Por Enrique Huerta Díaz.

Cuando alguien tiene un problema una de las posibilidades de reacción es escapar de todo lo que a uno lo aqueja. Así funciona el protagonista de esta película, Martín (Lisandro Rodríguez) que va con su novia (Vanina Montes) a pasear a un balneario de la costa argentina llamado Villa Gesell quizás escapando de algo mayor y utilizando un paseo como excusa. Muchas historias de escape se tornan llenas de obstáculos para alcanzar una libertad pero en “Mar” el escape es constante dentro de la historia y eso lo hace intrigante durante toda la película. ¿Cuándo veremos a alguien de verdad escapando de su realidad y qué será lo que tiene que hacer para ello?

Martín (a quien llaman Mar, por ende el título) va a la playa con su novia o especie de novia en descenso. Comparten puntos de vista sobre lo que quieren ambos en la relación mientras están en la arena cubiertos con un quitasol, escapando obviamente del sol. Martín de pronto va hacia el agua y le pide a su novia que lo vea desde ahí mientras se va a bañar. Un pálido cuerpo parece disfrutar de las olas y del nado.

Por las noches se quedan en un hostal. Martin y su novia van a la cama y entremedio se escuchan diversos ruidos de noche. El trabajo de audio de estas escenas son muy bien logradas en la sutileza de lo que parece ser el silencio incómodo de una pareja distante que funciona en algo rutinario o superficial. En “L’enfant”, de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, se presencia el audio como un elemento esencial, también en una escena a oscuras donde surge el mismo efecto. Cuando se está ciego (incluso en una relación) lo que se escucha a veces es lo que más importa, o lo que pone alerta.

Lo que puede volverse un paseo rutinario de silencios intermitentes se quiebra con la llegada de la madre de Martín (una locuaz y divertida Andrea Strenitz) que se deja caer para hacer énfasis en lo que ella quiere del futuro de su hijo. La madre tiene conversaciones con la pareja en donde el vino es la forma de escape de ella. La piscina del hostal, a su vez es el escape de Martín cuando sus dos mujeres hablan de él. También hay otros personajes de escape en la figura de chilenos hospedados en el mismo lugar que dan un relajo a la monotonía y frialdad de ambos. La madre es el catalizador para Martín para dejar de escapar y enfrentarse a un rumbo más cálido en su vida. Es en la interacción (y oposición también, ¿por qué no?) de elementos donde la película cierra de manera magistral diciendo mucho frente a una anécdota que pasa casi desapercibida.


Dominga Sotomayor (directora también de “De Jueves a Domingo”) experimenta con “Mar” las consecuencias de un rodaje express. Éste duró 8 días y es alabable la cantidad de material que se ve en un producto más bien improvisado. La película sufrió una anécdota lamentable. Mientras el equipo estaba en locación un rayo cayó en la playa causando muertos y heridos. Sotomayor aprovecha esto con su equipo para integrar el hecho a la historia y se arriesga a entrelazar ficción y realidad contemplando y abriendo la arista de la muerte hacia el film. El acento accidental es perfecto en cuanto a que pone en rumbo la historia para que no se desvanezca como otra obsesión sin término de algo contemplativo y de poca tangencia.

CBHGtXxWQAEBLfl.jpg-large

Si bien la ejecución de los planos es imperfecta (sobretodo la primera escena de la película) y casi sin justificación en alguno de los casos, de todas maneras, cada imagen muestra un paisaje complementario a la aventura de Martín. “Mar” se vuelve un desfile de viñetas que declaran particularidades de un viaje pero sin desarrollo. Es como estar viendo un View-Master de las vacaciones de alguien. Deja al espectador con el sentimiento de querer ver más en cada escena y particularmente en el inicio donde el concepto de paseo-visita queda más que claro pero no profundiza en el personaje hasta mucho más adelante. Sin embargo, los hechos se distribuyen equitativamente y el montaje se hace justificado hacia el final de 1 hora y 10 minutos.

Mi escena favorita puede ser una donde tras caer el rayo unos habitantes del lugar cuentan lo que pasó hace años ahí de un cierto bote que se dio vuelta. Por términos de guión la anécdota contada se vuelve el augurio de riesgo y una advertencia para el personaje de Martín, pero uno piensa que los que le cuentan la historia no son actores (creo que no lo son) y esto se vuelve un plus para enfatizar que la muerte es algo real y que puede suceder en cualquier momento. Como cuando alguien desconocido viene con un consejo y te queda dando vueltas. Es un logro el poder mostrar a la naturalidad “conversando” con lo artificial como alguna vez lo hizo Raúl Ruiz con sus personajes no-actores.

Hay historias donde el escape se toma como cobardía y con motivos muy tangentes como escapar de la ley por ejemplo o también puede significar una forma de liberación de algo que hace mal al individuo. “Thelma & Louise” puede ser un claro ejemplo. Sotomayor plasma una visión sobre el rol masculino en una relación sentimental con una mujer y uno pensaría que está criticando al hombre por escapar de todo, sin embargo lo que hace es despertar a éste y darle una cachetada entre paisajes adormecidos. “Mar” no es cobarde y se juega todo por el fuego que uno tiene dentro pero que está adormecido. Véala y parta a la playa enseguida. Espero no haya tormentas.

Mar (2014)

Largometraje / 60 minutosDirigida por Dominga Sotomayor

Se exhibe en:
Sala Cine UC (Alameda 390)
16, 19 y 21.30 hrs.