent!

A mi me pasa lo contrario: cuando no engancho con una serie validada como referencia cultural (desde Friends a Breaking Bad), me siento como el que se tomó literal una ironía, el que cree que el futbol son 22 tipos corriendo tras una pelota o el que interpretó literalmente un versículo del Antiguo Testamento.

No me puedo sentir bien al perderme el contexto con que Walter White, ok Heisenberg, dice que él es el peligro.

Un buen analgésico frente a ese dolor es buscar series al azar y probar 15 minutos del piloto. Nada de recomendaciones o avances en YouTube. Así llegué a 10% o Dix pour cent, una serie francesa traducida al inglés como Call My Agent! y que ya va en su cuarta temporada (aunque en Netflix sólo están subidas las tres primeras).

El título original alude al porcentaje que se lleva al representante de actores de cine. Su traducción inglesa, a la neurosis de trabajar con estos actores que actúan de sí mismos como Juliette Binoche, Isabelle Adjani Isabelle Hupert o Monica Belucci.

O más bien de la versión exagerada y defectuosa que ellos mismos tienen de sí, al estilo, si se me permite, de la serie argentina Todos contra Juan.

Belucci por ejemplo, está obsesionada por encontrar un novio “normal” exigiéndole a su agente Gabriel (el gran Grégory Montel) que la “infiltre” en una fiesta común y corriente.

Al mismo tiempo, la serie cuenta la evolución de la agencia como un lugar de trabajo lleno de intrigas, cahuines, traiciones y alianzas —al estilo Mad Men mezclada con Brooklyn Nine-Nine— a partir de la llegada de una provinciana Camille Valentini (Fanny Sidney) que quiere insertarse en la industria del cine detrás de las cámaras pero que tiene el pequeño inconveniente de que la agencia es manejada por Mathias Barneville (Thibault de Montalembert) su papá ausente y la resistencia inicial de un equipo de trabajo capaz de traicionarte a la primera por obtener información privilegiada, partiendo por Andrea Martell (Camille Cottin), la auténtica mujer fuerte de la agencia.

Pero, advertencia: el gran protagonista es el trabajo de salvarle la carrera a los actores conflictivos. El romance, las emociones o los conflictos están supeditados a eso, lo que en algún punto se agradece. Y si: hay grandes planos de París, sus café, calles iluminadas y gente abrigada contemplando el anochecer, todo ese mundo que parece ahora más lejano que nunca.