Si esta columna no te hace apagar el computador un rato y salir a hacer deporte, entonces nada lo hará.
Por Marco Casali
El 2016, a los 50, fui por primera vez a los Reebok CrossFit Games, en Los Angeles. No tenía ningún compromiso, era llegar y jugar nomas. Y salí segundo. Por eso este año fui con cierto grado de pretensiones. Tengo opciones de ganar, pensaba.
Cuando estás compitiendo pasa esto: es como que las puertas se te abren o no. De repente la puerta se abre y puedes pasar por ese umbral que te despega de los demás y hacer algo superior al otro. Hay que dar las gracias por esos momentos.
Porque muchas veces no se da. Pasa que no es el momento, no es el día. Se te va la cabeza.
Considero mucho el lado espiritual de mi disciplina. Tengo eso. No sé si viene de mi lado italiano o árabe, de ser un poco supersticioso también. Pasan cosas y son signos para mi. A veces las cosas se dan con todo y otras veces no.
Y este año, no se dio todo.
Este año fue complejo desde el principio. Primero perdí mi negocio, Crossfit Atacama. La señora dueña del lugar me lo pidió. Tuve que irme a mi casa con mis 50 alumnos. Armé un gimnasio en el patio. Estuve unos meses y me echaron porque los vecinos alegaron, además el dueño de la casa se enteró y no le gustó la idea. Luego encontré otra casa y encontré otro gimnasio
Después para viajar a Estados unidos, a Wisconsin, para el CrossFit Games de este año, tuve muchos problemas. Primero, con las lucas. Después perdí el avión. Me lesioné el hombro y me rajé la pantorrilla antes de salir. Más encima cuando llegue allá, las pruebas no estaban a mi favor, porque mi estilo se caracteriza más por la fuerza que por la resistencia.
Lo único que pensaba era “chucha, tengo que defender el podio como sea”.
Pero antes, déjame explicarte un par de cosas.
El CrossFit está entendido según la intensidad de cada uno. Si yo, que tengo 51 años, entreno con una persona de 20, una vez a la semana, no voy a tener problemas. Pero si lo hago todos los días por un mes entero, seguro me voy a lesionar. Conozco a un mexicano que vive en Estado Unidos, tiene 75 años y hace crossfit. O sea que se puede.
La gente no entiende todavía el estímulo al sistema endocrino que genera el deporte y el entrenamiento. Eso es lo que te hace estar sano. No las pastillas que te receta el doctor. Eso solo sirve para paliar problemas que van a seguir. Y además está la auto medicación, que en Chile es tremenda. ¡Todos toman remedios! Pastilla para la depresión. Pastilla para el colesterol. Pastilla para el dolor. Etc.
A la gente siempre le pregunto: ¿Cómo quieres morir? ¿Quieres morir enfermo tirado a una cama con diabetes y que te cortan una pierna, con 5 by pass, sin poder caminar ni tomar en brazos a tu nieto? ¿Sin poder salir a caminar por la playa con tu hijo porque tienes las rodillas malas? Si le haces un a la persona promedio de 50 años, casi ninguna puede pasar una paralela en una sentadilla, porque no tienen la musculatura. Es inaudito.
La motivación está en vivir los últimos años de la vida mucho mejor. Hoy día hay mucho más oportunidades para vivir mejor y más. Los de 50 tienen que darse cuenta que le quedan muchos años de vida y tener conciencia del dolor que les van a generar las enfermedades, las “chronic diseases”. Para disfrutar la vida hay que estar sano. Hay mucha gente que esta enferma gratis, de floja.
Y ahí estaba entonces, concentrado, pensando: “Tengo que defender el podio como sea”.
Lo otro es el yoga. El yoga ayuda a fomentar consciencia sobre el cuerpo. Eso lo logras sobretodo con el ashtanga yoga, que es muy gimnástico, muy duro. Una sesión de ashtanga yoga se parece mucho a una sesion de crossfit. Es durísimo. Ademas, después de hacer posturas muy difíciles, generas una cabeza muy potente. Hay posturas muy incómodas, que te dan ganas de llorar. Te dan ganas de gritar. Te da rabia. Te genera muchas cosas. Te hace pasar por una montaña rusa de emociones, con solo estar allí, respirando, mirando. Meditando. Al final, el yoga es una meditación en movimiento. Así tienes que entenderlo. Si no, es solo estirar.
Volvamos a Wisconsin. A los Crossfit games.
Ahí estaba entonces, concentrado antes de competir, pensando: “Tengo que defender el podio como sea“.
Al final, fui el único que repitió el podio. El que ganó el año pasado salió sexto. El segundo venía de un nivel más abajo, era más joven.
Yo salí tercero. Y siento que este tercer lugar lo trabajé mucho más. Fue más competitivo. Sin embargo, no quise llevar la bandera. Uno, porque salí tercero y el año pasado salí segundo. No estaba muy contento, aunque internamente lo celebré, porque me costó mucho más.
Quiero volver el otro año y todas las veces que pueda. Siento que estoy en el momento más pleno de mi vida. Viaje por años, estuve en India, conocí a maestros increíbles, y realmente estoy muy agradecido por ello. Gracias a ellos estoy donde estoy hoy día. Siempre quise hacer un deporte bien, hacerlo de manera consciente y de manera total.
Y esto lo es.