Un impresionante historial de asaltos y robos, se mezcla con su carácter carismático en la nueva policial sueca que es la gran apuesta de la compañía de Netflix. Aquí, un recuento de la vida de Clark Olofsson, el criminal que inspiró el término “síndrome de Estocolmo”, tras encantar a sus rehenes en un banco de esa ciudad en 1973. 

El famoso “síndrome de Estocolmo” corresponde a un trastorno psicológico por el cual personas secuestradas tienden a sentir empatía por sus captores. Un concepto que fue acuñado gracias a la historia de Clark Olafsson, un delincuente sueco cuya biografía ha sido abordada en una nueva serie policial de Netflix. 

Nació en 1947 en una familia disfuncional: su padre abandonó la familia cuando él tenía 11 años y su madre fue internada en una clínica psiquiátrica. Con apenas 16 años entró a un reformatorio, sin embargo se escapó con dos compañeros y entraron a robar a la casa del primer ministro sueco, por lo cuál fue condenado a tres años de cárcel pero escapó rápidamente.

En 1966, tras robar una tienda de bicicletas, su compañero en el delito mató a un policía y estuvo prófugo por dos semanas. Esta vez le dieron ocho años de prisión y en 1967 huyó a Canarias, para luego ser detenido en Frankfurt.   

Y el verano de 1973 pasó a la historia. Después que el delincuente Jan-Erick Olsson entrara con armado al banco Sveriges Kreditbanken de la capital sueca, se quedó en el recinto con rehenes atrapados y poniendo una serie de exigencias a las fuerzas de seguridad que llegaron al lugar: armas, un auto para escapar, y que acudiera hasta el lugar Clark Olafsson.

Estuvieron seis días encerrados y las víctimas relataron posteriormente que Clark los trató con tanta amabilidad que tuvieron empatía con él, e incluso trataron de frenar las acciones hostiles que la policía tendría hacia los delincuentes. 

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Pero su historial no termina ahí: en 1975 robó un banco en Copenhague y con ese dinero se compró un velero y recorrió el Mediterráneo durante tres meses; en marzo del año siguiente robó 930 coronas suecas (más de 70 millones de pesos chilenos al cambio de hoy), lo que sería el mayoro robo de la historia en Suecia; lo detuvieron nuevamente en 1984 como sospechoso de contrabando de anfetaminas y tráfico de drogas. 

Entre prisión y escapes, conoció a una belga de 19 años, Marijke Demuynck con quién se casó el 83, mismo año que se graduó en periodismo. Instalado en Bélgica cambió su nombre a Daniel Demuynck, pero su esencia continuó. 

Fue detenido en 1998 por contrabando de casi 50 kilos de anfetaminas, y tras su extradición a Dinamarca fue condenado a 14 años de prisión -al mismo tiempo que se separó de Marijke- y que, sin embargo, le bajaron la condena. En 2008 de nuevo fue sospechoso por contrabando de drogas y le dieron otra condena por 14 años, pero fue expulsado de por vida de ese país y volvió en 2016 a la prisión de Vorst, en Bélgica. 

En 2017 obtuvo la ciudadanía belga y se le rechazó un recurso para volver a su país de origen. Pero obtuvo una pena condicional, por lo que se cree que se quedó viviendo en Bélgica.