“Ellos buscan que les peguen latigazos, pero hay que enseñarles que el dolor más satánico, el más quirúrgico, se siente en la fucking billetera”, nos contó Carolina sobre su práctica, que llama “dominación financiera”.

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Una dominatrix (del latín dominatrix, ‘soberana’ o ‘señora’; plural dominatrices), dominatriz (derivación en castellano de dominatrix) o señora es una mujer que adopta el papel dominante en prácticas sexuales de bondage, disciplina, dominación y sumisión o sadomasoquismo, que suelen abreviarse como BDSM.

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Carolina Palma, o Cotton Candy (44), cuenta que estaba en clases de yoga, en NY, donde trabajaba como “fashion stylist”, cuando una amiga le ofreció leer su carta astral. Llevaba quince años trabajando en moda y estaba aburridísima. “Era una fucking nightmare“, reconoce. El resultado fue revelador: “Vas a ser dominatrix”, decía. “Tu eres una Dominatrix, tu naciste así, solamente te olvidaste por mucho tiempo”, le dijo su amiga.

Para Carolina significaría un cambio rotundo de vida: “Tuve una educación muy restringida, salí de las Ursulinas, súper católica, de buena familia si se puede decir así. Mis papás me dieron todas las herramientas para que fuera a la universidad, que tuviera un trabajo, etc. Pero yo no estaba ni ahí con estudiar. Tampoco sabía qué hacer con mi vida. Desde muy chica siempre sentí una pulsión muy sexual. Siempre me llamó la atención el camino a la sensualidad, pero lo mantuve muy secreto”, recuerda.

Estudió Publicidad y con la plata que ahorró modelando desde los 14 años se fue a probar suerte a Estados Unidos. Pasó una década y media antes que llegara el momento bisagra de su vida. La amiga que conoció haciendo yoga se convirtió en su mentora: “Ella me empezó a enseñar todo, por que ella era dominatrix. Empecé a hacer unas sesiones con ella. Me invitó a su casa. Me pasó toda su ropa de cuero y de ahí me empezó a enseñar todo. Fue fascinante. Estas cosas se pasan de mujer a mujer, se enseñan. Son hermandades. No es llegar y ponerse a dominar. No cualquiera puede porque son como unas enseñanzas que te llegan, como un linaje del que pasas a formar parte. Mi trabajo con ella fue muy terapéutico, maravilloso y espiritual. Aparte me pagaban. Y mucho. Descubrí la iluminación que existe en cada sesión. Es una hueá la raja. La gente cree que los clientes son torturados, y es así, pero son torturados para ser liberados. Es como una psicomagia”.

Cotton Candy tomó el camino de la dominación financiera. Si al igual que nosotros te preguntas qué diablos es eso, te lo explicamos. Es una categoría que está tomando cada vez más fuerza en el mundo de los fetichistas, para gente que se excita haciendo regalos y gastando dinero en que una “ama” los humille, exigiéndoles más. Perder el poder y el control es lo que se busca en ésta práctica sexual que cada día toma más terreno en el BDSM (Bondage, Disciplina, Sadismo y Masoquismo).

“Llegan masoquistas y todos los que quieran sufrir. Esos idiotas buscan desesperadamente redimirse, de alguna manera. Hay gente que busca redimirse porque son unos sacos de huea que no saben qué más hacer. Llegan a parar donde una dominatrix para que por favor los redima y los haga sentir dolor. Ellos buscan que les peguen latigazos, pero hay que enseñarles que el dolor más satánico, el dolor más quirúrgico se siente en la fucking billetera”.

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“No obedezco a nadie. Yo Mando”

¿En qué consiste tu trabajo?

Mi trabajo es erotizar el miedo en la billetera, cosa que suelten porque están con el ano apretado, porque no quieren dar plata, porque sienten que se van a morir. Ellos no quieren gastar porque le tienen miedo a la muerte. La dominatrix los obliga a que gasten en ella. Y esa felicidad que él le provoca a ella es lo que lo libera a él de la acumulación de la plata, de la retención anal, a nivel freudiano, de la plata. Por eso uno los tortura, los excita y los atemoriza en que tienen que gastar todo su dinero en mí. Todo el dinero. Son como las indulgencias de la Iglesia católica antigua, cuando la gente le mandaba plata al papa y de esa manera se te liberaban todos los pecados; esto es lo mismo. Yo soy dominatrix de indulgencia: te voy a indulgenciar por ser un básico, por hacerle daño a la gente, por ser mezquino, por tener una doble vida llena de mentiras.

¿Cuáles son los límites? 

Yo no obedezco a nadie. Ése es mi principio para dar inicio a la relación. Yo no soy de las que son del tipo qué quieres que te haga. No administro la tortura. Yo torturo. A mí se me ocurre todo. Yo mando. Guío. Voy a administrar lo que tu alma necesita, si estás frente mi presencia es porque necesitas liberarte de algo y desde ahí se ve cómo es el tratamiento. Hay que dejar en claro los límites, pero en vez de esa palabra ocuparía “consenso”. No hay límites, pero hay consentimiento.

¿Qué es lo más heavy que has hecho?

Dentro de los gustos eróticos terroríficos que la gente tiene, me ha tocado estar en tortura de testículo y penes, hay mucho hombre que le calienta demasiado que le torturen el pene. He visto entrar todo tipo de cosas por ahí, pasando por agujas. Hasta yo me quedo espantada. Me cuesta mucho hacer el sound, que es meterse cosas por la uretra. Es muy masoquista ese nivel, porque hay electricidad de por medio, estando en bondage, con bolsas de cuero, totalmente inmovilizado, un bondage indescriptible que sólo consiste en tener el pene y los testículos al descubierto para que sean torturados. Para caminarte encima, enterrarte los tacos y hacerte, literalmente, pico el pico.

El bondage es super rico, es una sensualidad depravada. Es tapar todos los sentidos, es tener privación sensorial total y absoluta. No ver, no oír, estar a boca tapada con un gagball con una disposición que se entregan a ti. Es un momento de confianza entre tú y tu cliente, donde se genera una energía maravillosa. Es realmente un trabajo espiritual profundísimo. Esto no es chiste, son umbrales que se pasan a través de estas prácticas. Son todos los clientes distintos, pero yo siempre cruzo umbrales, me fascina.

¿Qué sientes cuando denigras a una persona?

Placer, de hecho mi especialidad es la humillación erótica, acuérdate que esto es consensual. Humiliatrix. Sé muy bien de lo que estoy hablando, porque he sido humillada eróticamente más de mil veces y me fascina. Es lo máximo cuando se trabaja con mucha inteligencia, comunicación y cuidado. Hombres que sepan dominar prácticamente no existen, son muy pocos.

¿Quiénes son tus clientes?

Son variados, desde ascensoristas hasta un ortodoxo judío con rulitos que se viste de civil, pasando por gente millonaria y jóvenes que gastan su primer sueldo en esto. Hace tiempo que no domino eso sí, porque me casé con un esclavo que hace todo por mí. Mi marido, un caballero que trabaja en los softwares de IBM es el tipo de clientes que tengo, gente bastante inteligente. Ahora me estoy divorciando para volver a abrir la clínica física, ya que por el momento la tengo solamente semi abierta. Trabajo mucho por Internet, por mensajes con gente que deambula pidiendo auxilio. Me pagan por PayPal para que yo les hable, los guíe y los caliente. El matrimonio con mi esclavo fueron 4 años de trabajo intenso, no fue nada fácil. Ahora estoy enfocada en traer luz a esta oscuridad y estudiar de estos temas, a Sigmund Freud, Carl Jung, las mitologías antiguas, el Rig Veda, los Yoga Sutras, astrología tradicional y Védica, perfumería sagrada, hypnosis y gemology, el día entero.

“El sadomasoquismo es un camino sagrado”

¿Hacia donde va el sadomasoquismo?

Hay que desmitificar el tema. Es importante que la gente lo estudie porque es una alternativa increíble como actividad. Ojalá se vuelva más público y visto como una terapia. Hombres, mujeres y parejas en EEUU y Europa han creado comunidades gigantes de sadomasoquismo muy abiertas con la sexualidad, donde se acepta tener una sexualidad distinta, para sacar a los monstruos del clóset y hacer una terapia a través de estas prácticas. Con la información que hay en Internet, cada vez hay más unión y transparencia para que nos dejen de demonizar tanto. Hay que tener una práctica más consciente de estas artes, si se puede llamar arte a la espiritualidad del sadomasoquismo o de sus herramientas, que son un camino para liberar el alma utilizando el erotismo, la sexualidad y el miedo para transformar esa energía oscura en algo luminoso.

¿Qué te falta por hacer cómo dominatrix? ¿Sientes que lo has hecho todo?

Quisiera tener un establo, pero en vez de caballos, que sean todos mis hombres y obligarlos a hacer rituales eyaculatorios a la amanecida del sol, con el fin de juntar todo el semen en un cáliz de oro y diamantes para que un elegido a cada amanecer me despierte, y me haga masajes en los pies y en la cara con el líquido sagrado. Ésa es mi fantasía ❤.

¿Cuál es la mejor música para dominar?

Me gusta torturar generalmente en bondage con Magníficat o Wagner a todo volumen con audífonos en la víctima. Un tiempo me dio por Sepultura. Otra época me daba con mezclar sermones de Jimmy Swagart y Deep Dark Techno. Music is important!

¿Cuáles son los cuidados que hay que tener?

Para estas prácticas hay que tener mucho cuidado, hay que saber super bien lo que uno está haciendo. Hay que estar muy lúcido y presente en el aquí y en el ahora y acordar con la persona con la que vas a compartir esta práctica, que sepamos de lo que está pasando. Si se rompen esos límites o contratos tácitos establecidos, estamos hablando de violencia y agresión, que no tienen nada que ver con el sadomasoquismo. Tu te preguntarás: Pero ¿cómo hay gente que le gusta que le pisen los testículos? Pero lo que quiero llegar con esto, es que hay que tener consenso ante todo y jamás violencia y agresión sin acordar, porque la comunicación es fundamental. No quiero que nadie confunda la violencia sexual con el sadomasoquismo. El sadomasoquismo es un camino sagrado.