Se abrazaron, se aplaudieron y se dieron golpecitos en la espalda. Cada uno de esos aplausos se sintió como una cachetada.

Cada abrazo con golpecitos en la espalda nos hizo saber que les importamos un comino. Que no han entendido nada, que no quieren entender quizá. La actitud sigue siendo la misma. Son arrogantes y obtusos.

No han tenido ni siquiera la decencia y el respeto de realizar un cambio de gabinete sobrio, en silencio, en concordancia con la realidad. La realidad es que el Presidente posee un 14% de aprobación (el menor que la gente ha dado a uno en toda la historia); la realidad es que la gente está manifestándose afuera de La Moneda gritándoles asesinos, mientras adentro se aplauden y abrazan; la realidad es que viene llegando un equipo de DD.HH. desde la ONU porque las cientos de denuncias por asesinatos, abusos, torturas de todo tipo, hasta sexuales, más un centenar de personas que han quedado ciegas y marcadas de por vida por sus balas, tiene sobrepasados los hospitales y juzgados y ha llegado a un nivel que alarmó al mundo.

La realidad es que los medios de todo el mundo están hablando de Terrorismo de Estado, mientras acá están usando los de sus amigos para incrustar teorías conspirativas absurdas y racistas.

La realidad, es que el Gobierno intentó en una patética y ordinaria jugada adueñarse de la marcha del viernes, donde más de un millón de personas salió a protestar EN SU CONTRA. Mientras hablaban de paz y unidad, el fin de semana siguieron usando sus armas de guerra en contra de gente desarmada con más ferocidad que nunca.

Lo mínimo que podrían haber hecho era dar una señal de respeto, ni siquiera duelo porque ya sabemos que para Piñera de las 20 víctimas fatales, “solo algunos eran inocentes” (sería interesante verlo defender esa afirmación en un juicio.

Lo cierto es que están contra las cuerdas, que su poder ya no tiene legitimidad popular, que mientras se evalúa acusar constitucionalmente al ahora ex ministro del Interior, Andrés Chadwick y hasta al Presidente Piñera, ellos se abrazan y felicitan.

Entonces, solo se les pedía un poco de dignidad y respeto, de hacer su mierda de enroque de repartija de puestos, de sillita musical, en silencio y humildad. De al menos hacer que fuera menos evidente que cambiaron ministerios que nada tenían que ver con la crisis y mantuvieron igual tres claves: salud, transporte y educación. Pero demostraron no ser capaces ni siquiera de aquello y es una apuesta bastante segura creer que la gente va reaccionar a esta cachetada.