Gonzalo Asalazar investigó cómo era ser gay en Chile entre los años 50 y 70: “Caminar de la mano era penado por indecencia y sodomía”

“Los colas se reunían dentro del ambiente de carrete y prostitución. Muchos estaban casados. Tenían un rato libre y se agarraban a un pendejo en el cine o se lo llevaban a un hotel, o iban al barrio Bellas Artes, al Cerro Santa Lucía o al cerro San Cristóbal, pero todo en secreto”, nos contó el autor de “El Deseo Invisible. Santiago cola antes del golpe”.

Originario de San Felipe, estudió historia en la Universidad Católica. Luego realizó un magíster en estudios de género en la Universidad de Chile. Después se fue a México para convertirse en instructor de yoga. Desde el 2015 se dedica en totalidad a su carrera de escritor. Gonzalo Asalazar lanza “El Deseo Invisible” su primer libro el 11 de mayo en la Biblioteca Nacional. Un libro que cuenta los distintos encuentros homosexuales que habían en el espacio público de la capital entre los años 50 y los años previos al Golpe de Estado.

Este proyecto, financiado por el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, nació de su tesis de magíster. Define, El Deseo Invisible como su tesis convertida en libro. La creación de este libro remonta desde el 2011, año en el cual comenzó la recopilación de información en la que consideró entrevistas, obras literarias, estudios médicos, periódicos y revistas de la época.

La publicación traspasa las fronteras entre ensayo y novela con el fin de invitar al lector a un mundo poco conocido. A un Santiago que contaba con locomoción durante todo el día y durante toda la noche. Un Santiago movido, bohemio con lugares abiertos para ir todos los días. Una capital nacional que según el propio autor, aún no ha podido a volver a ser lo que era en esa escena bohemia de antaño.

El Chile desde el año 50 y el Golpe de Estado es, según Asalazar, la época más republicana de la república. Una etapa de Chile en la que los partidos políticos estaban profundamente metidos en la estructura social y en la mayoría de las familias de Chile y también una etapa fuerte en términos de movilizaciones sociales, desde los campesinos que migraban hacia la ciudad y no tenían casa hasta los obreros en las industrias.

“Esas manifestaciones fueron en alza y culminan, a mi modo de ver, con el gobierno de la Unidad Popular. El deseo de homoerótico se agarra de esto para hacer la primera manifestación pública que es la protesta de las travestis en la Plaza de Armas en abril del año 73, meses antes del Golpe de Estado”, asegura Asalazar.

– ¿De dónde nació el interés por crear este libro? 

Creo que toda escritura es autobiográfica. El primer deseo que tuve fue estudiar la historia de la homosexualidad en Chile y luego me metí en el trabajo de un poeta, Nestor Perlongher, quien hizo un estudio antropológico sobre la prostitución en Sao Paulo en los años 80 que se llamaba El Negocio del Deseo. Él hace un estudio del centro de Sao Paulo, de los espacios ocupados por la prostitución masculina. Me encontré con este libro y me inspiró mucho. Por otro lado claramente esta idea viene de mi propio deseo homoerótico y de mis propias prácticas. Yo también he practicado el hecho de pinchar en la calle y creo todos lo hemos hecho. Siento que de esa misma vivencia y de mi mismo deseo parte este proyecto.

Nadie era públicamente cola, de hecho yo no estudio la identidad, sino que las prácticas homoeróticas en los espacios públicos como parques o cines.

– ¿Fue muy difícil la recopilación de datos?

Sí. En un principio lo que yo quería era entrevistar a colas viejas, a viejitos. Empecé entrevistando a personas a las que accedí a través de los que fueron, por ejemplo, parte del Movilh histórico. Uno de ellos me dijo que fuera a la Plaza de Armas, y ahí identifiqué, yo mismo como cola, a unos viejitos cola. Me acerqué a ellos, les conversé y les conté que estaba haciendo una investigación y si los podía entrevistar. Algunos me dijeron cosas muy interesantes pero no me dejaron que los grabara. Después de tener estas entrevistas tuve que buscar documentos que respaldaran lo que me habían contado.

– ¿Qué sucedía con los actos homoeróticos en la vía pública?

Caminar de la mano con otro hombre podía hacer que te juzgaran de dos formas, por indecencia pública y por sodomía, estaba específicamente el artículo 365 del código penal que la castigaba. La sodomía tenía que ver con relaciones sexuales anales entre hombres. Igual nadie iba de la mano en la calle, nadie lo hacía en realidad. Ni una pareja cola andaba de la mano por la calle. De hecho los colas se reunían dentro del ambiente de la bohemia, carrete y prostitución. Muchos estaban casados pero vivían en una doble vida. Tenían un rato libre y se agarraban a un pendejo en el cine o se lo llevaban a un hotel, o iban al barrio Bellas Artes, al Cerro Santa Lucía o al cerro San Cristóbal, pero todo en secreto. Nadie era públicamente cola, de hecho yo no estudio la identidad, sino que las prácticas homoeróticas en los espacios públicos como parques o cines.

– ¿Cómo eran entonces estos encuentros?

Todo en un contexto de anonimato, en contextos que llevaran oscuridad, como en el caso de los cines de Huérfanos, de las galerías. Estos encuentros eran anónimos, existían códigos y eran de corto tiempo, el fin era maximizar el goce. La primera disco cola llegó el año 76, en plena dictadura, y fue el Fausto el cual era un modelo importado de lo ya había en Estados Unidos. Para carretear, antes que llegara esta disco, los colas se juntaban en los prostíbulos, en las boites, más bien, en ciertos prostíbulos y en ciertas boites que eran espacios de tolerancia.

– ¿Por qué está la palabra cola en el título de tu libro?

Rescato esa palabra porque me parece una de las pocas palabras chilenas auténticas, creada en nuestro país, en el siglo XIX, en este ambiente del que te he hablado. Aparece esta palabra, que era un insulto, pero que ahora es una marca de identidad.

– ¿Por qué se le dice cola al gay?

Viene de colipato. Hay varias versiones, por ejemplo, una vez hablaba con un viejito que me decía que era por como mueven la cola los patos, es como un caminar femenino. Esta palabra viene del ambiente de la prostitución, viene del ambiente del sexo mercantil.

– ¿Cómo ves a nuestra sociedad respecto a los temas de la diversidad sexual?

Hay un deseo muy grande por ser moderno en Chile. Sobre todo con la repercusión mediática que tuvo la muerte de Daniel Zamudio. Hubo un giro en los medios más institucionales favorable hacia los colas, hacia las sexualidades diversas. A partir de eso comienzan a difundirse muchos discursos de tolerancia y de aceptación. Al mismo tiempo no sabría decirte si dentro de esos discursos están todos los colas. A lo que voy es que veo a la sociedad chilena aceptando la homosexualidad gracias a la globalización y al mismo tiempo escondiendo bajo la alfombra todo lo que no le guste a la imagen televisiva o si no es un cola políticamente correcto.

– Finalmente ¿A quiénes recomendarías leer tu libro?

En general a todas las personas que sienten curiosidad por el pasado chileno. También a todas las personas que les interesan las historias no contadas o secretas. A todos quienes tengan amigos colas y que no necesariamente lo sean y por supuesto que también a los mismos colas, lesbianas, trans y a toda la sexualidad diversa. Esto es también mirarnos y reconocernos en la historia, de dónde venimos.


Lanzamiento

Con el apoyo de la Editorial Cuarto Propio y el financiamiento del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, Convocatoria 2017, el libro será lanzado oficialmente el  jueves 11 de mayo, en la Sala Ercilla de la Biblioteca Nacional (Alameda 651, metro Santa Lucía, entrada liberada).

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  1. Esta entrevista como contexto no coincide por ninguna parte. No dice nada, solo se da vueltas y más vueltas con la ordinaria expresión “Colas”‘ . En aquella época , los gays eran “Entendidos”, así nos deciamos entre nosotros, Los Entendidos. En el ambiente de la prostitución eran Los Colas. Es verdad que existian una serie de tabúes, era peligroso mostrar la homosexualidad en público, era penado por la ley; por lo tanto habian puntos de reunión, por ej: La cafeteria Il Bosco entre la calle Estado u San Antonio, también existian boites como: La Bossanova, en calle Fermín Vivaceta 1226 , más conocida como La Carlina; ahí estaban “Los Colas” travestis y que ejercian la prostitución y artistas del show “El Blue Ballet ” …. También se daban muchas fiestas particulares, donde se asistia solo o en pareja, éramos todos muchachos que nos gustaba divertirnos; no nescesariamente teniamos que hacer sexo, a veces bailar un buén rock and roll con tu pareja u otra persona casual, pero igual de placentero.
    Me parece que la persona de la entrevista deberia informarse mejor, y, con mayor razón en su calidad de “Cola”. Sin ofender a nadie.
    Pat.

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