Es un edificio gigante de más de 100 años cuyo interior está lleno de murales sicodélicos. El movimiento se llama Elevacionista y sus fundadores están peleando por ser considerados una religión legal.
Hoy, en un festivo de la cultura cannábica se inauguró lo que será la zona cero para el “Elevacionismo”, una nueva religión para todos aquellos que utilizan la marihuana para llegar a los más altos niveles personales.
Se trata de un edificio de 113 años y 13 mil metros cuadrados que antes era una iglesia tradicional, locacionado en Denver, Colorado, pero que en la actualidad ha dejado su lado conservador en el pasado y se ha convertido en la Iglesia Internacional del Cannabis. El dueño de la construcción es Steve Berke, fundador del movimiento de los Elevacionistas.
“Los elevacionistas creemos que uno puede encontrar el camino para el cumplimiento espiritual a través del ritual del uso del cannabis”, dice Berke.
“Las personas han estado usando la planta para propósitos espirituales por cientos, sino miles de año. Todo lo que hicimos fue darle un nombre y un lugar”, explica. Así fue como en septiembre del año pasado nació una organización sin fines de lucro llamada Ministerio de Elevación.
Las leyes federales que deben respetar no son una preocupación para los instauradores de la iglesia, solo todavía tienen que iniciar los trámites para que el Elevacionismo pueda ser considerado una religión. Rachel Gillette, abogada especializada en las leyes relacionadas con la marihuana aseguró que “si todo lo que están haciendo es proveer un lugar donde la gente puede adorar y consumir – y las ganancias no son el motivo – creo que una corte fácilmente encontraría que el Elevacionismo es una creencia sincera y que son libres de practicar su religión.”
El interior de la iglesia estalla con los murales psicodélicos llenos de coloridas figuras geométricas, pintadas por el artista español Okuda San Miguel. “El arte está explicado a través de la meditación en el sacramento y buscando el propio significado de él. Esto es parte de lo que es la experiencia elevacionista”, explicó Lee Molloy, el co fundador británico del movimiento.
Al comienzo los organizadores esperaban poder hacer la iglesia pública, pero por el momento, por las leyes de Colorado, las actividades en las que se utilice marihuana deben mantenerse privadas y se podría llegar a estas solo por invitación.
Ante los vecinos reacios, los organizadores han tenido que responder a todos los cuestionamientos. Molloy insiste que la iglesia no es solo un santuario para fumados, sino que se trata de descubrimiento personal. “Al final, el propósito de una iglesia moderna se centra alrededor de la comunidad, por lo que haremos servicio comunitario y también habrá horas en las que no se podrá fumar dentro del recinto para aquellos que quieran conocer la iglesia”, aseguró el inglés.