La doctora Sarah Gray quiere cambiar los estereotipos de la medicina siendo la primera cirujano ortopedista con más tatuajes del mundo, siendo descrita como una de las jóvenes médicos más brillantes.

Como sabemos la medicina es una carrera bastante seria de la cual básicamente depende la vida de la gente, es por esto mismo que muchos podrían buscar en su médico una persona que cumpla con cierta imagen de “seriedad”.

Sin embargo hechos como este demuestran que hoy día un cuerpo tatuado, el pelo teñido y las modificaciones corporales perfectamente pueden combinarse con un ejercicio profesional magistral incluso en áreas históricamente asociadas a la formalidad.

Aparte de curar a sus pacientes, la doctora Sarah Gray quiere cambiar los estereotipos. Sarah trabaja en Adelaide, Australia y esta cubierta de la cabeza a los pies con tatuajes. Tiene 31 años y aspira a ser una cirujano ortopedista, siendo muy buena en esto, es por esto mismo que ella insiste en que cómo ella se ve, no debería afectar en cómo la gente la ve en su trabajo.

Gray dijo en un show de noticias de Australia que “si tienes confianza y eres competente en tu trabajo, realmente no debería importar cómo te ves. Solo estoy tratando de ser un defensor de ser tu propia persona y aún poder trabajar en la profesión médica”.

La doctora también insiste en que sus tatuajes inusuales pueden ayudarla a interactuar con sus pacientes, sobretodo en los que son más jóvenes. “Encuentro que es un buen tema de conversación, especialmente de la generación más joven de pacientes que vemos. Supongo que es una especie de ruptura de barrera entre lo que tradicionalmente se pensaba que sería un médico”.

El primer tatuaje de Sarah fue a los 16 años y de ahi su pasión por ellos fue creciendo, hasta formar su propio salón de tatuajes junto con su esposo, Matt, quien trabaja a tiempo completo como tatuador de The Grim Reaper.

La doctora añade que ha tenido problemas por sus tatuajes en diferentes ocasiones, como ser rechazada en restaurantes. Sin embargo, asegura que ni sus colegas ni pacientes la han tratado de manera diferente en su trabajo.

“Tanto mis pacientes como mis médicos superiores me tratan de manera justa ni me juzgan por mi apariencia la mayoría de las veces. Claro, hay circunstancias o situaciones en las que este no ha sido el caso, pero esa es la minoría”, dice.

“Solo espero que cada día la educación sobre el arte corporal continúe alimentándose a través de las generaciones como un efecto dominó y aquellos que nos juzgan como ‘malas personas’ por nuestra apariencia desaparezcan en el futuro”, agregó.

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