En su séptimo libro, “Todas somos una misma sombra”, Catalina cuenta historias de mujeres atrapadas en sus cabezas y en sus entornos dolientes.

Todos hemos perdido a algo o alguien. Cómo vivimos el dolor es lo que nos hace diferentes. En “Todas somos una misma sombra” (Neón, 2018), de Catalina Infante, ocho relatos cuentan las historias de diferentes mujeres que han sido despojadas de algo, que quieren dejar atrás o que simplemente no tienen otra opción que aceptar la perdida. Catalina toma historias universales vistas desde la experiencia femenina, siempre ligada a un sentimentalismo irracional, y despliega los pensamientos de mujeres que sufren, aman, viven y se casan de existir.

La autora está abierta a decir que este fue un libro que se cocinó lentamente. Se demoró alrededor de cinco años en terminar todos los cuentos; unos nacieron con rapidez y otro se demoraron meses en madurar. Otras mujeres la ayudaron a soltarlos, como la escritora y editora de Neón María Paz Rodriguez y Claudia Apablaza, pero es un proceso en sí mismo. “Uno se cansa de leerse a sí mismo. Es súper necesario el feedback con otro porque te empieza a atrapar. Es importante ese proceso creativo solitario, en la intimidad, donde no hay nadie más diciéndote que tienes que escribir, pero en un minuto tienes que abrirlo a otro para no encerrarte. A veces pasa que las historias vienen de una y otras necesitan madurar su tiempo; todos necesitan tiempos distintos. Es como si cada uno fuera una fruta distinta y hay que respetar sus procesos de maduración. No hay que apurarlo”, explicó Catalina.

“Todas las fotos que tengo de nuestra época juntos son recuerdos de momentos en que no estás. Viajes a los que no fuiste. Almuerzos, fiestas en las que te quedaste en tu casa” – La novela que nunca escribí.

Hoy, Catalina Infante tiene casi 8 meses de embarazo. Todo el proceso de lanzamiento lo ha vivido así, con un bebé dentro suyo que saldrá en cualquier momento. Por esta misma razón, “Todas somos una misma sombra” marca, quizá, el final de una etapa de una de las cabezas de Editorial Catalonia en la ficción y le encantaría dedicarse a la no ficción, cosa que ya hace con las columnas que ha publicado en diversos medios. “Me gustó hacer este libro pero me gustaría dejarla de lado un rato. La literatura tiene otro ritmo, y las columnas son más contingentes, de lo que está pasando y están pasando tantas cosas”.

¿Por qué te interesa la no ficción?

Me interesan mucho las historias particulares de temas más amplios, porque siento que los temas de ahora tienen que ver con la vida privada de todos. Son temas como el aborto, las luchas de géneros, que nos afectan en la cotidianidad de todos. Hay muchos temas sociales que nacen de las opiniones de gente que quiere vivir su vida con más libertad, de entrar en los espacios que necesitan socialmente y me encanta eso. Hacer eso con la herramienta de la escritura y dialogar con las personas, de hablar de los temas que preocupan. Me llaman mucho la atención. La escritura es una muy buena herramienta para conocer esos casos. Ahora, igual es un arma de doble filo por las redes, los comentarios super agresivos.

¿Te han llegado malos comentarios por alguna columna que escribiste?

Me acuerdo una vez que escribí sobre lo que para mi era amar a un animal, que era mi relación con una perrita que adopté. Para mi no es fácil, no fue un proceso fácil tener una mascota porque no lo es para nadie, en el sentido de que querer a un animal no es celebrarle el cumpleaños con una torta de perro y un chaleco y sacarle fotos en Instagram. Requiere todos los días estar preocupado del animal, de que esté conectado con la naturaleza. Es respetarlo como animal, no humanizarlo. Los animalistas se me tiraron encima, tenía un mensaje que decían que era una mierda de persona. La gente lee lo que quiere leer.

Me gusta el ejercicio porque uno ve la poca tolerancia que tiene la gente con lo que uno piensa, sin agredir a nadie y a la gente le molesta la diferencia. Se ponen realmente agresivos. Es cosa de ver Twitter, Facebook. No hay que tenerle miedo a eso, hay que exponerse porque también hay gente que agradece esa honestidad. A mi no me dan miedo, me gusta ese debate. Pasa mucho con el tema del feminismo, donde salen millones de hombres a dar declaraciones y los hacen pebre, pero es bueno que exista el diálogo porque así no se transforma en un discurso, porque si no tienes los momentos en que los otros actores se manifiestan no hay debate.

¿Qué temas te interesan?

Me interesa mucho la identidad de género, la libertad sexual, las formas particulares de vivir tu vida. Ahora me interesa el tema de la maternidad, porque hay un estereotipo muy fuerte. Cuando a uno no le hacen sentido las cosas hay que empezar a buscar otras lecturas. A mi me da mucha lo de la maternidad, no me gusta el universo de las madres y la industria que hay detrás de los niños.

Estoy leyendo “Maternindades subersivas”, donde han vivido de manera muy distinta el embarazo. Hay una idea dentro del libro sobre que la maternidad es muy sacra, de esta mujer que es una Virgen María y aquí hablan de la sexualidad plena en el embarazo, que derriba el mito de que las mujeres son solo madres asexuadas. Hay porno asociado al embarazo. Encuentro que la peor cárcel uno la tiene en su cabeza por como lo han criado, y uno mismo se reprime la forma de vivir su sexualidad, su vida y escribir sobre eso es una forma de liberarlo y que otros lean eso es una forma en que ellos se liberen.