Los programas policiacos dejan la impresión de que los individuos con psicopatía son descontroladamente malvados, incapaces de sentir emociones e incorregibles. Sin embargo, las investigaciones demuestran que estas concepciones de la psicopatía son sensacionalistas, contraproducentes y equivocadas.
La ficción y los programas de entretenimiento no tienen la obligación de mostrar una representación fidedigna de un desorden de la personalidad, por esta razón, es importante discernir los límites entre la realidad y la narrativa.
La psicopatía es definida por psicólogos como una combinación de encanto, emociones superficiales, ausencia de arrepentimiento o remordimiento, impulsividad y criminalidad. Alrededor del 1% de la población cumple con esos criterios de diagnóstico de la psicopatía, una prevalencia que es casi el doble de la esquizofrenia.
La causas exactas de la psicopatía no se han identificado, pero la mayoría de expertos concluyen que tanto la genética como el entorno son factores contribuyentes.
La psicopatía implica un alto costo a los individuos que la padecen y a la sociedad en su totalidad. Las personas con psicopatía cometen entre dos y tres veces más crímenes en total que otras. Representan aproximadamente 25% de la población reclusa, requieren una tasa de supervisión más alta que otros tipos de delincuentes y cometen nuevos crímenes tras ser liberadas de la cárcel.
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“Las personas con psicopatía tienden a consumir sustancias narcóticas a menor edad y prueban más tipos de narcóticos que otros. Además hay evidencia de que la gente con psicopatía tiende a no responder bien a las estrategias terapéuticas convencionales”, afirma Arielle Baskin-Sommers, profesora asistente de Psicología de la Universidad de Yale para The Conversation.
La realidad es significativamente más alentadora que las historias en los medios de comunicación.
“La psicopatía no es sinónimo de violencia. Es verdad que los individuos con psicopatía son más propensos a cometer crímenes violentos que los que no tienen ese desorden, pero el comportamiento violento no es un requerimiento para un diagnóstico de psicopatía”, puntualiza Baskin-Sommers.
Algunos investigadores sostienen que ciertas características clave de la psicopatía están presentes en individuos que no manifiestan comportamiento violento pero que tienden a demostrar comportamiento impulsivo y riesgoso, se aprovechan de otros y muestran poca preocupación por las consecuencias de sus acciones. Esas características pueden ser observadas en políticos, ejecutivos de empresa y financistas.
Tanto programas policiacos como noticias tradicionales asocian la psicopatía con la falta de emoción, particularmente de temor o remordimiento: Un personaje está calmadamente parado al lado de un cuerpo sin vida o está dando la clásica “mirada psicópata.”
La creencia de que las personas con psicopatía no tienen emociones es una generalización, pero no sólo entre la gente común sino que también entre los psicólogos.
“Un número considerable de estudios encontraron que los individuos con psicopatía exhiben una habilidad reducida de procesar emociones y reconocer las emociones de otros. Mis colegas y yo hemos encontrado evidencia de que individuos con psicopatía sí pueden identificar y experimentar emociones bajo circunstancias apropiadas”, sostuvo la profesora.
La información fue conseguida con experimentos que han revelado una compleja relación entre la psicopatía y las emociones. En el estudio se examinó el supuesto temor de individuos con psicopatía con una simple prueba.
Los investigadores mostraron a un grupo de participantes la letra “n” y cajas de colores en una pantalla. El ver una caja roja significaba que el participante podría recibir un shock eléctrico; las cajas verdes significaban que no. De manera que el color de la caja señalaba una amenaza.
El estudio fue aprobado por las juntas de revisión para la protección de sujetos humanos.
“Los shocks no eran dañinos, solo un poco incómodos”, afirma Baskin-Sommers, “en algunas de las pruebas pedimos a los participantes que nos dijeran el color de la caja (forzándolos a concentrarse en la amenaza). En otras pruebas, les pedimos que nos dijeran si la letra era mayúscula o minúscula (forzándolos a concentrarse en lo que no era una amenaza), aunque les seguíamos mostrando la caja”.
Los individuos con psicopatía manifestaban respuestas de temor cuando tenían que concentrarse en la amenaza de recibir un shock. Sin embargo, manifestaron un déficit de reacción de temor cuando debían especificar si la letra era mayúscula o minúscula y la caja era una tarea secundaria.
Los individuos con psicopatía son capaces de sentir emoción; simplemente tienen una respuesta emocional mitigada cuando su atención está dirigida hacia otra cosa. Esta es una versión extrema del tipo de procesamiento que hacemos todos en las tomas de decisiones rutinarias, rara vez nos concentramos en emociones explícitas.
“Usamos la información emocional como detalle de trasfondo para informar nuestras decisiones. La implicación es que los individuos con psicopatía tienen una especie de miopía mental: las emociones están ahí, pero pueden quedar ignoradas si llegan a interferir con el alcance de una meta”, explica la profesora.
Muchos estudios han demostrado que individuos con psicopatía son excelentes usando la información y regulando su comportamiento siempre y cuando sea relevante para cumplir sus objetivos.
Al contrario a los personajes de televisión comunes, no son inherentemente de sangre fría. La imagen del asesino impávido se basa en un concepto científico caduco sobre la psicopatía. En cambio, parece que las personas con psicopatía pueden tener acceso a las emociones, solo que la información emocional queda sofocada por la concentración en el objetivo.
Pueden actuar encantadoramente e ignorar las emociones para engañar a alguien, pero cuando la información está más allá de su foco inmediato de atención, suelen desplegar comportamiento impulsivo (como abandonar un trabajo antes de tener uno nuevo) y tomar decisiones indignantes (como buscar publicidad por un crimen mientras son buscados por la policía).
Una de las falacias más dañinas sobre la psicopatía -en la ficción, en las noticias y algunos antiguos documentos científicos- es que es una condición permanente.
“Con la intervención adecuada, las perspectivas de mejora son mayores. Estamos encontrando que jóvenes con rasgos de psicopatía y adultos con psicopatía pueden cambiar y responder a tratamientos que están modificados para sus necesidades”, finaliza la profesora asistente de Yale.