Con más de 50 años de trayectoria, Vicuña lo ha hecho todo: poeta, cineasta, pintora y activista, ha desarrollado diferentes expresiones artísticas con una visión crítica de temas sobre medio ambiente, género e identidad. Exiliada tras el golpe de Estado y radicada actualmente en Nueva York, su obra ha tenido un gran reconocimiento mundial y desde el fin de semana, la bienal de la ciudad italiana tendrá un pabellón completo dedicado a ella.
Una chilena con reconocimiento mundial. Este sábado, la poeta y artista Cecilia Vicuña recibió un León de Oro a la Trayectoria en la 59 Bienal de Venecia. La premiación se realizó en la famosa muestra de la ciudad italiana que abrió sus puertas durante el fin de semana.
La bienal que se realiza este año ha sido la con mayor participación femenina en sus 127 años de historia. Este año, además de Vicuña, recibió el galardón la alemana Katharina Fritsch. Cabe destacar que también estarán presentándose en la instancia tres arpilleras de Violeta Parra.
Con más de medio siglo de experiencia, Cecilia Vicuña es una pionera de nuestro país en desarrollar el arte conceptual con poesía como base. Sus creaciones han abarcado disciplinas como el arte, la performance, las intalaciones y la pintura.
Nació en Santiago en 1948, rodeada de una familia de artistas, por lo que entró a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, para luego continuar sus estudios en la Slade of Fine Arts de Londres, tras salir exiliada por el golpe de estado en 1973. Vivió en Bogotá, Buenos Aires, y Nueva York, ciudad donde está actualmente radicada.
La curadora de la bienal, Cecilia Alemani, destacó que “durante décadas, Vicuña ha recorrido su propio camino, con precisión, humildad y obstinación, anticipándose a muchos debates recientes sobre la ecología y el feminismo e imaginando nuevas mitologías personales y colectivas”.
Su obra ha adquirido importancia durante los últimos años tras la presentación de sus instalaciones textiles Quipu en las exposiciones Documenta 14 de Alemania y Grecia.
Para esta edición de la bienal, el pabellón Giardini será dedicado a su obra con distintas piezas que ha creado Vicuña desde mediados de los 60’ hasta la fecha. Una diversidad de representaciones que abarcan de forma crítica temas como la destrucción ecológica, los derechos humanos y la homogeneización cultural.
Al interior del recinto se puede observar la instalación NAUfraga, un sector donde sogas y desechos hallados en Venecia cuelgan, y provoca una reflexión sobre el hundimiento de la ciudad -a causa del cambio climático- en sus espectadores. Un proyecto que se enmarca dentro de su concepto “Arte Precario”, y sus primeras creaciones de “basuritas”.
“Siento que este premio no es solamente para mí, sino para el mundo indígena y mestizo de América del que vengo, cuya potencia creativa está aún por desplegarse para ser todo lo que puede llegar a ser. En un sentido profundo mi obra es el cuerpo fructífero del hongo subterráneo invisible que es el mundo nativo de esta Tierra. El León de Oro confirma la potencia de las obras y memorias negadas que al ser reconocidas pueden fertilizar la creación de otros mundos posibles”, dijo tras recibir el premio.
También en la bienal está Bendígame mamita (1977), un cuadro donde retrató a su madre, con quién ha recorrido la exposición en la ciudad de los canales.