Esas típicas pinturas de paisajes rurales que puedes comprar en el persa, feria o calle adquieren nuevo valor luego de que David Irvine pone sus manos en ellas.
A pesar de que no tengo idea de cuántas patentes o temas de derecho de autor esté pasándole por encima, lo cierto es que el trabajo de David es sobresaliente gracias al giro radical que es capaz de darle a obras que hoy día no tienen mayor valor en el mercado “del arte“. Lo que hace habla por si solo en este proyecto, aunque la invitación es a seguir el trabajo de Gnarled Branch, el nombre con el que firma todas sus (oscuras) obras, puesto que todo lo que ha hecho hasta ahora tiene un giro interesante.