Porque, lamentablemente, este momento iba a pasar.

Llegar a los 30, inevitablemente, es llegar a la etapa de tu vida donde tus amigas y amigos empiezan a ser papás. Por decisión, por un cagazo o por la razón que sea, pero los niños empiezan a aparecer en tu vida, cuando tú todavía no los quieres muy cerca.

No tengo nada contra los niños, no los odio y tampoco los voy a tratar mal, sólo que al verlos no me generan ninguna emoción que me haga sentir que liberé endorfina y felicidad. Ver un niño, para mí, es como ver a una persona más con la que me crucé por la calle. Soy esa compañera de oficina que cuando alguien llega con una guagua no se levanta (aahhh pero si fuese un perrito) y deseo, de corazón, que cuando una persona me está mostrando fotos de una guagua en su teléfono, se le acabe la batería.

En este momento vivo sola en un departamento con mi perra, mis plantas y mis problemas. Esas son mis responsabilidades hoy en día y ya me cuesta bastante lidiar con ellas como para poder ser responsable de otro ser humano para siempre, o por lo menos por hartos años. Al parecer, y por suerte, no soy la única persona que debe estar por lo mismo, según el último Anuario de Estadísticas Vitales, publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa de fecundidad bajó un 5,6% entre 2015 y 2016 y también hubo una tendencia hacia la postergación de la maternidad.

Mientras vivo esta crisis existencial donde con suerte me soporto a mí misma y mis planes son salir a tomar todos los días y tener caña los fines de semana, mis amigas ya están planificando un baby shower, mis panoramas con ellas tienen un coche incluido, juntarse a tomar algo en sus casas significa tener la música baja o tener que terminar todo si la guagua se pone a llorar desconsoladamente y mi feed de Instagram se empezó a llenar de fotos de guatas, mensajes de bienestar, amor y seres humanos pequeños, y aunque me aburra infinitamente todo esto, y muchas otras cosas más de la maternidad, no quiere decir que quiera menos a mis amigas, pero es muy lejano a mi realidad y a la que espero en mi futuro.

En esta nueva etapa donde te das cuenta que ya entraste al mundo adulto, a veces siento que “me estoy quedando atrás”, que cuando tenga cincuenta años seré esa tía soltera, que usa pantalones de animal print y unos pinches calipsos que nunca superó de la pubertad y que cuando vaya a la casa de mis amigas, sus hijos me encontrarán como una mascota, como “la tía chistosa que está loca”, pero cuando me imagino así y pienso que eso es quedarse atrás, me reto a mí misma, ¿por qué eso estaría mal?. Siempre nos han enseñado que somos alguien si estamos en función de un otro, y ese lado conservador con el que nos educaron, donde inconscientemente los medios te dicen que una mujer está resuelta cuando tiene familia y que condena la soledad, a veces aparece sólo para generar una ansiedad innecesaria y falsa, muy falsa. Muchas veces esa mujer sola, que se viste como si tuviera 20, o la famosa “loca de los gatos”, es muchísimo más resuelta que una persona que depende de un otro para estar feliz y estable. La soledad no es fracaso.

Aunque estoy muy consciente de que no pretendo tener hijos o una familia pronto porque ¿de verdad quiero traer más gente a este mundo de mierda que cuando sea verano tendrá que vivir en una ciudad con 50 grados?, y sabiendo que tengo el privilegio de poder elegir cuándo ser mamá y que nadie de mi círculo cercano me presiona a serlo, igual, a veces, en el fondo de mi corazón, siento que estoy fallando, que no seré feliz, que no tendré esa vida “perfecta y estable” que venden las películas.

Si es que le estoy fallando a algo o a alguien, sólo le estaría fallando al estereotipo romántico y católico que nos han vendido todo este tiempo sobre lo que es la felicidad, y a mí misma, porque ¿por qué no podría sentirme feliz sabiendo que puedo mantenerme sola, siendo independiente, en un departamento con mi perro y mis plantas? Mi felicidad debería estar ahí, en lo que he logrado construir y en lo que de verdad quiero para mi vida, porque algo que sí estoy segura que no quiero aún, es ser mamá.

Un besito a todas mis amigas mamás y ojalá no se sientan ofendidas con este post <3