Conversamos con la joven autora de “Incompetentes” y “Terriers” sobre sus influencias, las comparaciones con Arelis Uribe y feminismo. Además nos dejó dos copias de su último libro “Terriers” para sortear. Jue-gue.
Chile, la angosta y larga franja de tierra como nos encanta decirle al país en el vivimos, está profundamente fragmentada. No solo porque está dividida en zonas, regiones y provincias, o porque su clima sea extremadamente disímil entre el norte y el sur, sino que nuestras vidas no son iguales dependiendo de la geografía en la que tocó crecer. Toda esa división está presentada en los siete cuentos que Constanza Gutiérrez compiló en Terriers (Hueders/Montacerdos, 2017), a veces con dolor, otras con humor, pero siempre desde la mirada de adolescentes y niños chilenos.
“Arizona”, el cuento con el que Constanza ganó el primer premio del Concurso Roberto Bolaño en 2011, a los 21 años, está dentro de la selección; una historia contada por Pedro, un niño que ama jugar a la pelota en un peladero al que bautizaron Arizona con sus amigos, y donde otros niños, sin futuro y con ganas de sobrevivir, viven. Todo eso hasta que un día llegaron los gitanos, como a muchos otros pueblos y ciudades del país como tanto nos recordó la teleserie Romané, y el orden establecido cambió hasta tal punto que el cuestionamiento se dio en todo ámbito de sus vidas, incluida la sexualidad incipiente de un niño.
¿Qué habían venido a hacer los gitanos a este pueblo perdido? Teníamos once años, no nos importaban en lo más mínimo sus pailas, garbanzos, ni sus cochinas rubias y narigonas representantes de nuestra edad, aunque nos ofreciesen bailes y predicciones del futuro. Nosotros queríamos de vuelta nuestro sitio eriazo sin importar qué pasara con los gitanos. Podían irse a cualquier lado, a la Plaza de Armas si querían, pero no a Arizona. Arizona nos pertenecía, alegábamos, porque nosotros habíamos llegado mucho antes.
En su primer libro Incompetentes (La Pollera, 2014), escribió sobre un grupo de adolescentes encerrados en una toma de su colegio sin esperanzas de generar un cambio con su acción. Junto con Terriers, dice la autora, ambos libros fueron escritos en la misma época, pero no solo a eso responde su predilección temporal por lo adolescente. “Creo que escribo sobre adolescentes porque me gusta la literatura para
adolescentes o sobre adolescentes: Andrés Caicedo, Sylvia Plath, J.D. Salinger, Mariana Enríquez, José Agustín, Cesare Pavese, etcétera”, cuenta Constanza.
El humor también está presente en los cuentos de Terriers, influenciados igualmente por el tipo de literatura que la autora le gusta leer: “También disfruto leyendo literatura graciosa como la de Donald Barthelme, Mark Twain o Cervantes, quizás por eso intenté que los cuentos tuviesen un poco de humor”. Pero, deja claro, que el escribir hoy de esa época de la vida humana no la definirá como escritora siempre, porque “todo esto no es lo único que me gusta ni lo único que voy a escribir”.
El año pasado, Arelis Uribe lanzó el éxito editorial Quiltras (Los Libros de la Mujer Rota, 2016), un libro que trata la temática adolescente pero desde la mirada exclusiva de las mujeres. Al aparecer Terriers, las comparaciones no se hicieron esperar y hasta han sido entrevistadas por medios tradicionales para las mismas notas. Al ser preguntada por la comparación entre ambas, Constanza respondió que “creo que las comparaciones son innecesarias, porque cada autor solo puede medirse consigo
mismo: cada uno sabe qué es lo que se propone y cuánto le costó estar satisfecho con lo que escribió, al menos lo suficiente como para mostrarlo. A mí me parece que Arelis y yo nos proponemos cosas distintas, por lo que comparar nuestro trabajo no tendría mucho sentido. Yo diría ―pero no sé si Arelis está de acuerdo― que a ella le interesa más el tema de los cuentos, el contenido, y a mí me interesa más la forma, los modos que tenemos para contar historias de muchas maneras”.
Pero no solo de comparaciones se nutre la literatura. En una columna de enero de 2017 para el diario La Tercera, Constanza escribió sobre cómo el mundo escolar es esencialmente uno machista, que termina arrastrando a cualquier persona que pase por él para allá, pero que con el tiempo y la madurez se puede uno dar cuenta de lo nocivo que es.
“El feminismo es una discusión dentro de la que yo participo preguntándome, analizando mi comportamiento y conversando con otras personas, pero como es una discusión y, por lo mismo, no existen los “mandamientos” de la feminista; a veces estoy en desacuerdo con otras feministas respecto a distintos temas. Esa diferencia me
parece bien, eso sí, porque cada una de nosotras se ha enfrentado a distintos problemas según su clase social. Creo que el problema es mucho más político que estético, porque en el fondo (el feminismo) habita en las luchas y los problemas de clase”, dice.
CONCURSO
Estamos sorteando dos ejemplares de Terriers. Si quieres concursar para ganártelo, comparte esta nota públicamente con el hashtag #TerriersxPOUSTA y ya estarás participando.
Fotos gentileza de Editorial Hueders.
GANADORES: