El usuario Diego Lautaro tiró el mantel en Facebook con la publicación cuyo pantallazo aparece arriba. Resulta que el pícaro niño levantando el dedo del medio a la cámara que aparece en la foto del compact disc de la banda Ases Falsos titulado “El hombre puede” es él.
Una versión bien chilena del bebé buceando en busca de un billete del Nevermind de Nirvana.
Pero el tema es que a Diego no le hizo gracia alguna su aparición en el disco y decidió llevar el tema hasta tribunales y también hacerlo público.
Todo lo anterior llevó al grupo liderado por Cristóbal Briceño a contar también de manera pública vía Facebook su versión de los hechos al mismo tiempo de iniciar una campaña para en sus términos poder “dar en el gusto” al denunciante.
A continuación, un resumen de la publicación:
Hacemos el llamado a todo aquel que haya adquirido una copia física de “El Hombre Puede” (2016). Queremos cambiarte el cd (el puro disco, la caja y el librito siguen siendo tuyos) por un cd nuevo, que contenga el mismo álbum más algún material extra. ¿Por qué? La historia es larga y aquí va:
El verano posterior a la salida de ese disco se contactó con nosotros un joven de nombre Diego Barrenechea que decía ser el niño que viene impreso sobre el cd, el que sale levantando el dedo del medio. Me pareció una agradable sorpresa, pues yo pensaba que la foto, que encontré una noche flotando en internet, tenía como 50 años.
Rápidamente me enteré de que su contacto tenía intenciones monetarias, y que quería dinero para construir un horno para cerámica. Le dije que podía pasarle discos, entradas para conciertos, pero que pasarle tanta plata me parecía exagerado, que no creía que su aporte a la obra diera para tanto. A medida de que sus pretensiones económicas fueron subiendo corté comunicación con él, o más bien, lo derivé a nuestro representante y la cosa siguió escalando hasta que, cuento corto, nos demandó.
Así, fui formalizado y hace unos días me presenté a audiencia, donde por fin conocí a Diego Barrenechea y a su abogada Lusitania Villablanca, quienes exigieron el pago de 5 millones de pesos (mucho más de lo que costó grabar, mezclar y masterizar el disco entero). Así la cosa, ahora nos vamos a ir a juicio, una lata, porque nosotros nunca quisimos denostar al chico, sino que nos pareció una imagen edificante y divertida que acompañaba bien el título del disco.
Puede que no hagamos todo al pie de la ley, pero no actuamos de mala fe.
Todo el material gráfico que usamos para el diseño de los discos está seleccionado con el mismo espíritu de honrar y dignificar. Por lo general se trata de imágenes viejas y olvidadas, yo pensé que esta foto era muy vieja y me equivoqué. No quisimos ni intentamos lucrar con su imagen, de hecho la foto está dentro de la caja, así que difícilmente pudo ayudarnos a vender una copia. La foto tampoco se utilizó con fines promocionales, y cuando yo la bajé de internet aquella lejana madrugada, no aparecía con créditos ni protegida por derechos autorales (luego supe que se registró a comienzos de 2017 y se le cedieron los derechos a Diego).
Fea historia, ¿no?
A mí, para qué les voy a mentir, me dio harta rabia la cuestión. Así que cuando sentados, esperando a que nos llamara la jueza, lo tuve al frente mío le dije un par de cosas que tenía atravesadas, algo así como que ya era hora de que aprendiera a ganarse el pan, en fin, cosas de esa laya que no debí haber dicho. A decir verdad, Diego me pareció un buen muchacho, un tanto nervioso y confundido quizás, y definitivamente mal aconsejado, pero para nada mal cabro. Y entiendo perfectamente que no quiera estar en el disco, aunque creo que exageró cuando dijo que lo escuchó y le pareció horrible (jajaja, le pedí que al menos le diera la oportunidad a la pista 7!). Así que si bien no creo que lleguemos a un acuerdo monetario, pues sus pretensiones escapan a la realidad de la banda, sí creo que merece que su participación en la gráfica del disco sea para siempre destruida.
La carta entera y en caso de tenerlo, donde puedes ir a cambiar tu cd lo pillas acá.