En conversación exclusiva con POUSTA, nos contaron cuáles eran sus series favoritas de Adult Swin y por qué están obsesionados con Chile.
El viernes Deafheaven se presentó por segunda vez en Chile y fue un paraíso para las trends chilenas estilo “metalero-nerd-prog-sonidista” (aguante Trendcore CTM). El lugar destinado para la pequeña congregación de público fue el Espacio San Diego, modesto centro de eventos que dio lugar a un concierto estilo kermesse escolar-universitaria bien entretenido y ruidoso. Si me tuviera que poner a analizar lo que fue este concierto de la banda más odiada y estereotipada en el metal, sin duda me quedaría con el público que asistió al local de calle San Diego.
No quiero decir que lo único importante del segundo concierto de Deafheaven en Chile haya sido el tipo de gente que asistió; de hecho, la banda sonó impecable durante los aproximadamente 70 minutos que estuvieron arriba del escenario, principalmente repasando canciones de su último disco de estudio New Bermuda. La mezcla de black metal atmosférico, shoegaze y post-rock es el sello personal de este quinteto que, la verdad, lo pasó la raja durante el show.
George Clarke, el vocalista, se plantaba como una especie de Freddie Mercury meets Phil Anselmo, dedicado a ser el director de orquesta de un público que lo reconocía como el mesías. Mientras, el resto de la banda correctamente mantenía el ritmo energético por la que es reconocida. Mención aparte para Stephen Clark – quien salió con la polera del bicampeón de América en una onda muy cumbia villera – y el talentoso Daniel Tracy, baterista que demostró ser más que una cara bonita hip-cool a lo modelo Urban Outfitters. Al final, bien por Deafheaven: demostraron sonar muy bien, con un setlist acertado y energía permanente.
Pero quiero volver al tema que más me interesó durante el concierto: el público asistente. Antes del show, tenía curiosidad por saber cómo iba a reaccionar la gente en el show de esta banda que, a fin de cuentas, es tremendamente odiada por un gran ejército de haters en internet y el circuito metalero. En una conversación que tuvimos en el lobby del hotel donde Deafheaven estaba alojando, George Clarke, Shiv Mehra y Stephen Clark comentaron principalmente que “estaban emocionados por tocar de nuevo en Chile” – el único de lugar de Sudamérica donde, hasta esta gira, se habían presentado – sobre todo porque encontraban que su sonido había “evolucionado hacia algo más pesado, épico y atmosférico”, logrando concentrar más energía para prender a su público.
Con New Bermuda, disco editado el año pasado y que cosechó buenas críticas, la banda se dio cuenta de que podían escribir y tener buenas canciones que sirvieran además como un “mandar a la chucha” a la tropa de gente que los odia. Pero, ¿por qué son tan odiados? Ya hay varios artículos en revistas que apelan a describir el odio hacia Deafheaven como una forma de mantener la raya elitista que separa los géneros en el metal. “Deafheaven es black metal para poseros”, “son los niños bonitos y privilegiados del metal”, “su música es terrible fome y mamona”, etc.
En la conversación que tuve con parte de la banda, básicamente lo que me dijeron al respecto era lo que me imaginaba: “A nosotros nos gusta lo que hacemos, queremos hacerlo cada vez mejor y creemos que hemos madurado mucho al respecto”. Obvio, ya no son los pendejos que a duras penas iniciaron su carrera debido a la escasez económica y de contactos que los afectaba. Ahora, son reconocidos como una nueva percepción o perspectiva en cuanto a cómo un género musical pueden encontrar nuevas vertientes y formas de expresarse. Ante esto, Clarke sostiene que “Ya no somos una banda joven y ansiosa… Ahora creo que podemos tomarnos mejor nuestro tiempo para escribir mejores canciones, más pesadas y más épicas finalmente”.
El tour que han llevado a cabo – que culminó con una presentación en Sao Paulo el domingo – puede responder bien a esto de que son considerados unos nuevos “niños mimados” del metal actual. Stephen Clark y George Clarke admitieron que no estaba dentro de sus planes la energía que tuvieron con el público en, por ejemplo, Bogotá. “Cuando nos presentamos en este festival (Rock al Parque), no teníamos idea de qué esperar… Sólo habíamos tocado en Chile y para nosotros Colombia era una especie de fantasía ¿sabes? Como los cuentos de este autor…”.
Sí, para ellos la experiencia en Bogotá fue puro realismo mágico a lo García Márquez, donde se presentaron frente a una multitud de veinte mil personas que los recibió enérgicamente. “Aún así, Chile es mucho mejor, nos gusta más que cualquier otro país… Incluso que cualquiera de Europa, por ejemplo, donde hay otra forma de apreciar y acercarse a la música” admitió Shiv Mehra, guitarrista de la banda. Ahí lo tienen CTM, Chile sigue siendo de los mejores públicos del mundo para las bandas de metal.
Al preguntarles por su primer disco de estudio, lanzado en 2011 y titulado ‘Roads to Judah’, la primera reacción de George Clarke es una inevitable risa: “¡Qué bueno que te guste ese disco! Es muy bueno, a mí en lo personal me gusta bastante, pero… Es nuestro primer disco, ¿sabes? Éramos una banda joven, con miembros completamente distintos y llevábamos un par de años viviendo en San Francisco al momento que el disco fue lanzado”. Un poco de historia: los cabros centrales de Deafheaven (George Clarke y Kerry McCoy) eran de esos adolescentes que no lo pasaban bien en su juventud. Eran los “niños problema” que preferían escaparse de clases, ir al parque a fumar marihuana y escuchar metal. Recordando un poco de esos años, Clarke admite que “Lo único que queríamos era encontrar algo que hacer en concreto, más o menos como plasmar todo lo que llevábamos sintiendo esos años”.
“¿Y eso que llevaban sintiendo era mejor plasmarlo con la estética del metal?” le pregunto a Clarke, a lo que él responde sencillamente “Sí, definitivamente… Para nosotros el metal significó mucho como un escape de la mierda en que estábamos… Por eso ‘Roads to Judah’ es un disco que, en lo personal, me encanta. Llevábamos mucho tiempo ansiosos de que saliera y pudiéramos mostrar lo que nos gustaba hacer“. En el fondo, es la clásica historia del metalero incomprendido: viviendo en un ambiente de mierda y sin esperanzas, la respuesta la encuentra en los amigos, la marihuana y el metal. Todo esto para poder tratar de salir de la caca en la que estaban.
Y así Deafheaven es de esas bandas que, hoy por hoy, despiertan un poco de esa nostalgia adolescente. De cuando todo era una mierda y la única opción que había era escapar por medio de canciones fuertes y ruidosas, poleras negras de Slayer o Metallica, fumar marihuana con tus amigos y odiar al mundo. Sobre todo esta banda en particular porque es como la materialización de ese sueño adolescente: formar una banda y salir de gira por el mundo. Los chicos de Deafheaven son absolutamente una banda de amigos: en la entrevista se tiraban tallas entre ellos, conversamos de nuestros programas favoritos de Adult Swim (para ellos, Superjail! y Rick & Morty la llevan) y de las bandas que a ellos les gustaba escuchar mientras iban de gira (Pallbearer y This Will Destroy You).
Luego de conversar con la banda (donde Clarke se mandó una notable imitación de esto) y de ver un par de vídeos en YouTube de sus presentaciones en vivo, ya tenía más o menos una idea de lo que iba a ser el show del viernes en el Espacio San Diego. La verdad, es que fue un paraíso para las trends locales: un público extremadamente transversal y heterogéneo que agrupó gente demasiado cool y trendy, metaleros clásicos de pelo largo y cabros chicos que estaban algo así como “pasando por su etapa oscura-depresiva-metalera”. Obviamente que fueron los asistentes más jóvenes quienes saltaron todo el rato, se sabían las canciones (incluso con intentos de imitar las death vocals de Clarke) y trataban de sentirse “terrible duros” encendiendo el mosh-pit del local.
No por nada, entonces, antes de la segunda canción George Clarke disparó “Chile is the best place in the whole fucking world to play”. Una arenga para que el ejército de “Deafheaven-lovers-core” siguiera dejando la cagá con cada canción que pasaba.
¿Es una vuelta a los años de adolescencia? Quizás. ¿Es el black metal para poseros? En una de esas. ¿Es el giro emo del metal? ¿Gótico? ¿Pubescente y hormonal? Puede ser. Pero creo que todas esas etiquetas valen pico. O por lo menos, la gracia de Deafheaven en su segunda presentación en Chile fue pasarlo más bien que la chucha mientras había gente del público que se subía al escenario, abrazaba a Clarke, intercambiaban el micrófono, etc. Obviamente puede que haya gente que piense que en unos años más, cuando los “pendejitos” del público de Deafheaven maduren, se den cuenta de que no todo es depresión, metal y emociones. Pero por lo menos, aunque desaten toda su “rabia contra la sociedad y el mundo y los papás” en el mosh-pit de un concierto, tienen la posibilidad de bancarse a “esa-banda-adolescente-sensible-y-bacán”.
Por lo tanto, a fin de cuentas, creo que lo entretenido de haber ido a ver a Deafheaven fue darse cuenta de que por más que una banda sea terriblemente odiada y estereotipada, va a existir un público muy fiel que se los va a bancar y decir “pude subir una foto a mi Instagram con el vocalista de Deafheaven”, “le di la mano al guitarrista”, “me pude subir al escenario después de sobrevivir al mosh-pit” o simplemente un “lo pasé la zorra”. Pero también basta con tan sólo ir y pararse a escuchar a una de esas bandas que son, honestamente, humildad ante todo. En fin, cada loco con su tema y que los haters o metaleros que viven en el pasado no vengan con hueás.