Hablamos con desarrolladores de contenidos de Youtube para niños, especialistas, y confundidos padres primerizos sobre cuánto rato está bien dejar que los pequeños cerebros en formación se peguen a una pantalla.
Por Pablo Bustamante
“Nadie te dice de verdad lo mucho que cambia tu vida cuando tienes un bebé. O tal vez sí, pero estás demasiado aburrido como para hacerles caso a esos amigos porque, ya sabes, son papás y ahora son aburridos. “Ya dejen de hablar sobre mocos, pedos y reflujo”, dirás porque estás en medio de una discusión súper importante en Twitter y esa pizza no se va a ordenar sola”.
“Cosas que aprendes como papá primerizo” @PriyaElan
Mi hija de poco más de 1 año y su pequeña amiga Abril, dos meses mayor, gritan en la casa mientras nosotros, los padres, instalados en una mesa, intentamos tener nuestra primera fiesta en mucho tiempo. Como buenas hijas únicas, demandan un nivel de atención difícil de complacer y la velada prontamente se convierte en un pequeño momento de stress/quiero-morir donde los adultos nos turnamos para entretenerlas en un sistema rotativo mientras el resto trata de mantener la velada viva.
Vamos intentando de todo, cada uno aplicando distintas estrategias que van desde canciones ultra añejas, caras estúpidas, o bailes absolutamente descoordinados y muecas tan raras que probablemente asusten más de lo que alivien. La jornada va en un viaje sin frenos al fracaso hasta que de pronto Nicolás, el papá de Abril, en un momento de “iluminación” propone cambiar la lista de Spotify que escuchamos y abrir Youtube. El notebook está conectado vía HDMI al televisor y en él se ve la búsqueda que realiza Nico: LA VACA LOLA. Solo eso, una frase corta, pocas palabras sin aparente importancia, pero que hoy, varios meses después son casi un taboo en mi hogar y en muchos otros.
Aquella vez el efecto fue inmediato. Las niñas dejaron de gritar, se sentaron y empezaron a observar/escuchar felices mientras la animación de una vaca mugía y bailaba al son de una letra monótona que se repetía en un loop que ese día me pareció infinito. Después de la Vaca Lola desfilaron otros personajes y de tanto en tanto las niñas movían los brazos, como si bailaran. En resumen, el video nos salvó esa tarde, pero nos condenó durante los siguientes meses, a mi esposa y a mí, a un régimen totalitario dirigido por nuestra pequeña Hitler de 20 meses.
El fenómeno de la Vaca Lola y muchos otros de los nuevos héroes favoritos de esta incipiente generación como El Perro Chocolo o El Pollito Amarillito vienen de la mano con el surgimiento de productoras o estudios especialmente enfocados en menores de edad pre-escolar, con personajes tan populares como Taylor Swift o Katy Perry y despertando un nivel de devoción e idolatría tan profundo como el que generan estas artistas.
La odisea
“No sé cómo llegaron a nuestras cuentas de Youtube, pero aparecieron y desde ese momento no se han ido”, cuenta Héctor Paredes, Diseñador Gráfico y papá de Ema, de 18 meses, quien al igual que la mayoría de los niños de su edad ya tiene o ha tenido alguna experiencia frente a una pantalla. Las investigaciones en este campo son relativamente nuevas, pero según un estudio reciente sobre el uso de tecnologías publicado por el Centro de Investigación en Estadística Aplicada (CINEA) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero en Argentina, el 50% de los niños menores de 2 años mira contenidos frente a una pantalla.
“Una vez que lo usas es imposible sacárselo. Quitarle el celular o la tablet es una odisea, de hecho su primera pataleta fue cuando le quitamos el celular, porque literalmente la atrapa y cuando está viendo esto no escucha, no pestañea, es como si el dispositivo la hipnotizara”, reconoce Héctor con cierta angustia, revelando una realidad que hoy afecta a numerosos padres con hijos en edad preescolar: la adicción a la pantalla.
Así como Ema, son muchos los niños que acceden diariamente a Youtube para disfrutar con las canciones animadas que ofrecen canales como Little Baby Bum, El Reino Infantil o Hey Kids, entre muchos otros. “Mi hijo va al jardín todo el día y cuando llega a la casa, come, se baña y me pide la tablet para ver en Netflix y YouTube los programas que la gustan. Se maneja solo y elige sólo lo que quiere ver”, cuenta Isidora Santa María, mamá de Pedro, su hijo de 2 años.
El caso Isidora es un ejemplo de lo que sucede en miles de hogares, donde los padres trabajan jornada completa y el tiempo no sobra, por lo que la alternativa de poner a los hijos frente a la pantalla se vuelve una necesidad. “No sé si es bueno o malo, pero sí ha reforzado mucho lo que aprende en el jardín, como los números, colores, animales y aprender hablar mejor, porque algunos videos enseñan a pronunciar las palabras”, dice la mamá de Pedro, que también confiesa que esta práctica se ha vuelto habitual y puede durar hasta 2 horas diarias.
Brilla, brilla
Derek Holder y su pareja son los creadores de Little Baby Bum, el principal referente de esta nueva generación de canales infantiles y que en 2011 iniciaron el proyecto en Reino Unido porque según él “no habían vídeos de canciones infantiles de calidad”. Usando temas clásicos de dominio público, este canal está dentro de lo más visto en la historia de Youtube, superando a gigantes como Disney y su popular “Let it Go” (Libre Soy), el tema principal de la exitosa Frozen y que de seguro has escuchado por ahí de la boca de algún menor unas 600 millones de veces.
“Para nuestra primera animación trabajamos un total de 4 personas. Ahora trabajamos con equipos y empresas de todo el mundo”, explica Derek. Añade que este primer trabajo fue hecho por ellos mismos de principio a fin. Hoy llegan a todo el mundo en 7 idiomas, los puedes ver en Netflix y tienen una tienda virtual donde se encuentra todo tipo de merchandising de sus personajes, aunque Derek es enfático en explicar que su foco de atención está en Youtube y lo seguirá estando.
Brilla, Brilla Estrellita fue su primer trabajo. Solo 30 segundos de un clásico que los catapultó directo al Olimpo del entretenimiento infantil y desde ahí el éxito no se ha detenido, aunque la fórmula sí varió un poco. Hoy el canal de Little Baby Bum es conocido por ofrecer largos compilados de alrededor de una hora o más (el último lanzamiento dura 144 minutos) donde reúnen todos sus éxitos y los hacen rotar en diferentes versiones con ligeras variaciones en la letra. Así, los niños pueden pasarse horas frente a la pantalla mientras los padres hacen el aseo, trabajan o simplemente ven otra cosa.
Actualmente, dentro de la lista de los 100 videos más vistos en la historia de Youtube, 5 corresponden a canciones orientadas a menores en edad preescolar y en puestos de avanzada. Con un público que se renueva constantemente y que recurre a ellas con cierta periodicidad, no sería descabellado pensar que algún día una de ellas destrone al mítico Gangnam Style de Psy, el video más visto de todos los tiempos que a la fecha ya supera las 2.700 millones de visitas.
Como toda buena idea, el modelo LBB se ha replicado y en nuestras latitudes los ejemplos abundan. En Argentina el canal El Reino Infantil y sus “Canciones de la Granja”, que incluyen a La Vaca Lola, han superado ampliamente las mil millones de visitas y arrasan al punto de que ya hace un tiempo comenzaron a realizar presentaciones en vivo, con mucho éxito. En Brasil, La Gallina Pintadita alcanza cifras similares gracias a su personaje El Pollito Amarillito. En Colombia, Toy Cantando es otro hit de popularidad con casi 300 millones de reproducciones en su compilado más popular.. En Chile, la productora A Tiempo y su carismático Perro Chocolo se han vuelto tan populares que ya comenzaron su aventura en portugués.
“El público es muy cariñoso. Nos envían fotos y videos para mostrarnos el amor que sus hijos tienen por Chocolo”, cuenta Patricio Gamonal, productor ejecutivo del estudio A Tiempo. “Pensamos que lo mejor son los compilados, no tienen comerciales y acompañan al niño por mucho tiempo”, aunque explica que Youtube cuenta con herramientas que permiten establecer un tiempo adecuado que el padre debe definir.
Las dos caras de la moneda
El éxito de estos canales no se debe solo a la necesidad de los padres de ganar un poco de tiempo, sino también a que el trabajo de las productoras está enfocado en reforzar conocimientos que los menores deben ir adquiriendo en su crecimiento como la identificación de colores, números o animales. Además los contenidos son cuidados y atractivos a la vista de un menor, por lo que no es difícil entender porqué nuestros hijos caen rendidos ante sus ritmos.
Paz, por ejemplo, tiene 15 meses y es la hija de Daniel Estay, diseñador y animador freelance. Trabaja desde la casa y distribuye su día entre desarrollar su labot y entregarle tiempo de calidad a la “Paza”, como le dicen a su hija. Los canales de entretenimiento infantil que existen en Youtube se han convertido en poderosos aliados a la hora de poder sacar el trabajo adelante e incluso, al igual que la mayoría de los padres, se sabe de memoria las canciones de Roco el Hurón, los Seis Patitos o Señora Vaca.
“Es súper buena iniciativa, además que las producciones están bien hechas tanto en la animación como en la composición de las letras. A mí me gusta mucho que a ella le llamen la atención, así aprende las canciones y es fácil entretenerla o distraerla cantándole los mismos temas”, explica Daniel, dejando en evidencia una situación que todos quienes tenemos hijos hemos sentido: El tiempo escasea y ante una pega tan importante y desafiante como es el ser padre, cualquier ayuda es bienvenida. ¿Pero cuáles son las complicaciones de volver esta conducta habitual?
En términos médicos el tema es recurrente. Hoy son cada vez más los padres que llevan a sus hijos desde temprana edad a especialistas para atenderse por problemas derivados de la sobreexposición frente a una pantalla. Desde el campo de la Psiquiatría y la Neurología infantil las recomendaciones son claras: no dejar que los menores de 2 años vean contenidos a través de algún dispositivo y posterior a esa edad, no hacerlo a menos de 2 horas antes de dormir, luego cuando son más grandes graduar el tiempo y acompañarlos para ir haciéndolo en forma más activa.
“El cerebro de un niño, especialmente el área frontal, es inmadura y su proceso de maduración es progresivo, alcanzando su peak entre los 18 y 25 años, por lo tanto mientras más pequeños son, su capacidad de procesar el contenido audiovisual es más limitada”, detalla la doctora Valeria Rojas, Neuropediatra y Presidenta del Comité Medios y Salud de la Sociedad Chilena de Pediatría.
En otras palabras, lo que para nosotros puede ser un video inofensivo, para el cerebro en formación de nuestros hijos e hijas puede significar lo opuesto. De ahí la importancia, según señala la doctora Rojas de acompañar a los niños durante el tiempo que permanezcan expuestos a una pantalla, ya que de otra forma recibir un contenido sin alguien que sirva de guía, puede derivar en futuros miedos, angustias y ansiedades.
Además de estos riesgos, hay otros factores a considerar, como la fomentación del sedentarismo, la casi nula capacidad de sociabilizar adecuadamente o la manera en que un niño interpreta qué es normal en la vida. “Todo el tiempo que un niño está frente a una pantalla, es un tiempo en que se detiene la exploración de sus habilidades motrices, olfativas, de tacto, es decir, todos los estímulos sensoriales necesarios para su desarrollo, se detienen, excepto el visual, pero todo el resto se detiene, independiente del contenido”, agrega la especialista.
Estas recomendaciones están enfocadas en cuidar la capacidad de asombro, libertad de pensamiento y acción de los menores. Todo esto considerando que es en nuestros primeros años donde el cuerpo crece e incorpora más estímulos a través del movimiento y los sentidos, por lo que este tipo de conductas terminan generado una clara repercusión a futuro.
“Lo importante es aprender a conocer a nuestros hijos, eso es lo vital. Enseñarles a través de la experiencia, como el movimiento, por ejemplo, el aprender a observar, el inicio del lenguaje que nos llega a la velocidad del sonido, por ahí se empieza. Si nos saltamos etapas, hay un costo por decirlo así”, explica la doctora Ximena Keith, NeuroPsiquiatra infantil, quien ha trabajado durante años en los efectos que la pantalla tiene sobre menores de edad y es otra de las voces autorizadas en el tema en nuestro país.
En momentos donde el tiempo escasea y con un ritmo de vida casi intolerable, tomarse un minuto para invertirlo en nuestros hijos resulta primordial para hacerle frente hoy a las posibles consecuencias derivadas de la sobreexposición a una pantalla, explica Keith. “La irritabilidad, las alteraciones del sueño, la alteración sobre el lenguaje, el estado de una indiferencia o falta de interés en algo distinto que los videos es lo más importante. Los niños crecen y es este crecimiento el que requiere de un entorno nutricio, del ejemplo de los papás y de personas que sean reales”.