“Siempre he pensado que mi música es apolítica pero ahora le veo otra dimensión”, explica.

Mientras se realizaba el Fauna Primavera, entrevistamos a Alan Palomo, más conocido como Neon Indian. Es hijo de una familia mexicana y ha vivido casi toda su vida en Estados Unidos, así que nuestra conversación fluía entre ingles, español y spanglish.

“Aparte de un DJ set que hice en 2013 o 2014 en Buenos Aires, es mi primera vez en gira en Sur América”, nos cuenta.

¿Pero habías venido como turista a Sur América antes?

No, para nada. Cuando vives de gira, tus vacaciones son en casa. En ese sentido, esto se siente como vacaciones porque es una cultura nueva y la primera vez que la puedo ver. Obviamente, he visto películas de Chile y de otros países de Sudamérica. Sólo los conozco a través del cine. Para mi todo esto es muy nuevo. Es una novedad.

¿Qué películas chilenas te gustan?

La última película que vi fue “NO” con Gael Garcia Bernal , sobre el referendo del ‘88.

¿Probaste el pisco?

Oh sí. Me encantó el pisco sour. Es muy adictivo.

¿Cómo ha sido el publico chileno? Mencionaste en el concierto que hiciste antes de Primavera Fauna que fue una sensación especial ver a todos cantando las letras de tus canciones.

Fue muy surreal. Empecé a hacer música como hobby y cuando compuse las canciones nunca imaginé que estaría en Santiago de Chile cantándolas junto a un publico chileno.

¿Tu padre fue músico y se hizo famoso en México en los años 70. ¿Cuánto te ha influenciado la música latina?

Su influencia sobre mí ha estado creciendo exponencialmente. Creciendo en la casa de mis padres, teníamos todos los álbumes importantes como de los Caifanes, Café Cuba y Luis Miguel. Mucho pop mexicano. Y un poco de Cumbia Norteño, Bronco y Los Tigres del Norte. Pero cuando llegué a Estados Unidos, existía una presión enorme para asimilarme. En particular porque yo llegué a temprana edad, como a los 5 o los 6 años.

Ahora que soy mayor, me he conectado mucho más con estas raices. Porque es algo que valoro mucho y no quiero perder el contacto con ellas.

Creo que la música de mi papá al principio era muy setentera, mexicana, muchas baladas. Puras baladas en realidad. (Risas)

Pero el segundo disco era más ochentero, electro-rock como Hall & Oats. Es divertido porque lo escucho ahora y es parecido a la música que pongo cuando toco de DJ.

Mucho de lo que he compuesto últimamente con mi hermano – como “Annie” y “61 Cygni Ave” – son canciones que tocan esas estéticas pero creo que ahora más que en ningún otro momento estoy listo para explorar de manera seria los estilos latinos de música y buscar generar mi propia interpretación de ellos.

¿Algunos grupos chilenos que te gusten?

Matias Aguayo es uno de mis artistas favoritos del momento. Está haciendo cosas muy cool. Me gusta todo el sello Cómeme. Pude verlo tocar después de mi concierto en La Cúpula.

Me gusta la autonomía con que trabaja América Latina. No intenta ser otra cosa. Se merece elogios. Él logra subir el perfil de la electrónica latina.

Siempre he pensado que mi música es apolítica pero ahora le veo otra dimensión. Como alguien que inmigró a Estados Unidos ilegalmente y que luego se hizo ciudadano estadounidense, veo que ese sistema está roto y en peligro. Espero que mis fans latinos en EE.UU tengan una voz.

¿Cuál es el secreto de tu constante innovación como artista?

Quizás es porque estudié cine, pero siempre me pareció redundante operar con el mismo concepto una y otra vez. Pero no estás en el mismo lugar de tu vida. Tienes otro estado mental. Varía entre los directores pero en general cada película es bastante diferente: personajes nuevos, historias nuevas, cambian los actores, etc. Con la música trato que sea similar. Cada álbum debe ser distinto, una cosa propia y tener una narrativa diferente. Bueno, siempre sale de mi cabeza y estoy cantando pero conceptualmente trato de que sean muy diferentes y provengan de influencias distintas.

Toma el ejemplo de Depeche Mode. Me gusta que tiene eras. Con la música electronica, las tendencias aparecen rápido y mueren rápido. Estoy esperando para que muera mi música. (Risas) ¡Quizás ya pasó! La música electrónica vas a perder. Es muy cambiante. Cambia cada seis meses. Los únicos artistas que sobreviven son los que pueden anticipar los cambios. O los que son tan únicos que nadie puede replicar lo que hacen. Por ende pueden seguir haciendo lo mismo y siempre parecerá fresco.