En 10 años se estima que no habrá palta, vino, chocolate, frambuesas y quizás hasta deberás despedirte del café.

Cada vez existen más personas que llevan una dieta libre de carne animal. Los veganos han proliferado de forma consistente en la última década, pero esto no es suficiente como para detener las consecuencias de nuestra forma de alimentación completamente industrializada.

La semana pasada, la Organización Mundial de la Salud aseguró que para detener en algo los efectos del cambio climático debemos reducir el consumo de carne de nuestra dieta. El año pasado, también advirtieron sobre los elementos cancerígenos presentes en la carne de vacuno y diferentes embutidos procesados (como salchichas y salame).

Pero no importa cuanto nos esforcemos y/o el empeño que hagamos: la era de elegir lo que podemos comer en el supermercado, esa era dorada a la que la humanidad se acostumbró y dio por hecho desde 1950, llegará a su fin y mucho antes de lo que pensamos.

El mundo se ha vuelto seco y sobrepoblado.

El café que tomas a diario podría ser un recuerdo en la próxima década, la industria cárnica es una de las más contaminantes agravando todavía más el problema, y como no, las frutas y verduras que requieren de una mayor cantidad de agua para su cosecha, serán un lujo para quienes puedan comprarlas pues sus precios se elevarán por los cielos. Una sociedad donde las frambuesas serán tan caras como el caviar, podría verse como una realidad bastante próxima.

Amanda Little -periodista que investiga las consecuencias del cambio climático- conversó con Vox sobre los diferentes escenarios que deberemos enfrentar próximamente. Tenemos la paradoja de una población que crece sin parar y menos tierras de cultivos para alimentar a este número de personas.

Sin embargo, la periodista afirma que “durante milenios las humanidad ha pasado por periodos de hambruna y se las ha ingeniado para sobrevivir”.

En este marco, la profesional augura que tendremos que subsistir a bases de sucedáneos.

Respecto a los alimentos vulnerables a desaparecer, Little afirma que se trata de “el café, uvas para fabricar vino, el cacao, las frambuesas y los cítricos; quienes sufren de todavía mayor peligro son las almendras, palta, alfalfa y el pastizal que alimenta al ganado”.

Pero esto es una aproximación de cómo los seres humanos pueden adaptar su consumo industrial a uno mucho más inteligente. La producción de carne mediante productos vegetales también ha crecido, y pronto tendremos más alternativas de este tipo que no se limiten sólo a hamburguesas: este año incluso, se comenzó a comercializar de forma experimental un sucedáneo de carne de pato sin necesidad de matar a ningún animal.

Por otro lado, Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) lleva años alertando de que los insectos se tendrán que incorporar algún día a las dietas para acabar con el hambre y mejorar la nutrición, una alternativa más a la alimentación corriente.