“El chico de las estrellas”, su primer libro está dedicado “a los niños a los que llaman ‘maricón’ por los pasillos del instituto. A quienes los defienden”.
Christian Martínez Pueyo es su nombre de nacimiento, pero removió el primer apellido para titular su libro en reconocimiento a su abuela, quien lo crió “sin tener por qué”. Chris habla casi tan rápido como deben ser sus pensamientos. Y escribe como a bordo de una locomotora. Entre citas de canciones pop, símbolos de amor gay y referencias a sus autores favoritos, “El chico de las estrellas” tiene la sensación cercana de un diario de vida más pausado y reflexivo.
Conocido en Internet como “Peter Pan”; Pueyo admite que esa etapa de su vida está superada. “De pequeño me encantaba la película, luego el libro, me sentía identificado por ser un ‘niño perdido’, con una mamá que no se preocupaba y un padre que murió antes de poder conocerlo mejor, pero ya no me siento así. Sin embargo, conservo la capacidad de sorprenderme”.
“Yo me engañaba, decía: ‘no, no eres gay, te gustan las chicas’ porque vivía en un pueblo que no lo aceptaba. Indirectamente, la engañé a ella”.
Pueyo cursa el penúltimo año de Literatura, consecuencia lógica de su afán por escribir en un blog llamado “El Desván de los Duendes”. Allí cultivó su estilo y expandió su visión “de pueblo” al mundo.
¿Qué hay en “El chico de las estrellas”? Un relato sobre cómo descubrirse en una identidad que el mundo rechaza, cómo el no aceptarse puede provocar daños incluso a los que más quieres y cuáles son las consecuencias de no ser tú mismo. Esos coletazos los recibió Cristina, que en el libro es denominada Lady Madrid.
“Yo me engañaba, decía: ‘no, no eres gay, te gustan las chicas’ porque vivía en un pueblo que no lo aceptaba, indirectamente la engañé a ella”. En pleno descubrimiento de su orientación sexual, Chris tenía una novia. “Confundí amistad con amor (porque quise confundirla)”, aparece en el capítulo dedicado a quien fue su única pareja mujer.
El deseo de ser heterosexual mucho tenía que ver con un concepto que Chris aborda en el libro, denominado atelofobia (el miedo irracional a no ser nunca suficiente) que en visión de Pueyo, “es culpa nuestra la no aceptación de la tristeza. Para ser feliz no hace falta estar sonriendo todo el tiempo. Estamos muy obsesionados con ser perfectos, pero para otras personas”.
Tras exponer gran parte de su pasado, el autor por fin se siente en paz consigo mismo.
No solo Lady Madrid formó parte del historial amoroso que configuró el primer libro de Chris, sino también El Chico Más Guapo del Mundo, su primer amor tras aceptarse como hombre homosexual. Y su primera decepción amorosa, también. “El amor para mí era algo desconocido, es como un armario: al principio lo vacías y buscas lo mejor para ponerte, luego sacas la mitad; ya no arriesgas tanto.
“Yo tiré todo el armario al suelo para encantarle tanto a él como a mí me encantaba”. Puesto que el quiebre no tuvo una conversación que cerrara el noviazgo, el libro si la tuvo: “Fue mi excusa para decir lo que no me dejaron. Bueno, pues yo le dejé el mensaje en las librerías”, confiesa Chris.
Desde la óptica latinoamericana, hay cierta tendencia a creer que España es una suerte de paraíso de la tolerancia hacia la diversidad sexual, pero el escritor de 21 años pone paños fríos. “Tú vas por Madrid y hay neonazis; vas de la mano con tu novio y te pueden llegar puñetazos. La gente se cree que no pasa, pero en lo que va del año, llevamos 184 agresiones homófobas denunciadas solo en Madrid. Yo lo viví cada vez que iba al baño en la escuela”.
La etapa en que Chris era atacado por su sexualidad quedó atrás, para dar paso a un éxito que lo ha llevado a presentar su libro a nivel hispanoamericano. En la pasada Feria del Libro de Santiago, fueron decenas de adolescentes que llegaron a que Chris autografiara su ejemplar, pero Pueyo no se deja obnubilar por el reconocimiento masivo. “El éxito es interior, el reconocimiento puede o no que llegue. Si sientes que lo has logrado es como estar borracho y vomitar: listo, ya lo he echado todo”.