Hace cinco años estaba yo muy convencida de mi lugar en el mundo, pero mi inherente gusto por la moda me obligó a a hacerle honor a la historia. Es que hace décadas, pero con mucha más fuerza en los últimos meses, los destacados de actualidad, política y economía se escriben en femenino, y si intentas ponerte a ti misma en perspectiva, si intentas construir historia, la idea de ser la mejor esposa y madre no sólo suena, en la práctica es aburrido.
Llevar esa bandera de mujer fuerte e independiente es complicado frente a una cultura forjada durante siglos y siglos, pero en el largo plazo es un ejercicio que se convierte en parte de ti. Esa bandera siempre parte como un “intento de algo”, que luego te estigmatiza, superas, para finalmente convertir en parte de ti. Es esa mujer la que se ha convertido en inspiradora de los grandes; Karl Lagerfeld parece obsesionado con la nueva mujer de la india, Marc Jacobs quiere liberarnos de las esclavitud de nuestro peso y para Riccardo Tisci nos hemos convertido literalmente en el sexo fuerte.
Al final del día la conclusión es sólo una. Buen vestir (frase que detesto bastante) va de la mano con fortaleza e independencia femenina, las únicas claves para ser parte de esa misma historia que forman las mujeres que te inspiran desde la prensa.