El software me pone ansioso. Necesito tener la última versión. Gracias a los avances contemporáneos en materias como la piratería, saciar mi ansiedad solo suele tomar un rato de espera mientras los bits viajan distancias colosales a velocidades estúpidamente altas hacia mi dispositivo de turno.
Por Radu Dutzan, Diseñador de Interfaces PUC.
Cuando salió Photoshop CS6 beta, puedes imaginarte qué hice. Entre Photoshop, Illustrator, Coda, Xcode y Chrome paso la mayor parte de mi tiempo productivo frente al computador, por lo que una nueva versión es como si de un día para otro me cambiaran el colchón de la cama. El nuevo hace lo mismo, pero esdiferente.
Hace tiempo que cualquier adición a Photoshop —guardando las proporciones— sólo es un cambio marginal. Photoshop es un mastodonte de 5 toneladas, al igual que cualquier otro programa maduro de la Suite, y aunque las nuevas features que le han agregado en las últimas versiones son súper bacanes y dan los medios demos, están orientadas al grupo de usuarios que usan Photoshop para retocar fotos, y simplemente no me son útiles, porque yo no hago eso con Photoshop.
Con eso en cuenta, probé la nueva versión. Luego de un día de trabajo con Photoshop CS6, lo amé. Luego de un mes, el amor se mantiene. No pensé que fueran capaces, pero Adobe se las arregló para hacer que toda la experiencia con el programa sea simplemente mejor. Tal vez les dio susto Pixelmator, o en volá fueron tan sabios como para aprender de él. No sé, pero por alguna razón decidieron hacerle un lavado de cara masivo al programa: redibujaron los íconos, mejoraron los espaciados, rediseñaron los controles, añadieron guías visuales al mover objetos, etcétera. Qué importa qué hicieron. El punto es que siente mucho mejor.
(O sea, se siente mucho mejor una vez que entras a las preferencias y le cambias esa ridícula tonalidad gris oscura que le pusieron por defecto a la interfaz.)
Los sequísimos de Bjango detallaron acabadamente todas estas mejoras espectaculares. Si la única aplicación de Adobe que usas es Photoshop y ya estás chato de este post, deja de leer y cámbiate a Photoshop CS6, es la patá. Si te interesa encontrarle sentido a toda esta alabanza aparentemente gratuita, buena, porque todavía no se me acaba la verborrea.
Ayer salió el CS6 completo. Como acababa de formatear mi computador para volver a OS X 10.7 luego de mi brillante idea de instalar 10.8 Developer Preview como sistema operativo primario, bajé la nueva Suite completa. Los íconos son muy bonitos y se ven más bonitos uno al lado del otro, y con eso quedé feliz ayer. Pero todo se fue bastante a la cresta cuando hoy intenté usar Illustrator para trabajar en unos afiches para el CED.
En términos concretos, mi experiencia con Illustrator CS6 se parece harto a la que tuve con Photoshop: es igual, pero diferente. Lo cuático es que Photoshop logró superarse para ser sustancialmente mejor. Illustrator logró un cambio de magnitud muy similar, pero en la dirección opuesta.
Nuevamente, casi todo se reduce a la interfaz humana. En CS5 y anteriores, Illustrator tenía controles nativos que, aunque a veces eran un poco incoherentes, entregaban una falsa sensación de pertenencia de la aplicación en el sistema operativo. Por alguna razón que me cuesta en extremo entender, decidieron tirar todo lo que estaba bien por la ventana para reemplazarlo con mierda como esta. O como esta. O como —ugh— esta.
Uno puede bancarse una interfaz visualmente muy penca (como la que hay ahora) si la aplicación hace bien lo que tiene que hacer. Mecuesta mucho más entender esto que lo anterior, pero en mi corta experiencia usando Illustrator CS6, la lectura y escritura de archivos es severamente más lenta que antes. Onda, enervantemente más lenta. No sé si mis archivos son muy complejos o si hay algún problema misterioso, todo lo que sé es que no se siente normal, y que definitivamente es más lento que CS5. Si tu experiencia es como la mía, vas a tener muchas más oportunidades de ver esta hermosa barra azul. Te va a encantar.
Demos un paso atrás y pensemos un rato en esto. Un equipo masivo en Adobe pasó más de un año trabajando en una versión nueva de Illustrator que, a todas luces, es mucho peor que la anterior. Visualízalo. Varias decenas de personas se sentaron por muchos meses frente a sus computadores durante todo el día mirando y probando Illustrator CS6. En algún punto, alguien decidió que abandonar los controles nativos estaba bien y que el diseño propio que hicieron para reemplazarlos era suficientemente bueno. Varias de estas personas tuvieron que implementar estos controles, durante varias semanas, de lunes a viernes, de 9 a 5. Eventualmente, declararon que su trabajo estaba completo, celebraron, y vendieron copias a 1.300 dólares cada una diciéndole al público que el nuevo producto es mejor que el anterior.
Ayer, errando por la web de Adobe, me encontré con su catálogo de productos. Si haces scroll hasta abajo, vas a ver tres columnas listando los aproximadamente 130 ítems. Veo esta dicotomía diametralmente opuesta entre dos productos estrella de la suite más importante que existe en el mercado de la producción visual, y se me viene a la mente una frase que dijo una profesora en una clase: “Adobe es un monopolio, pero es como un monopolio bueno.” ¿Cómo puede ser bueno el monopolio de este monstruo de 8 cabezas que no puede ponerse de acuerdo consigo mismo para saber lo que quiere? ¿Por qué para conseguir las herramientas que nos permiten hacer nuestro trabajo tenemos que estar sujetos a la dictadura de esta entidad amorfa y desagregada?
Adobe no tiene ningún tipo de foco. Su estrategia es dar mil palos de ciego y acertar en algún momento. Podemos esperar que indies como los de Pixelmator tomen las riendas y lentamente reemplacen la Suite, pero es una utopía. Hacer desde cero una versión básica de estos programas es un trabajo titánico, y alcanzar igualdad de features —o al menos suficiente como para que sea un reemplazo digno para algún grupo de usuarios— tomaría años. Tal vez hay que re-pensar los paradigmas básicos de las herramientas gráficas, pero eso da para otro post culiao largo como este. Mientras tanto, lo que nos queda es bancarnos las incoherencias de una empresa con demencia senil que desarrolla sus aplicaciones de tablet para Android antes que iOS y que sigue vendiendo y soportando un software que se dejó de desarrollar hace 11 años, que no corre en OS X ni en Windows Vista, y que —por si fuera poco— compite con la misma aplicación que lo reemplazó.