Mañana juega Chile la final de la Copa América, y será una de las pocas instancias en las que veremos toda la gente unida por algo en común (al fin). Es por eso, que quería traer unas pequeñas reflexiones al respecto para todas mis amigas y no amigas. Eso si, esto nace desde las tripas.
Ahora podemos seguir después de ese aviso.
Hermanos, a raíz de la Copa América vengo a hablarles de una tendencia que surge sin falta durante este tipo de eventos. Una enfermedad incurable. Una epidemia mortal. La muerte misma.
Algo que me molesta más que cuando me pica la raja en la calle y hay gente atrás mío.
Me molesta más que cuando ponen cubiertos ajenos en mi plato sin mi supervisión.
Me molesta más a que haya fruta de postre.
Me molesta incluso más que desenredar el alambre rojo del pan de molde cada vez que lo abro.
Me molesta nivel gente menor de 90 años que es lenta para comer.
Ustedes saben de lo que hablo.
Abramos los ojos a esta cruda realidad de una vez.
Detengan a las mujeres que fingen que les gusta el fútbol. Enciérrenlas, weón. Dróguenlas con cloroformo y aléjenlas de mí.
Y hagamos la distinción entre una mujer hincha futbolera que pasa piola y una maraca culiá que se pinta banderitas de Chile en su cara con restos de semen para subirla a las redes sociales con #CopaAmerica #ConLasMejores #ElMejorTeam. A estas últimas son a las que queremos aniquilar.
Las que aparecen solo para el mundial y esta weá de la Copamérica. Las que nunca en sus perras vidas han pisado un estadio pero se juran las reinas del fútbol. Las que se pasan todo el partido alegando por Twitter de las injusticias del árbitro y de lo bien o mal que está jugando no sé qué weón pero en el fondo están puro repitiendo lo que escuchan de sus hermanos. Cerdas culiás, weón. Me sale humo caliente del ano pensando en esta mierda.
Paren su show rancio, por la chucha. Todos sabemos que en el fondo no están ni ahí.
Me desdoblo internamente cuando cantan el himno al principio del partido y al final gritan “wuuuuuu! ¡Vamos Chile!” entre aplausos motivacionales. ¿Cuál es la idea, weón? Vayan a pintarse las uñas mejor, maracas retrasadas. Me enchucha que me hagan callar en la mitad del partido aunque no esté pasando nada. Me enchucha que usen lenguaje futbolero y se manden unos comentarios como “medio pase” o “maestro Bravo” o no sé qué weá del delantero o del color de la tarjeta.
¡Cállate, aweoná!.
Paren de dárselas de expertas porque se saben las lesiones de los futbolistas y tienen la polera de la roja. Paren de reírse cuando pregunto a qué lado está el arco de Chile o qué color somos. Zorra de mierda, estoy haciendo un esfuerzo por ver la weá de partido; me decí cual es el arco de Chile o te corto las tetas. No erí bacán por saber esas weás.
No sé a quién están tratando de impresionar pero paren porque son patéticas. Si quieren chupar picos pueden hacerlo fácilmente sin fingir que les gusta el fútbol. Paren con sus asaditos de amigas futboleras que se toman unas “chelitas” demasiado motivadas. Paren de celebrar excesivamente cada vez que hay un gol. Weona, la cagó que no te importó tanto. Paren de hablar del palo de Pinilla, weón. ¿Qué es esa weá? Paren de calentarse cuando los futbolistas se sacan la polera. A ese weón lo veí en la calle y la cagó que cruzai la vereda.No finjai que te gustan esos weones feos que con cueva hablan en coa. Paren de decirme que soy amargada o poco patriota por no ver los partidos. Mucho más digno que se queden en sus casas viendo Acapulco Shore mientras menstrúan y nos ahorren la paja de escuchar sus chillidos de perra pasada a ladysan de tres días. Por lo menos no ando fingiendo por la vida que sé de fútbol y menos que me interesa.
Todo mi love a las mujeres que les gusta el fútbol todo el año.
Pa estas gilas puros balazos.