A través de canciones que transitan desde el trap hasta el pop y el folk, la artista del Valle del Aconcagua presenta un manifiesto inclusivo que la diferencia de la mayoría. Hoy, a solo semanas de renunciar a su trabajo en un café de la Región Metropolitana para dedicarse de lleno a la música, conversa con POUSTA sobre cómo empezó a construir las bases de una carrera que visibiliza a diversos grupos sociales.
En 2019 un concierto marcó la carrera de Clara Löffel, cuando con el músico Nando García telonearon a Benjamín Walker en la Sala SCD de Plaza Egaña. En aquel momento ambos, en compañía de otros artistas invitados, interpretaron temas que recién salieron un año más tarde en las plataformas de streaming, tales como No siempre es triste llorar. Pero además de la emoción de tocar antes que uno de los artistas chilenos más destacados en la escena del folk-pop, un hecho en particular llamó su atención: los movimientos de la intérprete en lengua de señas Maca Nieto, que seguían a cada una de las canciones.
Aquella expresión artística la cautivó durante todo el show, tanto, que al final del espectáculo se acercó a ella para conversar sobre el tema. Según relata en entrevista con POUSTA, quedó “muy metida”, hasta el punto en que investigó cómo aprender, aunque todavía sin tomar lecciones de manera formal.
Un día, en un ensayo con García, se le ocurrió interpretar lo que cantaba a través de lengua de señas, debido a que “en ese tema solo hacía las voces” y pensó que con movimientos corporales podría expresar mejor lo que sentía al entonar la canción. Poco tiempo después, ambos se presentaron en otra tocata y, entre el público, estaba Nieto.
“Yo no sabía si hacerlo hasta que Nando me convenció. Al terminar la presentación, ella se emocionó mucho al verme interpretar lo que cantaba, aunque las señas no me salieron bien”, recuerda Löffel, “nos empezamos a juntar y me enseñó sobre la cultura sorda, luego me ayudó a hacerlo con mis canciones”.
A partir de ahí, inició un proceso de formación y estudio en el que se incorporó a diversos cursos para estudiar la lengua de signos y su trasfondo, una realidad que asegura que actualmente no es considerada en la mayoría de los eventos en el país y frente a la que recalca la necesidad de “concientizar a los demás” de lo importante que es.
Hace unas semanas, Löffel tomó una decisión importante para su carrera. Tras trabajar durante el año pasado en un café de Santiago de Chile, decidió renunciar para dedicarse completamente a la música. Desde ese momento, empezó a colaborar con un cineasta en la banda sonora de una película y, junto con ello, se concentró en su actividad como intérprete de señas para las tocatas de diversos artistas.
Una de ellas fue particularmente especial. Después de interpretar un disco entero para el lanzamiento del nuevo álbum de la banda Fuente de Barro, instancia en la que se aprendió cerca de 14 canciones, la invitaron a un concierto del sello de música urbana La Peluquería Records, el cual se destaca por impulsar a mujeres y disidencias en el ámbito musical.
“No pude dejar pasar esa oportunidad. Íbamos a ser cuatro intérpretes en total. Imagínate lo poco común que es ser intérprete de música en lengua de señas, si se juntaba ese número en un solo lugar, simplemente no me lo podía perder. Quería conocer a les demás y que se formara este tipo de escena súper bacán y accesible, a la cual llamamos la ‘Es-seña’”, comenta Löffel a POUSTA, para luego añadir que cada uno acompañó a un artista y que a ella le tocó la cantante UTF (Una Típica Francisca).
¿Qué fue lo más importante para ti de ese show?
“Fue muy entretenido. Hubo una canción que era un featuring entre las cuatro artistas del cartel, cada una con el acompañamiento de un intérprete. Nos íbamos rotando, por lo que se subían dos y luego se bajaban y así, hasta que al final todes estábamos arriba del escenario. Había como treinta personas sordas, la comunidad se motivó mucho, estaban en las primeras filas vacilando todo. Después había DJ set y fiesta, fue un carrete en lengua de señas en donde te movías por cualquier lado y todes hablaban así”.
Los inicios de Clara Löffel en las artes vienen desde que era una niña, cuando su mamá y su madrina reunían a sus hijos para construir instrumentos musicales caseros. Más tarde, empezó a tocar guitarra, estudiar piano y a practicar ballet, hasta que en la adolescencia unió fuerzas con Nando García para componer el EP Canción del té. Luego, cuando ella dejó el Valle del Aconcagua, lugar en el que ambos crecieron, para trasladarse a estudiar cine en una universidad de la Región Metropolitana, se dedicó a trabajar en su primera entrega solista: Consecuencias de la bomba nuclear.
Aquella producción que reúne influencias folklóricas y pop desde una sonoridad con tintes oscuros y profundos, fue grabada en Garageband con el micrófono de los audífonos de un celular. “Estaba en mi casa nueva con el caos de Santiago y con mi acordeón enamorada y desenamorada, de la pena salían las canciones”, relata Löffel y, precisamente, esa temática después se convirtió en una de las más presentes en su desarrollo artístico, aunque no desde la perspectiva más habitual en la cultura popular.
¿Cómo te acercaste al concepto del poliamor?
“En el verano del 2019, terminé una relación monógama de 2 años y quedé despedazada muy mal. Tras la ruptura, me cuestioné sucesivamente si eso era el amor. En ese tiempo grababa un corto para la universidad y quería hablar del amor, pero me sentía tan poco resuelta en ese tema que empecé a investigar sobre el poliamor y me hizo demasiado sentido, me liberó y quería compartirlo. Después lo practiqué y fue muy complejo, todo era muy incómodo, es un proceso muy lento. De ahí fui metiéndome más tranquilamente y ahora estoy en un punto en donde tengo pocos vínculos nuevos, pero he potenciado los antiguos, con los que me siento más estable, acompañada y con mucha autonomía también”.
¿Cuándo dijiste públicamente que eres poliamorosa?
“Cuando saqué ‘Poli Trap’, ahí salí del policloset oficialmente y se lo conté a mis papás”.
¿Cómo se lo tomaron?
“Lo habíamos hablado un poco antes, pero no les interesaba mucho el tema, después de que saqué ese tema empezaron a ocupar el término, pero no sé si lo entienden realmente, siento que quizás creen que es algo que se me va a pasar y que voy a querer emparejarme con una persona y tener hijos. Aun así, con mis múltiples vínculos no es tema, los conocen a todos desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, si hay una junta familiar acá en mi casa y yo invito a uno de mis vínculos, es muy bien recibido, no es como que digan ‘ya va a venir con sus siete pololes’”.
Muchas veces se tiende a caricaturizar el poliamor y a relacionarlo directamente con términos como la promiscuidad.
“Claro, aunque depende de cómo lo vive cada persona. En una entrevista a una académica sobre el tema que me encanta, le preguntaron qué tipo de poliamor practicaba, porque hay muchos y ella respondió ‘el que puedo’, porque tampoco es como que alguien diga ‘yo hago esto y esto’, las relaciones fluyen. Es lo que te sale después de desactivar pequeños cablecitos de cosas aprendidas que se subentienden en las relaciones, vas viendo en la marcha cómo vivirlo”.
¿Cómo es en tu caso?
“Para mí es muy desde la ternura y el cariño, tengo muchos vínculos afectivos, pero pocos sexoafectivos. Algo muy importante para mí con mis vínculos es dormir juntes, es una parte fundamental de vincularme, esa intimidad que no tiene que ver como tal con el sexo. Al final, tú vas encontrando cuáles son las cosas que te gustan. Igual lo digo en varias canciones, pero yo sueño con una casa en la que convivamos varies y tengamos un huerto y sea hermoso todo. Obviamente, ese es mi sueño máximo, pero en este momento no lo veo tan cercano. Me gusta harto lo que llaman ‘poliamor de sobremesa’, en donde todos los vínculos se conocen entre sí, se cachan o se han visto alguna vez”.
En 2020 publicaste Compilado de la MonoNube Sonora y también colaboraste con San Martín y Wlah en “Poli Trap”, una canción que significó tanto tu salida del policloset como tu inicio en la música de género urbano. En diversas ocasiones has mencionado tu interés por promover la inclusión de personas desde distintas aristas, ¿qué te impulsó a dar ese paso?
“Nunca pensé en promocionar mi música por eso, pero cuando me encontré con el poliamor, sentí que era algo que quería compartir para que llegara a más gente y se sintieran liberadas. Luego, la lengua de señas le dio sentido a mi música para que llegara a la gente sorda y para concientizar a los demás de lo bacán y necesaria que es. Ahí me dejo de dar vergüenza publicar mis cosas de manera más visible, porque sentí que ya tenía un sentido”.
¿Cuándo podremos escuchar un nuevo álbum que reúna todas estas influencias?
“Ahora estoy organizándome, ya que tengo muchas canciones muy diversas. Hay tres posibles EP’s a lanzar: uno de guitarra, uno de trap y uno de electro-pop, pero está todo a medias, así que no sé por dónde seguir. El formato single me acomoda más, porque también debo grabar los videos en lengua de signos y si publico un disco entero de una, tendría que lanzar todos los temas en conjunto con los registros audiovisuales. Lo que sí sé, es que voy a sacar una canción en formato audiovisual para un disco de Wlah, mi productor, y que estará disponible en el streaming el 22 de enero bajo el nombre Valley Life”.