Entendemos que Internet es un lugar donde todo el mundo puede dar su opinión libremente y tal, pero bueno, uno siempre puede dar un click en falso para terminar viendo desde un spoiler que te arruinó el día, hasta opiniones como esta:

El Chile que todos queremos

En el primer partido de la Copa América en el Estadio Nacional el público representó al “Chile que todos queremos”. Cuando se interpretó el himno nacional de Ecuador, el público guardó respetuoso silencio y muchos levantaron una tarjeta verde que les habían dado como testimonio de que, a diferencia de siempre, no iban a silbar la canción nacional del adversario.Hubo quejas porque en el curso del partido el público estaba bastante silencioso. Es que era gente tranquila y civilizada, que no está acostumbrada a gritar todo el tiempo.Nadie lanzó objetos a la cancha ni fue preciso usar grandes paraguas o quitasoles para proteger a los jugadores ecuatorianos que iban a servir un tiro de esquina.Ese público chileno no se diferenciaba en su comportamiento del de cualquier país civilizado del norte de Europa.Entonces por unanimidad dijimos que ése era “el Chile que todos queremos”.¿Qué había obrado el milagro? El precio. Las entradas eran carísimas. Sólo al alcance de los grupos socio-económicos A y B y fuera del de los C1, C2, C3 y D.

Ergo, era toda gente formada por la educación particular pagada, preferentemente en colegios de iglesia. Es decir, son el fruto de la libertad educacional.

Gente que puede pagar entradas carísimas porque ha ganado dinero gracias a una educación particular pagada, a la posibilidad de emprender y a la libertad económica. Todo lo que hoy se quiere destruir.

Gente que les teme a los encapuchados y delincuentes, y por eso nunca sale a desfilar a la calle. Gente que vive en Providencia, Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, La Reina y, minoritariamente, en Ñuñoa, comunas que en la última elección presidencial votaron abrumadoramente por Evelyn Matthei.

Gente del “sí”, si bien mayoritaria (y deslealmente) devenida del “no” con los años, pero que apoyó al Gobierno Militar desde su primer y hasta su último día.

Gente que se enorgulleció de que bajo ese gobierno Chile pasara de ser un país de economía estatista y el vagón de cola de tercera clase del mundo subdesarrollado en materia de crecimiento, a modelo de la pujante economía de libre mercado, que crecía más que los otros y era puesto de ejemplo en todo el mundo.

Gente respetuosa, pero que tiene miedo y por eso nadie logra sacarla a la calle a desfilar, porque es funada o agredida por los comunistas.

Ésa es la gente del “Chile que todos queremos”, pero no la del “Chile que tenemos”. Ésta es mayoritariamente agresiva y violenta. No tiene acceso a la educación particular pagada, donde enseñan “manners”, porque el dinero no le alcanza, y por lo tanto es mal educada. El Estado podría demás darle el dinero para adquirir “manners”, pero los gobernantes prefieren pasárselo a una enorme burocracia que vota por ellos y que entrega una enseñanza gratuita, socialista y paupérrima, constantemente interrumpida por la huelgas de los profesores comunistas.

Obviamente, el “Chile que tenemos” eligió abrumadoramente a Michelle Bachelet 2.0 recargada, la ex ayudista del MIR y conviviente del vocero del FPMR, cuya chapa era “Claudia” y que, por fin, llegó a la Presidencia en 2014 decidida a implantar en Chile “otro modelo”, un régimen más parecido al que le gustaba a ella, el de su venerada RDA, que estaba tan convenientemente protegida de las maldades de Occidente y de su maldito credo de la libertad personal gracias a un Muro defensor de la pureza socialista.

Esta Michelle 2.0 es, por cierto, completamente distinta de la sumisa Michelle 1.0 que gobernó entre 2006 y 2010 con total obediencia al centrista Andrés Velasco y a los renovados barones socialistas que tan bien aprendieron del posgrado que les facilitó Pinochet detrás de la Cortina de Hierro. Tal vez en agradecimiento a él preservaron la esencia de su modelo y sólo le “rayaron la pintura”, pero sin cambiarlo por el “otro modelo”, como ahora quiere hacerlo Michelle 2.0.

Se terminará la Copa América y después quizás hasta cuándo no volvamos a ver en público y enorgullecernos al “Chile que todos queremos”, en medio de la anarquía, la violencia, la revolución y el afán de cambiarlo todo del “Chile que tenemos”. El sentido común indica que las cosas seguirán así, cuesta abajo, hasta por lo menos el 11 de marzo de 2018, si es que, como ha insinuado un comentarista de la plaza, Ricardo I no dispone otra cosa.

¡Adiós, “Chile que todos queremos”: si no te vuelvo a ver, te deseo una feliz muerte!

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Si están aburridos y con tiempo, pueden apuntar sus twitter-piedras a Hermógenes Pérez de Arce, una persona que lamentablemente hace clases en la universidad, crió 4 hijos y que de seguro no debe enorgullecer mucho a nuestros amigos que hayan pasado por el Saint George, porque allí es donde se formó este tipo.